Poner la lavadora parece una tarea sencilla y en principio no debería tener mayor dificultad. Se coloca la ropa en el tambor, se pone el jabón, el suavizante, el desinfectante y se elige el programa más adecuado. 

Sin embargo, muchas veces tenemos dudas, tanto con la cantidad de producto que debemos utilizar como con la temperatura del agua. Dependiendo del número de prendas que hayamos puesto en la lavadora, así como del tipo de ropa que vayamos a lavar y del nivel de suciedad será más conveniente elegir un programa u otro.

Temperatura recomendada

La temperatura estándar para hacer la colada suele ser de 30ºC, pero los expertos señalan que hay que elegir siempre la más adecuada al tejido y a la suciedad de la prenda.

En el caso de los pantalones vaqueros, no aconsejan lavarlos nunca a más de 30 grados; en cuanto a la lana y a otros tejidos delicados, lo ideal es también lavarlos a un máximo de 30ºC puesto que a más temperatura pueden sufrir daños.

La ropa clara y sucia podemos lavarla a 40ºC, pero siempre comprobando antes en la etiqueta el tipo de tejido; una camiseta 100% algodón podría encoger con agua caliente. La ropa negra o de color, si no está muy sucia, lo mejor es lavarla a 30ºC.

Las sábanas y toallas deben lavarse como mínimo a 40ºC para eliminar bien toda la suciedad, olores y bacterias que acumulan, aunque siempre debemos tener en cuenta su color. Si son de tonos vivos, estos podrían dañarse con el agua caliente.

Un hombre coloca una cápsula de detergente líquido en el tambor de la lavadora.

¿Agua fría o caliente?

Ya hemos visto que, dependiendo del tipo de prenda, es más conveniente utilizar una temperatura u otra. Frente a los lavados con agua tibia o caliente está el de agua fría, que tiene sus propias ventajas. Una de ellas es que, al no tener que calentar el agua, reduce el consumo de energía, lo que supone un ahorro de electricidad y, en definitiva, de dinero.

Los programas de lavado de agua caliente o tibia hacen que la lavadora tenga que gastar más energía para subir la temperatura; calentar el agua supone el 90% del gasto de la energía consumida por la lavadora.

Y es que, los calentadores de agua, ya sean eléctricos o de gas, para llevar a cabo esta función consumen una cantidad significativa de energía. Usar agua fría hace que estos aparatos no tengan que funcionar, lo que se traduce en un ahorro directo de electricidad que notarás en tu bolsillo.

Así, una colada a 60 grados consume cuatro veces más electricidad que una a 30 grados. Poniendo el selector de programas en el agua fría puedes ahorrar un 40% al reducirse el gasto energético y tu factura de la luz.

Ventajas del agua fría

Una de las claves para que sea posible lavar la ropa con agua fría y que las prendas queden impecables es que hoy día muchos detergentes están formulados para ser efectivos en agua fría. De hecho, lavar en frío puede ser mejor para ciertas prendas, por ejemplo las de tonalidades fuertes, puesto que preservarán mejor su color, evitarán que se encojan y aumentarán su vida útil. Al lavar en agua caliente existe la posibilidad de que alguna prenda destiña y acabe estropeando toda tu ropa.

Además del ahorro en la factura de electricidad y una mejor conservación de las prendas, lavar en frío tiene otras ventajas y una de ellas es que la cal no se incrusta en los tubos, las resistencias y el tambor de tu lavadora, lo que mejorará su eficacia y alargará la vida útil del electrodoméstico.

Un cesto con ropa sucia junto a una lavadora.

El lavado en frío también favorece a la conservación del medio ambiente puesto que contribuye a reducir la huella de carbono. Un menor consumo de energía se traduce en menos emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la generación de electricidad.

En resumen, aunque lavar la ropa en agua fría reduce el consumo de energía y puede ser más respetuosa con el medio ambiente no es recomendable para todo tipo de prendas y, además, podría dejar olores desagradables, e incluso moho, en ambientes húmedos.