Argentina es semifinalista y su conquista obedece fielmente a lo que deparó un choque disputado al límite, donde Países Bajos estuvo siempre a remolque y así todo consiguió forzar la prórroga y los penaltis de modo increíble. El amor propio combinado con la desesperación de los tallos que dirige Van Gaal complicó la vida a Messi y compañía, que demostraron poseer más recursos futbolísticos. También un inconformismo que le dio la clasificación y refuerza su candidatura al título.

Para llegar al único objetivo, el triunfo, de salida ambas selecciones optaron por hacer exactamente lo contrario de aquello que en teoría sirve para ganar. Compartieron esquema, tres centrales y un delantero y medio, y actitud. Desde luego, Van Gaal y Scaloni no se rompieron la cabeza: cero concesiones, cero riesgos, evitar a toda costa cualquier sobresalto y dejar que el partido se fuese consumiendo sin que hubiese nada de interés para el espectador, algo que mereciese la pena, un detalle. Así que los minutos fueron pasando lentamente con el personal pendiente de que a alguien se le encendiese la bombilla y alterase el curso de una pelea insulsa, aburrida, impropia de un partido tan trascendente.

El desarrollo del primer cuarto de hora legitimaba pedir la devolución del importe de la entrada. Cumplida la media hora se multiplicaron los motivos para cursar la reclamación. Ni un avance, ni un remate, ni un regate que alegrase la vista. Pero claro, si el partido reclamaba una pizca de ingenio, no era ningún secreto que el más dotado para rescatar el fútbol de la espesura iba vestido de albiceleste. La primera aparición de Messi permitió que De Paul se sacase un tirito desde la frontal; la segunda puso en ventaja a Argentina: recibió de Nahuel a unos metros del área, condujo en diagonal atrayendo enemigos y, sin levantar la mirada, sirvió un pase al espacio para dejar a Nahuel mano a mano con un Noppert vendido.

Un nuevo intento baldío de Messi cerró el primer período sin que Países Bajos diese ni el más mínimo síntoma de reacción. El portero argentino se retiró inédito a la caseta. La decepción naranja se prolongó en el segundo acto. Van Gaal introdujo dos cambios, aunque mantuvo el dibujo y enfrente no tuvieron mayores problemas para anular el afán de los europeos de poner una marcha más. Colocación, agresividad en la disputa, oficio en suma para no sufrir. Rebasada la hora, Messi volvió a asomar para meter miedo en un golpe franco que salió a centímetros del larguero y Van Gaal ya no aguantó más: puso un tanque arriba, Luuk de Jong, y restó un defensa.

Obligados

¿Demasiado tarde? Pues pareció que sí. Una entrada imprudente de Dumfries sobre Acuña daba a Messi la posibilidad de establecer una distancia que se antojaba definitiva. Convirtió el penalti con Noppert haciendo la estatua y Países Bajos, qué remedio yendo dos abajo y en plena recta final, ya cambió por completo de registro. Agregó un segundo ariete y se lanzó al ataque en tromba, con balones directos, sin elaboración, buscando conectar con sus torres, a las que se sumó Van Dijk, y pudo comprimir el marcador gracias un cabezazo picado de Weghorst.

Argentina entró en pánico y enfrente insistieron, a la desesperada. Una tángana provocada por Paredes, que debió irse a la calle, elevó el añadido a los diez minutos y en el suspiro final se asistió a la mayor genialidad colectiva del torneo, un golpe franco de pizarra que dejó con el molde a la zaga mientras Weghorst recibía en corto a la altura de la barrera y cruzaba raso a la red. Increíble, pero cierto. Prórroga.

Aquí recuperó el mando Argentina, suyos fueron todos los remates, ocho, al menos tres muy nítidos, uno a la madera, con el rival desbordado, hundido en torno a Noppert. El orgullo exhibido por Argentina en este tramo le hizo acreedora al éxito, tanto que el trance de los penaltis le cayó como una penitencia; al revés que a Países Bajos, que suspiró aliviada, el destino le acababa de regalar un comodín. Pero los once metros impartieron justicia, si bien aderezada con una dosis extra de emoción. De hecho, Lautaro Martínez necesitó meter el quinto para liquidar el asunto.

Ficha técnica

2 - Países Bajos: Andries Noppert; Jurrien Timber, Nathan Aké, Virgil Van Dijk, Denzel Dumfries; Marten De Roon (Teun Koopmeiners, m.46), Frenkie DE Jong, Daley Blind (Luuk De Jong, m.65); Steven Bergwijn (Steven Berghuis, m.46), Cody Gakpo (Noa Lang, m.113) y Memphis Depay (Wout Weghorst, m.79).

2 - Argentina: Dibu Martínez; Nahuel Molina (Gonzalo Montiel, m.105), Cristián Romero (Germán Pezzella, m.78), Nicolás Otamendi, Lisandro Martínez (Angel Di María, m.112), Marcos Acuña (Nicolás Tagliafico, m.78); Rodrigo De Paul (Leandro Paredes, m.67), Enzo Fernández, Alexis Mac Allister; Leo Messi y Julian Álvarez (Lautaro Martínez, m.81).

Goles: 0-1, m.35: Nahuel Molina; 0-2, m.73: Messi, de penalti; 2-1, m.83: Wout Weghorst; 2-2, m.111: Wout Weghorst.

Penaltis: 0-0: Van Dijk, para Dibu Martínez; 0-1, Messi: gol; 0-1, Steven Berghuis, para Dibu Martínez; 0-2, Leandro Paredes, gol; 1-2, Teun Koopmeiners; 1-3, Gonzalo Montiel: gol; 2-3, Wout Weghorst; 2-3, Enzo Fernández, fuera; 3-3, Luuk De Jong gol

Árbitro: Antonio Mateu Lahoz (ESP). Mostró tarjeta amarilla a Walter Samuel, ayudante del seleccionador Lionel Scaloni, Marcos Acuña, Cristian Romero, Lisandro Martínez, Leandro Paredes, Leo Messi, Nicolás Otamendi, Gonzalo Montiel y Germán Pezzella, de Argentina y a Jurrien Timber, Memphis Depay, Steven Berghuis y Wout Weghorst (en el banquillo), de Países Bajos.

Incidencias: encuentro de los cuartos de final de Qatar 2022 disputado en el estadio de Lusail ante 88.235 espectadores.