Turquía conmemoró ayer el centenario del nacimiento del país como república moderna con un nombre por encima de todos, el de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, admirado y denostado a partes iguales cuando se abre la comparación respecto la figura del fundador de Turquía, Mustafá Kemal Atatürk.

El país festejó este aniversario en privacidad, después de que el programa de celebraciones se publicara hace solo una semana sin invitaciones a líderes extranjeros, destacó Soli Özel, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Kadir Has de Estambul.

El presidente es acusado por sus detractores de impulsar una “nueva Turquía”, más conservadora. Además de dar forma a la política y la sociedad turcas, Erdogan también parece ser muy consciente de su influencia geopolítica.

Por ejemplo, después de un enfrentamiento diplomático de 17 meses, Erdogan firmó el pasado lunes los protocolos de adhesión de Estocolmo y envió los documentos a la Asamblea Parlamentaria en Ankara para su ratificación, donde su partido, Justicia y Desarrollo (AKP), tiene mayoría junto con su aliado, el ultranacionalista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP).

El presidente turco había dicho anteriormente que daría su aprobación a la adhesión de Suecia “si Estados Unidos cumple sus promesas”, en referencia a la venta de aviones de combate F-16 a Turquía, bloqueada por el Congreso estadounidense.

Ankara levantó el veto y permitió que Finlandia se uniera a la Alianza en marzo, pero solo después de que se levantara el embargo a la venta de armas a Turquía que Helsinki había impuesto en 2019, tras las operaciones turcas contra las fuerzas kurdas en el norte de Siria.

PAPEL MEDIADOR

Otro terreno en el que Erdogan ha adquirido especial prominencia es el de la mediación internacional. El año pasado, por ejemplo, Turquía se ofreció como interlocutor entre Ucrania y Rusia, ayudando a negociar un acuerdo que permitió exportaciones seguras de cereales a través del mar Negro.

Desde entonces, Turquía ha estado en conversaciones con las partes sobre la reactivación del acuerdo, que colapsó después de que Rusia se retirara menos de un año después.

GUERRA CONTRA EL PKK

La Turquía de Erdogan es también un país en guerra contra las milicias del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un conflicto histórico que ha marcado parte del devenir de la política turca junto a la persecución liderada por el mandatario contra el movimiento FETO del clérigo Fetulá Gulen, al que acusa de instigar un fallido golpe de Estado en 2016.

El golpe desató una ola de detenciones y represión duramente criticada internacionalmente, al tiempo que empezaba una serie de campañas que Turquía desencadenó a partir de ese año en Siria e Irak, con la operación Escudo del Éufrates.