ME apropio de las palabras de la Conferencia Episcopal sobre la eutanasia como derrota social. Creo que lo es, en tanto que el debate abierto es consecuencia de nuestra incapacidad para evitar el dolor ajeno y de la ausencia de empatía para poner el bienestar del otro, del que sufre irremediablemente, por encima de nuestra paz moral. La resignación ante el sufrimiento también es una elección libre y legalmente reconocida en tanto el paciente cabal, en el uso de sus derechos, puede rechazar un tratamiento para sí. La derrota es imponer a otros nuestra conciencia.