A todos nos ha pasado: unos zapatos que parecían perfectos en la tienda se convierten en una tortura al llegar a casa. Antes de pensar en tirarlos o regalarlos, hay remedios sencillos que pueden ayudarte a ganar espacio sin estropear el calzado. Uno de los más curiosos es el de la patata.

La solanina es un compuesto químico natural que algunas plantas, como la patata, producen para defenderse de insectos y hongos Freepik

El procedimiento es fácil: se pela una patata mediana, se envuelve en un paño limpio y se introduce en el zapato durante toda la noche. La humedad natural y la presión hacen que el material ceda ligeramente. Al día siguiente basta con retirarla, limpiar bien el interior y probar el zapato. Es un recurso especialmente útil en calzado de cuero o materiales rígidos, donde suele costar más que se adapten al pie.

Otros trucos funcionales

Además de la patata, existen otros trucos caseros que llevan décadas utilizándose. El más conocido es el del papel de periódico húmedo. Solo hay que arrugar varias hojas, mojarlas ligeramente y rellenar bien el interior del zapato. Durante la noche, el papel se expande y estira las costuras. Tras retirarlo, el calzado suele quedar más cómodo.

Otro método consiste en usar granos de arroz, trigo o avena. Se colocan dentro del zapato con un poco de agua. Al absorber la humedad, los granos se inflan y empujan desde dentro. Es un sistema especialmente práctico para botas o calzado de caña alta, donde la presión se distribuye de forma uniforme.

Estos remedios son fáciles de aplicar y no requieren ningún gasto adicional. Solo exigen algo de paciencia, ya que puede ser necesario repetirlos varias veces hasta lograr el ajuste deseado.

Consejos para no dañar tus zapatos

Aunque estos trucos son seguros, conviene tomar precauciones. En el caso del cuero, es recomendable hidratarlo con una crema específica tras el proceso, ya que la humedad puede resecarlo. También se aconseja colocar siempre un paño protector entre la patata, el papel húmedo o la bolsa de agua y el interior del zapato, para evitar marcas o manchas.

Zapatos desordenados Pixabay

Nunca recurras a fuentes de calor directo, como radiadores o secadores, para acelerar el proceso, porque podrías deformar o agrietar el material. La clave está en la paciencia: mejor repetir el método varias noches seguidas que arriesgarse a estropear los zapatos.

Con estos remedios caseros no se trata de cambiar la talla del zapato, pero sí de conseguir unos milímetros extra que marquen la diferencia entre un par olvidado en el armario y otro que puedes volver a usar con comodidad.

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En un momento en el que cada vez se apuesta más por el consumo responsable y por alargar la vida útil de lo que ya tenemos, estos trucos sencillos son una alternativa práctica y económica.

En definitiva, antes de renunciar a esos zapatos que aprietan, merece la pena probar con una patata, papel de periódico o una bolsa de agua en el congelador. Quizá descubras que el calzado que dabas por perdido puede seguir acompañándote mucho tiempo más.