EL debate respecto a la calidad, atracción, negocio y afección social -y a la convivencia- del ocio en Bilbao lleva implícita la tremenda dificultad de hacer congeniar los intereses de hosteleros, vecinos, turistas e instituciones, estas últimas en cuanto que son destinatarias de las pretensiones de los anteriores y encargadas de encauzar sus relaciones.
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