En un nuevo giro de la presión y exigencia política del feminismo de género, una vez más a favor de un único sexo, una vez más incompleta e incapaz de construir la verdadera igualdad, se ha planteado y respaldado ampliamente por parte de numerosas instituciones que este 8 de marzo, coincidiendo con el antaño Día de la Mujer Trabajadora y actual Día Internacional de las Mujeres, se realice una huelga mundial de mujeres como elemento reivindicativo a su favor. Sin embargo, los hombres también estamos discriminados a nivel mundial y ni tenemos un día oficial ni se nos conciencia o motiva para hacer huelgas que “paren el mundo”. Cerca del 95% de los accidentes laborales mortales son sufridos por varones, más del 80% de las muertes violentas también, incluso fuera de periodos de guerra, existiendo múltiples elementos culturales que fomentan la vinculación de lo masculino al riesgo y la competencia extrema entre varones, que son las discriminaciones sexuales responsables en gran medida de lo anterior. A su vez en numerosos países, incluidos los occidentales, es un hecho demostrado por estadísticas rigurosas y objetivas que tanto en parejas homosexuales como heterosexuales ambos sexos sufren y ejercen tasas bastante similares de violencia física y psicológica. Existe también la misandria cultural, y la sistemática violación de derechos básicos de los hombres en aquellas sociedades que implantan el tipo de feminismo egoísta y excluyente que impulsa esta misma huelga. Queda claro que la huelga de las mujeres ni nace de una visión honesta de la discriminación sexual ni de una sensibilidad neutra e imparcial ante el sufrimiento que ambos sexos soportan, por eso constituye otro obstáculo hembrista a la igualdad real.
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