Ahorrar en gasolina se ha convertido en una prioridad para muchos conductores, especialmente en un contexto de inflación y precios fluctuantes del combustible. Aunque existen muchos consejos para reducir el consumo, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha revelado un truco sencillo y eficaz que puede marcar la diferencia: mantener una velocidad adecuada. A través de su perfil oficial en X (antes Twitter), el organismo ha recordado que conducir a 90 km/h es la velocidad óptima para reducir el consumo de combustible, y que sobrepasarla de forma innecesaria puede disparar el gasto hasta en un 30%.

Este consejo, más allá de su impacto económico, también tiene implicaciones para la seguridad vial. A continuación, se analizan los motivos detrás de esta recomendación y cómo implementarla en la conducción diaria.

La velocidad ideal: 90 km/h, según la DGT

La DGT ha señalado que el consumo ideal de combustible se alcanza cuando se circula a una velocidad constante de 90 km/h. Esta cifra no es casual: a esa velocidad, el motor trabaja de forma eficiente, sin esfuerzos innecesarios ni aceleraciones bruscas que aumentan el gasto energético. Es especialmente útil en carreteras secundarias o tramos sin tráfico denso, donde mantener una velocidad constante es más viable.

Cuando el conductor aumenta la velocidad a 120 km/h, el consumo de carburante puede incrementarse hasta un 30%. Este aumento responde a una mayor resistencia aerodinámica y a un esfuerzo adicional del motor, lo que se traduce en más gasolina quemada por kilómetro recorrido. Por tanto, aunque pueda parecer que se gana tiempo, lo cierto es que el coste económico y ambiental también se incrementa de forma significativa.

Mayor seguridad en la carretera

La DGT no solo recomienda esta velocidad por motivos de consumo, sino también por seguridad. A menor velocidad, se reduce la distancia de frenado y el riesgo de accidentes graves. En caso de una maniobra imprevista, un vehículo que circula a 90 km/h tiene más margen de reacción que uno que va a 120 km/h o más.

Este doble beneficio, menos consumo y mayor seguridad, convierte a esta recomendación en una de las más valiosas para cualquier conductor. Además, circular a menor velocidad también disminuye el estrés al volante y favorece una conducción más relajada y consciente.

Consejos para mantener el consumo bajo en carretera

Además de reducir la velocidad, existen otros hábitos que pueden contribuir al ahorro de combustible en cada trayecto:

  • Evitar acelerones y frenazos bruscos: Conducir de forma suave y anticipada reduce el gasto de carburante.
  • Mantener una marcha alta siempre que sea posible: El motor trabaja mejor a bajas revoluciones.
  • Planificar la ruta para evitar atascos: El tráfico denso implica más paradas y más consumo.
  • Apagar el motor en paradas largas: Si vas a estar detenido más de un minuto, apagar el motor puede ser más eficiente que dejarlo al ralentí.
  • Comprobar la presión de los neumáticos: Una presión baja aumenta la resistencia a la rodadura y, con ella, el consumo.

Además de reducir la velocidad, existen otros hábitos que pueden contribuir al ahorro de combustible en cada trayecto Freepik

El coste real de conducir a más velocidad

Muchos conductores consideran que subir la velocidad es sinónimo de llegar antes a su destino. Sin embargo, en trayectos cortos y medios, la diferencia de tiempo entre circular a 90 km/h y a 120 km/h suele ser mínima. En cambio, el impacto sobre el consumo y el bolsillo es mucho más relevante.

Pongamos un ejemplo práctico: si el consumo medio de un coche es de 5,5 litros a los 90 km/h, puede subir hasta los 7,1 litros al aumentar a 120 km/h. Si se recorren 100 km, el gasto extra puede superar fácilmente los 2 euros, que multiplicados por los trayectos mensuales se convierten en una suma considerable.