Hace cuatro décadas que otro presidente norteamericano se enfrentaba a problemas semejantes a los que hoy tiene Joe Biden y que le llevaron a perder las elecciones ante Ronald Reagan: Jimmy Carter vivió la pesadilla de tener a 55 rehenes norteamericanos en Teherán retenidos durante más de un año, al tiempo que Estados Unidos pasaba por una grave crisis económica que llevó los tipos de interés por encima del 15%.

Joe Biden se enfrenta hoy a más problemas internacionales que Carter en su día, con el riesgo de desatar una guerra de alcances imprevisibles. Sus problemas internos son también graves debido a la avalancha migratoria que lleva al país de cuatro a cinco mil personas indocumentadas diariamente

Preside además sobre una crisis internacional de proporciones mucho mayores, pues el conflicto, también en este caso con Irán, se podría extender hasta el punto de que los más pesimistas temen una tercera guerra mundial y casi todos prevén una escalada de tensiones en el Medio Oriente que involucre al gran aliado de Estados Unidos que es Israel y a la serie de países de alianzas cambiantes desde el nordeste africano hasta Irak.

El conflicto tiene ya repercusiones internas debido a la muerte de tres soldados norteamericanos en una base de Jordania, víctimas de ataques de islamistas afiliados con Irán, pues desde el Congreso exigen a Biden una respuesta que llegó este viernes en forma de ataques represalia contra objetivos en Irak y Siria.

La situación no es mucho mejor en el frente interno: no es la inflación ni el desempleo lo que aflige a los norteamericanos, sino el descontrol en las fronteras donde, además de la marea humana, entran grandes cantidades indeterminadas de drogas potentes como en fentanil, que cuestan miles de vidas entre la población norteamericana.

Si comparamos ambas presidencias, la situación parece peor para Biden de lo que fue en su día para Carter, pues el actual presidente está además afligido por una senilidad evidente que le hace perder apoyo incluso entre sus correligionarios demócratas.

Trump, la ventaja de Biden

Pero Biden tiene en cambio una ventaja sobre Carter, que es el contrincante al que podría y desea enfrentarse en las elecciones del próximo noviembre: el expresidente Trump, empecinado en volver a la Casa Blanca a pesar de sus muchos problemas legales y de que una parte del electorado que necesita para ganar asegura que no lo apoyará.

Biden ha demostrado su deseo de tener a Trump como rival, probablemente porque es el más fácil –algunos dicen que el único– a quien puede derrotar y de momento parece que su deseo va camino de cumplirse, pues Trump ha eliminado ya a casi todos sus rivales de partido y va camino de la nominación republicana.

Sin embargo, la situación podría cambiar en los próximos meses debido a la multitud de cargos penales a los que el expresidente se enfrenta. Hay ya dos sentencias que le impiden presentarse en sendos estados y existe el riesgo de la situación se extienda a otros si el Tribunal Supremo no las anula.

Trump posiblemente confía en que el Supremo, de mayoría republicana y donde 3 de sus nueve magistrados fueron nombrados por él, se pronuncie contra estas sentencias, pero el expresidente no puede contar con la fidelidad de los magistrados conservadores, quienes tienen cargos vitalicios y no dependen ya del poder ejecutivo. Lamentablemente para él, tampoco tiene asegurada la fidelidad de muchos republicanos ni de los pocos, pero decisivos, independientes, quienes aseguran que se abstendrán si están limitados a elegir entre Biden o Trump.

Haley, una amenaza real

El riesgo electoral sería mucho mayor para Biden si Trump se viera obligado a retirarse y el único candidato que aún tienen los republicanos tomara el relevo. Se trata de Nikky Haley, la exembajadora ante la ONU, de 42 años y del ala conservadora de su partido, por mucho que Donald Trump y su campaña traten ahora de presentarla como una progresista.

Pero en los meses que faltan hasta que los norteamericanos tomen esta decisión, Biden ha de sortear más obstáculos internacionales de los que tuvo Carter. Estados Unidos, así como el resto del mundo, se enfrentan a una etapa peligrosa para el bienestar económico y, sobre todo, la paz mundial, que amenaza el liderazgo internacional norteamericano sin que nadie parezca capaz de tomar el relevo.