A sido llegar el cambio de estación y empezar a virar el clima envuelto en los indultos que hoy aprobará el Consejo de Ministros. Un nuevo tiempo político que Sánchez ha procurado ambientar como ese esteta superviviente que confía en su suerte como si fuera una moción de censura. El pinchazo de ese perreo light que fue el último Colón empezó a entibiar un ambiente que después cayó en el pulgar hacia arriba de la Iglesia y los empresarios, sectores tradicionalmente conservadores que orillaban por concordia y normalidad a la unidad de España y con ella a una derecha engorilada. Hasta Aragonès se hizo una foto con el notario de las medidas de gracia, ese jefe de los Ejércitos en aquel desafortunado 3 de octubre, cuando él solito como rey, se metió en un fregado político mucho antes de que se le ocurriera al gran ventrílocuo MAR. Llega el verano y se nos va a juntar la Eurocopa con el Tour, los indultos con el cambio de clima, la sangría con el esprint en la vacunación y la caída de la mascarilla. Además Europa trae 140.000 millones en la saca para repartir y se desploma el IVA de la luz. España es una fiesta como una verdad muy cierta y yo no sé muy bien lo que está pasando porque está sucediendo de todo, a la vez y de arriba abajo. Todo es extraordinario, como un Consejo de Ministros. Llueve de todo y como en cualquier verano de noticias poco falta para la época de huracanes. Mientras tanto, la tormenta en Moncloa es perfecta.

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