La conexión rusa tuvo como primera víctima colateral al asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, Michael Flynn, tras filtrarse que habría mentido al vicepresidente Mike Pence sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, pero Donald Trump habría negado la existencia de la llamada conexión rusa, acusando a la Agencia Nacional de Seguridad y al FBI de estar implicadas en la filtración de informaciones perjudiciales para su Administración. Sin embargo, en un momento crucial para finiquitar la investigación de la presunta relación del Gobierno ruso con varias personas del entorno del presidente Trump, el cese fulminante de su director James Camey habría provocado que la sombra del Watergate volviera a planear sobre Washington, proceso que deberá esperar a los resultados de las elecciones de noviembre que renovarán la totalidad del Congreso y un tercio del Senado, pues solo sería factible si el Partido Demócrata consigue la mayoría en el Congreso.