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Una propuesta en clave interna

La oferta realizada a través de la prensa a PNV y EA por los componentes de Bildu para formar una coalición electoral el 20-N no responde a las actitudes reales que está teniendo la izquierda abertzale ni al momento político y económico

TODO ha ocurrido de forma precipitada, casi atropellada, para los componentes de Bildu. Primero la ilegalización, después el suspense, después la legalización, luego la improvisación de listas electorales a la que siguió una campaña repentizada para terminar en la eclosión del 22-M. De la noche a la mañana, los hasta entonces injustamente excluidos se libraron del apartheid y pasaron a empuñar el bastón de mando en tantas instituciones como jamás hubieran imaginado. Ha sido una carrera meteórica, sin duda. Un éxito de tal envergadura que entraña el riesgo de que a más de uno se le haya subido a la cabeza. De hecho, algunas de las actuaciones, declaraciones y gestos de electos de Bildu dan la impresión de que la legítima ocupación de esos espacios institucionales por parte de un sector de la coalición ha abierto una vía holgada para que pasen por ella actitudes que pierden aquel sentido inicial de unilateralidad que integraría al MLNV en la vía de la normalización y reconciliación. La nueva situación surgida de las elecciones municipales y forales ha hecho derivar a algunos sectores de Bildu hacia la prepotencia y a forzar la máquina, aunque esa posición se contradiga con las expresiones ante el tribunal de los procesados en el sumario Bateragune. El posicionamiento explícito y público en favor de una sola parte de las víctimas coloca a esos representantes de Bildu en una actitud del pasado, contradictoria al reproche que continuamente arrojan sobre quienes les exigen declaraciones de condena y arrepentimiento. Y pone también en una posición desairada a quienes les acompañan en este viaje. Por ello, entre otras cosas, no es ni oportuna ni acorde con la coyuntura social, política y económica la supuesta propuesta lanzada a través de la prensa por los componentes de Bildu hacia el PNV y Aralar para conformar una coalición electoral de cara a las próximas elecciones generales del 20 de noviembre. Una oferta que no ha sorprendido a nadie -ahí están los antecedentes de 2003 por mucho que la izquierda abertzale trata ahora de desvincularla, o la realizada a Nafarroa Bai en los pasados comicios- pero que tiene una sola lectura: la interna. Porque a buen seguro esta iniciativa de una gran coalición abertzale soberanista para defender la nación vasca en Madrid podrá, sin más análisis, tener buena aceptación en las bases de la izquierda abertzale, agradecidas además de poner en un supuesto aprieto y desgastar así al PNV y a Aralar. Puro electoralismo de cara a la galería, porque no ha habido en todo este tiempo ni un solo gesto de acercamiento de Bildu al mundo nacionalista. Más bien al contrario. Una apuesta -táctica o estratégica- de esta envergadura precisa de otros mimbres y la izquierda abertzale, EA y Alternatiba no los tienen en estos momentos. Sobre todo, en el aspecto de credibilidad. Bildu debe empezar la casa por los cimientos, no por el tejado.