El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, ha agradecido a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Italia, Australia y Finlandia por suspender su financiación para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), por la supuesta colusión de varios miembros de la organización con el grupo islamista Hamás.

“Hago un llamado a que más naciones se unan. Los vínculos de UNRWA con Hamás, la provisión de refugio a terroristas y la perpetuación de su gobierno son innegables. Los dirigentes de UNRWA deben ser destituidos e investigados exhaustivamente”, indicó Katz a través de un comunicado.

Israel asegura que una docena de trabajadores de la UNRWA participó en el ataque que Hamás perpetró el 7 de octubre, que incluyó el lanzamiento de miles de cohetes y la infiltración simultánea de milicianos que masacraron a unas 1.200 personas y secuestraron a otras 250 en poblaciones israelíes cercanas a la Franja de Gaza. “Llevamos años advirtiendo: la UNRWA perpetúa la cuestión de los refugiados, obstruye la paz y sirve como brazo civil de Hamás en Gaza”, dijo Katz, al subrayar que trabajará personalmente para promover una política que garantice que la UNRWA no sea parte del funcionamiento en la Franja una vez concluida la guerra.

“Trabajaremos para obtener apoyo bipartidista en Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones a nivel mundial para esta política destinada a detener las actividades de la UNRWA en Gaza”, explicó.

Abren una investigación La UNRWA anunció el pasado viernes el despido inmediato de varios miembros de su personal, y el inicio de una investigación “para establecer la verdad” y “para proteger la capacidad de la agencia de prestar asistencia” en Gaza, donde el 85% de la población (1,9 millones de palestinos) está desplazada y viviendo una crisis humanitaria sin precedentes.

Estados Unidos, el principal socio y proveedor de armas de Israel, se dijo “extremadamente preocupado” por las acusaciones contra la UNRWA y fue el primer país en suspender temporalmente la financiación a la agencia mientras se investiga y se determinan las medidas que Naciones Unidas tomará. Sin embargo, Estados Unidos reconoció que la agencia ha desempeñado hasta ahora “un papel fundamental” para brindar asistencia a los palestinos, como alimentos y medicinas, y ha “salvado vidas”.

Por otro lado, la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna partes reducidas de Cisjordania ocupada, criticó a los países que suspendieron su financiación a la UNRWA antes de que se desarrolle siquiera la investigación. Además, señaló que, aún si se confirma que algunos trabajadores de la UNRWA cooperaron con Hamás, no se debe perjudicar a la organización ni a sus misiones humanitarias, pues la conducta de un grupo de empleados “no refleja la política, las directivas e instrucciones de sus funcionarios, ni la credibilidad del trabajo al servicio de los refugiados palestinos” de la organización.

Negativa de Hamás

Hamás, por su parte,  negó ayer que personal de la ONU colabore con sus acciones milicianas, luego de que Israel acusó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de alinearse con el grupo islamista y a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) de contar con empleados que participaron en la masacre del 7 de octubre. “Condenamos enérgicamente la campaña de incitación lanzada por la entidad criminal sionista contra las instituciones internacionales que contribuyen al alivio de nuestro pueblo, que está siendo sometido al genocidio nazi”, indicó Hamás en un comunicado.

El grupo islamista hizo referencia a una “infundada acusación” por parte de Israel “contra la Organización Mundial de la Salud sobre una supuesta ‘colusión’ con el movimiento Hamás”, así como a una “incitación contra la UNRWA con el objetivo de cortarle financiación y privar al pueblo palestino de su derecho a los servicios de estas agencias internacionales”, continuó.

Con más de 30.000 empleados, la UNRWA es la mayor organización que trabaja en Gaza al margen del Gobierno de la Franja, controlado por Hamás desde 2007. La ofensiva israelí ha dejado en el enclave palestino más de 26.257 muertos y 64.797 heridos, mientras los supervivientes enfrentan una crisis humanitaria sin precedentes.