El nacionalayusismo mediático saca la artillería pesada en la guerra por la conquista del PP madrileño. Ya no son solo ataques verbales desde columnas o editoriales, sino encuestas en las que a Casado empieza a irle entre de pena y de puñetera pena. Si ayer fue El Mundo el que lo contaba con sacarina ("Ayuso roza la mayoría absoluta"), hoy son El Español y El Confidencial los que lanzan sus obuses demoscópicos contra Génova a ver si el chico de Palencia entra en razón.

El diario de Pedro J. Ramírez augura un castañazo de órdago. "Pablo Casado ha perdido 17 escaños en el último mes de guerra entre Génova e Isabel Díaz Ayuso", reza el titular de apertura. Más abajo se nos cuenta que el PP vuelve a estar por debajo de la centena de diputados.

En El Confidencial no son tan negros los augurios. Todavía se concede la delantera al PP sobre el PSOE por unas décimas, pero el cuento es el mismo: "La lucha contra Ayuso merma a Casado y Yolanda Díaz reanima a la izquierda". La información contiene un aviso a navegantes del analista electoral de la cabecera (así lo nombran), Ignacio Varela: "Casado no se puede permitir el lujo de ir contra sus barones, el suyo es un liderazgo endeble, son ellos los que le llevarán, dado el caso, a la Moncloa".

Por ahí apunta también Santiago González en El Mundo: "Tal vez Casado lo entienda cuando las encuestas para las generales diluyan sus expectativas de triunfo, si es que las tiene, y no alcance la Moncloa ni siquiera con un apoyo de Vox que no ha pedido y que Abascal no regalará para agradecerle los insultos".

En ABC, junto a la foto de la distensión de ayer en La Almudena, un titular más que escéptico: "Ayuso-Almeida, buenas palabras, pero lejos de firmar la paz". Dentro, José María Carrascal empuña su pluma a favor de la lideresa de Sol: "Es evidente que la presidenta regional tiene mucho más tirón no ya en el partido, sino entre el público general, pudiendo incluso arrastrar algunos seguidores que se han ido a Vox, con quien no tiene inconveniente en pactar, mientras Pablo Casado mantiene las distancias. Su arrastre es también menor. Pero la realidad y el drama es que cuando el Partido Popular ha encontrado finalmente al 'hombre fuerte' que necesita el partido y que necesita el país, resulta que es una mujer". ¿Qué quiere decir esa última frase? Ni idea, pero suena bastante mal.

Génova llama por teléfono a las redacciones

Y aunque esto es de ayer, les hago partícipes de la denuncia del columnista de ABC Agustín Pery: "Génova descuelga teléfonos en modo plañidera para patalear un poco lo que presiente y temen. «Está claro que estáis con Ayuso, habéis tomado partido». Lo previsible es que se sucedan esas llamadas de redacción en redacción, que se alternan los tics lacrimógenos con la gestualidad de hidalgo ofendido".

No es muy probable que esos fontaneros genoveses llamen a Libertad Digital, donde desde el primero (Losantos) al último son ayusers. Y hasta compiten entre sí en lisonjas a la doña. He aquí la enésima de Pablo Molina: "Lo esencial es que el votante español está convencido de que Isabel Díaz Ayuso es la figura política del momento. Encumbrada por los liberal-conservadores y temida por los izquierdistas, la presidenta madrileña es la que mejor representa los valores que comparte la inmensa mayoría de votantes de su partido y de Vox, las dos únicas fuerzas con capacidad para dar carpetazo al sanchismo si permanecen unidas".

Les cierro el parte de guerra del día en Vozpópuli, donde Gabriel Sanz se mete en un curioso jardín: "Pablo Casado no es machista, no lo creo, pero sí creo que está actuando frente a Ayuso -por lo menos es la imagen que traslada- con una suerte de paternalismo mal entendido, probablemente derivado de que fue él quien se empeñó contra viento y marea en ponerla de candidata a las autonómicas madrileñas de mayo de 2019. Y eso, le guste o no, también es machismo; micromachismo o macromachismo, escríbanlo con el prefijo que más les guste".