Un tribunal australiano anuló este jueves las condenas impuesta a Kathleen Folbigg, quien pasó dos décadas en la cárcel por el asesinato de sus cuatro bebés y fue indultada en junio pasado después de que una revisión de su caso determinara que existían dudas razonables sobre su culpabilidad.

"Existe una duda razonable sobre la culpabilidad de la señora Folbigg, lo que justifica que cada una de las condenas (por tres cargos de asesinato y uno de homicidio involuntario) sean anuladas y que se dicten sentencias absolutorias", según el resumen del fallo emitido este jueves por el Tribunal de Apelación Penal del estado de Nueva Gales del Sur.

La australiana, de 56 años, -cuyo caso fue reabierto en 2021 a raíz de una investigación coordinada por una científica española que vinculaba los decesos a fallos genéticos- fue condenada en 2003 a 40 años de prisión, rebajados a 30 años en 2005, por la muerte de sus hijos (Caleb, Patrick, Sarah y Laura) entre 1989 y 1999, cuando éstos tenían entre 19 días y 18 meses.

"Esperaba y rezaba para que algún día pudiera estar aquí con mi nombre limpio", declaró hoy Folbigg en Sídney tras conocer el fallo de la máxima instancia de apelación judicial de Nueva Gales del Sur.

"El sistema prefirió culparme a mí en lugar de aceptar que, a veces, los niños pueden morir y mueren de forma repentina, inesperada y desgarradora", lamentó Folbigg- que fue tachada como "la peor asesina en serie" de Australia.

Al pedir que tanto el sistema como la sociedad reflexione "antes de culpar a unos padres por hacer daño a sus hijos", la mujer confió en que nadie más tenga que sufrir lo que yo sufrí".

El indulto tras la revisión del caso

La decisión de este jueves se apoya en las conclusiones de la revisión de este caso por el exjuez Tom Bathurst, quien llegó a la conclusión de que "existen dudas razonables" sobre la culpabilidad de Folbigg, lo que motivó a la gobernadora de Nueva Gales del Sur, Margaret Beazley, a firmar en junio pasado el indulto de la mujer.

A raíz del indulto, Folbigg fue puesta en libertad, mientras Bathurst refirió el caso al Tribunal de Apelación para que anulara las condenas u ordenara otro proceso.

Nuevas pruebas científicas

En su fallo, el Tribunal de Apelación coincidió con Bathurst sobre los datos que aportan las nuevas pruebas científicas en este caso, así como en la conclusión de que las entradas del diario de la señora Folbigg, que se usaron para incriminarla, "no eran admisiones fiables de culpabilidad".

En sus declaraciones a la prensa, Folbigg agradeció que la genética y los avances científicos le dieran respuestas sobre la muerte de sus hijos, aunque lamentó que en 1999 su defensa tenía " respuestas legales para demostrar mi inocencia (y éstas) fueron ignoradas y desestimadas".

Indemnización

"El sufrimiento de una mujer inocente puede y debe ser reconocido y convertirse en un importante impulso para mejorar nuestro sistema judicial", declaró por su parte la abogada Rhanee Rego en declaraciones recogidas por la cadena pública ABC, en las que adelantó que pedirá una indemnización "sustancial" para Folbigg.

Si bien se desconoce la suma se tiene el precedente del caso de Lindy Chamberlain y su exesposo Michael, quienes fueron indultados por la muerte de su hija Azaria, tras anularse sus condenas en 1988.

La pareja, cuyo bebé fue robada por un dingo (perro salvaje) en Uluru- situado en el desierto australiano y cuya historia fue llevada al cine- fueron indemnizados en 1992 con 1,3 millones de dólares australianos (870.000 dólares estadounidenses o 800.000 euros), según el diario Sydney Morning Herald.

El papel de una científica española

El caso fue reabierto a raíz de una carta enviada en 2021 a las autoridades australianas por un centenar de científicos -incluidos dos premios Nobel- para solicitar el indulto y la liberación inmediata de Folbigg.

El detonante de este pedido fueron las conclusiones a las que llegaron en 2020 por un equipo de científicos, coordinado por la inmunóloga española Carola García de Vinuesa y liderado por el danés Michael Toft Overgaard, quienes apuntaron que los decesos de los bebés de Folbigg podrían deberse a causas genéticas.

Además, el estudio, conformado por un equipo internacional de 27 científicos, constató que los niños portaban variantes raras de un gen que mata a roedores por ataques epilépticos.

"Es una buenísima noticia y un recordatorio de que el sistema judicial necesita escuchar más a la ciencia, y valorar más la aportación de la medicina genómica para entender la causa de muerte súbita y enfermedades raras, antes de culpar a las madres", dijo hoy la científica española.