MÁS allá de que a uno se le abran los ojos como platos cuando escucha y lee lo que escucha y lee 15 años después del 11-M, en algún momento habrá que poner pie en pared. Próceres intelectuales de la mentira escupían ayer tinta en papel y babas en micrófonos arrebatados por el resurgir -entre corchetes, porque nadie tiene ya la poca vergüenza de hacerlo a gritos, como entonces- de la exculpación de Aznar y el PP en las falsedades con las que buscaron una mayoría absoluta y perdieron el gobierno. Le calientan la sillita de la reina a Pablo Casado el breve. Y él se columpia.