"Sí, venga la guerra, aunque sea el horror de los horrores, aunque sea la destrucción, aunque sea el exterminio, aunque sea la muerte. Venga la guerra sin cuartel para nadie. ¡Matar...! ¡Robar...! Esa es la obligación que se ha de imponer al soldado. ¡Nada de compasión, nada de piedad para el enemigo! Hay que ser implacable con ese adversario. La generosidad combatiendo contra él es un delito. Combatamos, sí, combatamos con guerra cruenta, sin entrañas; hay que pelear como asesinos, no como caballeros, contra esos salvajes. Hay que ser implacable contra esos cobardes asesinos que vilmente van dejando sin hijos a doscientas mil madres españolas. ¡Odio a muerte a los Estados Unidos! Y si mañana, por adversa fortuna, tenemos que abandonar las costas cubanas, hagámoslo pidiendo nuevos explosivos que sirvan para hacerla desaparecer del mapa, después de no haber dejado en el suelo piedra sobre piedra, después de haber tomado justa venganza en doscientas mil madres filibusteras para que sus muertes sean exterminio de la casta filibustera. ¡Españoles! ¡Tened por cierto que toda clase de venganza nos será perdonada por el mundo civilizado!...".
Este era el exponente del ambiente y mentalidad de aquellos días turbios, es el trabajo publicado en el periódico La Tralla, de Bilbao el 2 de abril de 1898. En febrero, había llegado al puerto de La Habana el crucero Maine, enviado por EE.UU., en prueba de amistad. Días después, de noche y sin que se sepa la causa, una espantosa explosión abrió el casco del crucero y, envuelto en llamas, comenzó a sumergirse. La opinión norteamericana atribuyó la responsabilidad de ello y la muerte de 266 marines a los españoles. Aquel mal año terminó para España, el 10 de diciembre, con la pérdida de la soberanía de Cuba -honor a Martí, héroe cubano-, Filipinas -honor al fusilado José Rizal- y Puerto Rico. Adiós imperio y lo que vendrá.
Y actualizando a hoy, ¿qué esperan los españoles, viendo la nefasta propaganda de sus periódicos, editorialistas, políticos, tertulianos y presentadores de opinión, obispos, etc., lamentables y enredadores de todo tipo, sobre lo vasco, catalán, etc., envenenándolo todo?
No aprenden la lección. Siembra vientos y recogerás tempestades. Lamentarán.