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El marco del cuadro

La mesa para negociar un acuerdo interprofesional supone un giro en las relaciones entre la patronal y los sindicatos vascos, pero la verdadera dimensión de ese cambio se sitúa en la negociación colectiva

LA constitución por Confebask y los cuatro sindicatos mayoritarios (ELA, LAB, CC.OO. y UGT) de la mesa para negociar un acuerdo interprofesional de negociación colectiva que, en virtud del artículo 83.2 del Estatuto de los Trabajadores, permita dar prevalencia a los convenios vascos frente a los de ámbito estatal, así como la impresión generalizada de que ese acuerdo es factible, supone ya un giro relevante en las relaciones entre patronal y sindicatos siquiera por el hecho de que existen posibilidades de lograr el primer acuerdo de semejante calado en que se integra el principal sindicato del país, ELA, en este siglo. Sin embargo, es preciso situar ese giro en su verdadera dimensión. En primer lugar, porque de momento sólo existe una propuesta de la patronal a la que las centrales deben realizar aportaciones para tratar de cerrar un consenso el 10 de enero, aunque el planteamiento de vigencia indefinida y de creación de una comisión de seguimiento paritaria, así como que no condicione a priori la actividad sindical, permiten perspectivas optimistas. En segundo lugar, y sobre todo, porque de darse ese acuerdo sólo significaría la consecución de una salvaguarda general que precisa de objeto a proteger, esto es, de negociación y convenios sectoriales vascos a los que permita prevalecer frente a los convenios estatales. Y la existencia de los mismos exige un desbloqueo de la negociación colectiva en Euskadi -cuya parálisis ha permitido precisamente la aplicación de los convenios de ámbito estatal en las empresas vascas- y para ello sindicatos y patronal deben aún profundizar mucho más en ese nuevo clima de relación que de momento sólo empieza a intuirse. No en vano, la negociación colectiva presentará muchas más aristas para las partes que su prelevancia respecto a los convenios de alcance estatal, lógica para todos los protagonistas de un ámbito laboral diferente al del Estado, toda vez que en el fondo del desacuerdo se hallan tanto la aplicación de los mecanismos que la reforma laboral permite a las empresas, por un lado, como la utilización de todos los recursos sindicales frente a esa actitud, por otro. En definitiva, el acuerdo interprofesional, si se logra, será el marco del cuadro de relaciones laborales, un primer paso de los muchos que aún deberán dar patronal y sindicatos para normalizarlas del modo que exigen la estabilidad y el desarrollo socioeconómico de nuestro país.