El aire que respiramos es fundamentalmente nitrógeno y oxígeno en una proporción del 78% y el 21%, respectivamente, además del 0,89% de gases nobles, el 0,1% de agua y pequeñas cantidades de otros gases. Es, por tanto, el elemento más abundante que existen en la Tierra.

Es el mismo aire comprimido con el que se hinchan los neumáticos con carácter general. Y sin embargo últimamente está proliferando el empleo del nitrógeno para inflar las ruedas de los vehículos a motor.

De hecho los de los coches de Fórmula 1 y rallies, y las ruedas del tren de aterrizaje de los aviones de gran capacidad, suelen contener nitrógeno por sus ventajas frente al aire tradicional.

Hay mucho debate entorno a esta elección, ya que los detractores de este gas no consideran apreciables sus ventajas. Además de destacar su dificultad para encontrarlo (fundamentalmente en establecimientos especializados de neumáticos) ya que no suele estar disponible en las gasolineras y en los talleres habituales.

También inciden en que el aire comprimido ya lleva un 78% de nitrógeno, por lo que completarlo al cien por cien no aporta muchas ventajas extra.

Otra desventaja del nitrógeno es el precio. El inflado con aire comprimido es gratis en los talleres y en muchas gasolineras (aunque cada vez son más las que cobran) mientas que hincharlas con nitrógeno, sin ser excesivamente caro, suele costar unos 5 euros por rueda.

En cualquier caso muchos expertos apuestan por el nitrógeno como el futuro más inmediato para el inflado de los neumáticos. Estas son algunos de sus ventajas.

  • Mayor duración de las gomas. Utilizando nitrógeno en los neumáticos la presión dentro de las ruedas es más estable, lo que prolonga su duración hasta un 20%, según los expertos.
  • Más seguro. Es menos propenso a tener fugas y no se pierde tanta presión como con el aire comprimido. Su tamaño molecular es más grande que el de otros gases, por lo que cualquier fuga que pueda experimentar el neumático se realiza hasta cuatro veces más lenta que con aire común. Además hay menos riesgo de explosión ya que no es tan inflamable como el oxígeno.
  • Optimiza el consumo. Favorece el ahorro de combustible al mejorar la rodadura y, como resultado, es más respetuoso con el medio ambiente al minimizar las emisiones de CO2.
  • Incrementa la adherencia y el agarre. El neumático se comporta de forma más eficiente en todos sus aspectos reduciendo la deformación del neumático ante los diferentes cambios de presión. Esto se hace notar en las frenadas que son óptimas y mejor soportadas por el neumático.
  • Menor riesgo de reventón. Es un gas más tolerante con los cambios de temperatura, esto propicia que cuando las temperaturas son elevadas, la presión de las ruedas no se incremente tanto como sucedería con aire convencional. Este fenómeno reduce el riesgo de sufrir reventones inesperados.
  • Mejoran la conducción. La estabilidad en las curvas será la adecuada y la presión transmitida al resto de componentes, como los amortiguadores y la dirección, también se verá mejorada.
  • Apto para todo tipo de neumáticos. No importa el modelo, marca, ancho diámetro o tamaño de los neumáticos, el nitrógeno se adapta a ellos en todas las situaciones.