buen seguro, Igor González Sola no habría recibido un ongi etorri en su barrio tras haber cumplido la condena de 20 años por colaboración con ETA. Ni recibimiento con flores e ikurriñas ni fotos. No pertenecía al Kolektibo EPPK, no aparecía en sus listados ni de presos ni de reclusos enfermos. También quienes habían sido los suyos le habían dejado solo. Pero su muerte en la cárcel, seguramente por suicidio, le ha devuelto, al parecer, su condición y la ha elevado a la de mártir: le ha "asesinado la política penitenciaria". Sin matices. El victimismo tampoco tiene ideología.