Washington - El polémico magnate Donald Trump puede presumir de casi todo, menos de una cosa: experiencia previa en un cargo político. En ese terreno, Trump bien podría asemejarse a un concursante de The Apprentice (El Aprendiz), el popular programa que le lanzó al estrellato televisivo al grito de “¡Estás despedido!”. De hecho, el ya virtual presidente electo, que ejercía en ese espacio de juez implacable ante la destreza empresarial de jóvenes aprendices que aspiraban a un suculento contrato anual para dirigir una de sus compañías, abomina de la clase política. “Yo no soy un político. Los políticos hablan y no actúan. Yo soy lo contrario”, subrayó Trump hace casi un año, tras postularse el 16 de junio de 2015 a la Casa Blanca con un controvertido discurso en el que llamó “violadores” a los inmigrantes mexicanos.
El pasado abril, el impulsivo multimillonario reconoció que solo ha “sido un político durante un tiempo muy corto”, y está en proceso de “aprendizaje”. “Lo que realmente he sido es un empresario exitoso durante mucho tiempo”, matizó Trump, conocido por su autoestima sin límites. Tanto es así, que en 1995 publicó en The New York Times un artículo titulado, sin empacho alguno, “Lo que mi ego quiere, mi ego lo consigue”, filosofía que ha impulsado su meteórico e inesperado ascenso.
Antes de competir por la Casa Blanca con una campaña plagada de insultos, Trump era ya en Estados Unidos toda una celebridad con una biografía digna de un guion de Hollywood. Nacido el 14 de junio de 1946 en el neoyorquino barrio de Queens, Trump es el cuarto de los cinco hijos de Fred Trump, constructor de origen alemán, y Mary MacLeod, ama de casa de procedencia escocesa. El pequeño Donald “era un bocazas matón” aficionado a “decir palabrotas a todo volumen”. Trump se graduó en 1964 en la academia militar y en 1968, se licenció en Economía. Trump se hizo en 1971 con las riendas de la compañía, rebautizada como The Trump Organization, y se mudó a la glamurosa Manhattan a la caza de una fama que llegó a base de proyectos pomposos, autobombo, verdades a medias y una relación borrascosa con la prensa. - Pedro Alonso