Sofía. El Parlamento búlgaro aceptó ayer la dimisión del primer ministro, Boiko Borisov, y de su gobierno, que presentó el miércoles su renuncia en respuesta a la ola de protestas contra las políticas de austeridad. Los diputados aprobaron la renuncia por 209 votos frente a 5, con una abstención. El jefe de Estado, Rossen Plevniliev, anunció por su parte conversaciones con todos los partidos para la formación de un nuevo gobierno de transición. El presidente quiere evitar la disolución del Parlamento, para que éste pueda seguir ocupándose de los problemas más urgentes del país.

"Bulgaria necesita instituciones estables y capaces de funcionar", dijo ayer en declaraciones a la televisión y a la radio del país. El presidente prometió a activistas su participación en un "consejo social" bajo su dirección, que incluiría a sindicatos y organizaciones civiles. Sin embargo, rechazó la exigencia de los manifestantes de una gran asamblea popular que cambie la Constitución.

Antes de encargar a Borisov la formación del gabinete, Plevniliev se pronunciará sobre la situación actual del país. El partido conservador de Borisov GERB y los socialistas en la oposición descartaron su participación en un gobierno de transición hasta que se celebren nuevas elecciones, que se prevé se adelanten a finales de abril. Originalmente debían celebrarse en julio. Sigue siendo una incógnita si será un partido menor el que se encargue de la formación de gobierno. Si no es así, habría que celebrar los comicios lo antes posible y hasta ese momento asumiría un gobierno interino nombrado por él, según Plevniliev. Los activistas anunciaron nuevas acciones, entre ellas una gran manifestación mañana sábado en Sofía.