LLEVO semanas recordando a mi ama. Y cuando se han publicado sendas sentencias de los casos Hiriko y Epsilon, temas que conozco bien, ha vuelto a surgir ella, pues a ella le explicaba aquella comisión de investigación en el Parlamento, transmitiéndole en mis llamadas de teléfono enfados, nervios e inquietudes con lo que estaba pasando. Aunque se preocupaba por no verme lo bien que le gusta a una madre ver a su hijo, cuando hablábamos siempre terminaba diciéndome, al igual que desde pequeño, que si creía tener razón, aunque estuviera equivocado, adelante.

En aquella comisión, PP, UPyD y sobre todo EH Bildu se explayaron hablando de estafa o de proyectos con el único objetivo de saquear las arcas públicas, terminando aquel aquelarre de despropósitos con la solicitud de una decena de ceses fulminantes de cargos del Gobierno. Les reforzó que también la Fiscalía, tras explicar que se habían juntado empresarios sólo para delinquir, les acusara y terminara por pedir un porrón de millones de euros y de años de cárcel para los implicados.

Se les dijo, ahí están las actas, que aquellos proyectos punteros requerían de ayudas públicas, que los proyectos de investigación y desarrollo son retos con riesgos porque pueden no fructificar, que para eso son proyectos de incertidumbre. Como dijo Einstein, “si supiese lo que estoy haciendo, no lo llamaría investigación”. Pero no hubo manera. Y siguieron porque no les interesaba castigar proyectos fallidos, sino al PNV. Toda la responsabilidad política era haber seleccionado proyectos empresariales de investigación que a los años no terminaron de madurar, aunque de su desarrollo se derivaron diferentes inventos, como ocurre en todas partes, incluida la NASA. Mira que se lo dije, pero no me hicieron caso: yo formaba parte de la pieza a abatir.

Hecha la acusación y sentenciada en el Pleno del Parlamento, sus señorías se quedaron satisfechas considerando que habían hecho su trabajo cuando resulta que varias sentencias de los tribunales han determinado que, en lo relativo a aquellos proyectos, todo estaba bien hecho y plenamente justificado, no siendo motivo de castigo que desarrollos como aquellos no concluyeran en éxito. Leyendo la sentencia, me escuchaba a mí mismo.

Preveo que quienes aquellas cosas dijeron callarán vergonzosamente, ni siquiera pasará por sus cabezas pedir disculpas por haber criticado hasta la deshonra a empresarios, por hacer perder puestos de trabajo a acusados y por haber puesto en la picota a responsables de la administración.

Podría acabarse aquí esta reflexión, pero -aunque no lo conozco tanto- me preocupa que lo que viene aconteciendo con la OPE de Osakidetza y el calibre de las acusaciones que se hacen se parece demasiado a los casos Epsilon e Hiriko. Aparte de lo ya acusado en el Parlamento, la cuestión se ha acelerado con el trabajo de la Fiscalía, igualito que entonces. En este caso, tras leer algunas noticias sobre la acusación fiscal, me ha sorprendido que se carguen tintas, entre otras cosas, por que hubiera miembros de tribunales que, a su vez, habían redactado los exámenes.

Siendo funcionario y con decenas de conocidos que también lo son, puedo afirmar que hemos participado, como representantes del IVAP, en tribunales de selección, hemos puesto los exámenes porque sabíamos del tema y los hemos corregido porque seguíamos siendo los que sabíamos pues, en general, los demás miembros representaban diferentes estamentos de la administración y no tenían por qué conocer en profundidad la materia de selección. Se está elevando el griterío por procedimientos que jamás habían creado problemas, convirtiendo en sentencia lo que sólo es una acusación previa del fiscal, que curiosamente no afecta a ningún cargo político.

Independientemente de la casuística, todo retrotrae a Epsilon e Hiriko, que no fue otra cosa que la pretensión de hacer ruido, de crear una comisión de investigación para subir el estruendo y luego reprobar y pedir dimisiones hasta que todo fuera tan ensordecedor que no se supiera qué ocurría y así sólo llevar a pensar que alguien importante tenía que dimitir. Cuando dentro de cuatro años exista alguna sentencia, todos los que hoy gritan callarán. Por eso lo cuento.* Parlamentario de EAJ-PNV