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El sacacorchos

Máscara y mascarilla

A peste negra fue una enfermedad que se extendió por toda Europa en la Edad Media. Venecia fue uno de los focos principales de la infección y, para combatirla, los médicos idearon una indumentaria de lo más siniestra. Desde entonces, la máscara en forma de ave es un clásico del Carnaval veneciano. Así nació una de las máscaras más famosas del mundo, esa que se conoce como máscara de pico, la típica que aún hoy es conocida como la máscara de Il dottore della peste.

Visto el revuelo montado con el uso de las mascarillas, su escasez y su eficacia, no está mal echar la vista atrás, hacia aquellos tiempos en los que Venecia era el infierno. El largo mes de confinamiento ya acumulado invita a buscar referencias en la historia por ver si en sus páginas podemos encontrar la respuesta que son incapaces de darnos la ciencia y la política del presente: cuándo y cómo saldremos de esta. Veamos si les suena. Se confeccionaron listas con enfermos y personas fallecidas por la peste. De hecho, fue la primera vez que se realizó una estadística médica para constatar la gravedad de la epidemia.

A pesar de haber surgido ya unos años antes, en la epidemia veneciana se produjeron dos hechos totalmente novedosos. Por una parte apareció el magistrato della sanitá, que era el encargado de velar por la salud de los ciudadanos, y, por otro lado, se comenzó a utilizar una vestimenta especial para los médicos que atendían a los pacientes. ¿Cuadra, verdad? Sigamos. Los doctores rellenaban la zona del pico con plantas aromáticas para mitigar los olores. Asimismo, se incluían unos ojos de cristal para salvaguardar los globos oculares. Además, existía la creencia de que el mal lo transmitían los pájaros, de ahí la forma de pico que impedía que el doctor se acercase al aliento del infectado. Da que pensar.