¡Salvad su memoria! En el 75 aniversario de Sabindiar Batza
Los primeros años de Sabindiar Batza se dedicaron a recopilar y organizar textos, publicados e inéditos, de Sabino de Arana con dos prioridades firmadas en 1951 por Leizaola: poner en seguridad estos documentos y asegurar la fidelidad textual
La importancia de Sabino de Arana en el nacionalismo vasco trasciende de su propia y corta vida y de su liderazgo como fundador del Partido Nacionalista Vasco. Fallecido prematuramente en 1903, en los años posteriores su legado y su doctrina continuaron siendo la referencia principal de sus sucesores. Incluso en 1930, en el proceso de reunificación que supondría la refundación del PNV, tanto desde Comunión como desde Aberri se encontró como un punto de conciliación y reconciliación la referencia de su pensamiento. Asimilado desde una mentalidad cristiana a la figura del “Mártir” y del “Maestro”, junto a la del “Héroe”, fue considerado como padre de la Patria vasca, la persona a la que se le debía su renacimiento. Y en el proceso de modernización que durante la II República experimentó el Partido Nacionalista Vasco de la mano de una nueva generación de abertzales, los principios básicos que defendió Sabino de Arana no se pusieron en cuestión.
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Es por ello que puede llegar a comprenderse que en los momentos más dramáticos de la Guerra Civil, tras el bombardeo de Gernika y en pleno avance arrollador del ejército franquista por su superioridad armamentística, con peligro grave y prometido por los sublevados de la destrucción de toda Bizkaia, fuera para los nacionalistas vascos una gran preocupación el evitar que los restos mortales de Sabino de Arana fueran profanados y destruidos, desapareciendo para siempre.
Suponiendo que el avance del frente iba a significar la pronta ocupación de Sukarrieta por los franquistas, Juan Ajuriaguerra, presidente del BBB y líder del PNV tomó la decisión de exhumar los restos del líder nacionalista, reuniéndose en su cementerio la noche del 27 de abril con Antonio Gamarra, encargado de comprar una urna y un crucifijo; el doctor Fernando Unzueta, con el cometido de llevar a cabo la exhumación; Ceferino de Jemein; Juan Bilbao; Doroteo de Ziaurritz, presidente del EBB; su chófer, Balbino Barriola; y el párroco del lugar, junto a Lucio de Artetxe, Ignacio y Fernando de Untzeta, Lucio de Aretxabaleta, Manuel Sainz de Taramona, Juan Bilbao y Tomás de Jayo.
Levantaron la losa de la tumba y depositaron los restos en la urna e incluyeron un acta, en tubo de cristal, para dejar constancia de lo ocurrido aquella noche, firmada por todos los presentes.
En La Herrera, Zalla, hasta 1989
Hicieron creer que los restos fueron a parar a la casa natal del beato Michel Garikoitz en Ibarre (Behenabarra), pero allí únicamente fueron depositados unos pocos fragmentos. Lo cierto es que la mayor parte de los restos de Sabino Arana fueron sepultados en el panteón de la familia de Manuel Sainz de Taramona, en el cementerio de la Herrera, en Zalla. Lo que no sería de conocimiento público hasta que en 1989 fueron nuevamente inhumados para volver a depositarlos en su tumba de Sukarrieta.
Esto, en mi opinión, constituyó un antecedente o prólogo de Sabindiar Batza al coincidir en la preocupación y la misión de que la figura y el legado de Sabino de Arana no se perdieran, eliminados por los enemigos de la Patria Vasca.
Se cumple este año el 75 aniversario de la constitución de Sabindiar Batza, a la que desde Sabino Arana Fundazioa dedicamos recientemente un homenaje teniendo en cuenta, entre otras cosas, que fue en algunos aspectos precedente de nuestra Fundación.
Para 1950 los nacionalistas vascos habían soportado tres derrotas. La primera en 1937, tras la ocupación de todo el territorio vasco peninsular por las tropas franquistas. La segunda en 1939, tras la victoria militar definitiva de los sublevados en todo el Estado español, poniendo fin a la II República española. Y la tercera, tras el final de la II Guerra Mundial, con la consolidación de la dictadura franquista que consiguió adaptarse al nuevo orden internacional a pesar de su ideología y apoyo mutuo con el fascismo y el nazismo durante el conflicto. Hasta el punto de que en 1951 el Gobierno vasco en el exilio acabaría siendo expulsado de su sede en París porque la Francia a la que había contribuido a liberar acabó cediendo a las injustas reclamaciones de la dictadura franquista.
El panorama no podía ser más triste y deprimente, con menos esperanzas de futuro y, en este contexto con tan poca seguridad la conservación del legado de Sabino de Arana volvió a ser una gran preocupación de los abertzales de este tiempo, tanto en el exilio como en el interior de la dictadura franquista.
La primera iniciativa la tuvo José Vilallonga, conocido como el conde rojo ya que, como otros destacados abertzales, había dado más importancia a sus convicciones democráticas y patrióticas que a sus intereses de clase, y había tenido que exiliarse tras el triunfo de los franquistas. Coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Sabino de Arana, anualmente celebrado, organizó e invitó a una comida a otros treinta abertzales en el Hotel du Fronton de Biarritz el 25 de enero de 1948 en la que presentó la idea y un proyecto de Instituto Sabiniano.
Junto a este proyecto particular desde el PNV se formuló otro y se constituyó una comisión para aunarlos formada por el propio José Vilallonga junto a Ceferino de Jemein y Manu Egileor. No pudieron llegar a un acuerdo por dos cuestiones principales: la primera, que Vilallonga pretendía que el nuevo instituto no limitara su actividad a temas relacionados con Sabino de Arana y, la segunda, que consideraba que debía ser autónomo y sin obediencia al Partido Nacionalista Vasco. Esta disparidad de opiniones supondría que Sabindiar Batza no acabara formándose hasta dos años más tarde.
14 de septiembre de 1950
El 14 de septiembre de 1950 se constituyó oficialmente en la sede del PNV en Baiona, Sabindiar Batza. Presentaron para ese día no unos estatutos de la nueva organización sino su Acta de Fundación con unas bases que la definían, impresa en un documento en euskera bizkaino, castellano y euskera gipuzkoano. Se pueden destacar las tres primeras bases en las que se definieron sus objetivos, dedicándose las siguientes a definir su organización.
En la primera base se explicaba que Sabindiar Batza nacía para “Fomentar el conocimiento profundo y completo del Maestro, Sabino de Arana y Goiri, y de su obra, difundir entre los vascos su doctrina y enseñanzas; suscitar el interés, el amor y la adhesión plena a su postulado patriota (…)”.
En la segunda se definía la que sería la principal actividad: “como objetivo fundamental e inmediato, procederá a la recogida, recapitulación y ordenación sistemática de todos sus aspectos y detalles, y preparará su publicación en ediciones bien cuidadas para facilitar su estudio y divulgación”. Y en la tercera se relacionaban otras acciones posibles: “Para la realización de los fines del Instituto, este podrá crear una Biblioteca especializada; formar Comisiones de investigación y estudio, dar cursos y conferencias; publicar boletines, folletos y libros (…) abrir encuestas y concursos; crear becas y otorgar premios, diplomas y títulos (…)”.
La primera directiva de Sabindiar Batza estuvo formada por muy destacadas personalidades del nacionalismo vasco de ese tiempo como fueron: Xabier de Gortazar (presidente), Joseba Rezola (vicepresidente), Ceferino de Jemein (secretario), Antón de Irala (vicesecretario), Jesús Mª de Leizaola (tesorero) y Gregorio Ruiz de Erzilla y Primitivo Abad (vocales).
Los primeros cinco años de Sabindiar Batza se dedicaron a su principal actividad, la recopilación y organización de los textos, publicados e inéditos, de Sabino de Arana con dos prioridades argumentadas por Leizaola ya en 1951: poner en seguridad estos documentos y asegurar la fidelidad textual. Las dos personas que más trabajaron en esta labor fueron Manu Egileor y Manu de la Sota. El primero, como gran conocedor de Sabino de Arana, y el segundo facilitando el acceso a numerosas publicaciones que conservaba en su importante biblioteca.
Para asegurar la conservación de esta documentación se realizó en Beyris un laborioso trabajo de microfilmación. Se llegaron a reproducir por este sistema más de 2.700 páginas originales en 306 tiras de 6 fotografías cada una. Este sistema permitía que la gran producción literaria de Sabino de Arana ocupara físicamente poco espacio, lo que facilitaba su conservación, al poder ser escondida con mayor facilidad y poder así evitar mejor ser descubierta y destruida, y hacía más sencillo su transporte. Se hicieron al menos cuatro copias que se distribuyeron por el mundo con el objetivo citado de dificultar su destrucción. Una se mantuvo en Iparralde y, actualmente, la conservamos en el Archivo de Sabino Arana Fundazioa. Las otras tres conocidas se enviaron a Argentina, Venezuela y la Biblioteca del Congreso en Estados Unidos.
Labor divulgativa
La labor de difusión de Sabindiar Batza tuvo su primera actividad con la publicación en 1954 del libro Arana-Goiri’tar en la Historia de Euzkadi, firmado por Marcos de Urrutia, pseudónimo que utilizó su autor, Manu Egileor, para evitar la represión de la dictadura ya que, con más de sesenta años, había vuelto a residir en Bilbao. Ese mismo año, y con mayor libertad desde su exilio en Argentina, la Editorial Vasca Ekin publicó el libro de Pedro de Basaldua titulado El Libertador Vasco. Estos dos autores, junto a Ceferino de Jemein, que en 1935 había publicado Biografía de Arana-Goiri’tar Sabin e historia gráfica del nacionalismo, eran los principales expertos en la vida y obra de Arana, y los tres colaboraron con Sabindiar Batza.
El trabajo de publicación de las obras completas, ya recopiladas, de Sabino de Arana fue muy costoso en todos los sentidos y las difíciles circunstancias en las que vivían sus exiliados promotores hicieron peligrar en muchos momentos la consecución de este objetivo.
Se plantearon diversas opciones editoriales a uno y otro lado del Atlántico en diferentes formatos y finalmente se decidió la impresión en “papel biblia”, cuyo escaso gramaje permitía la publicación en un único volumen, con el consiguiente ahorro en los costes y facilidad para su almacenamiento y transporte. La imprenta elegida estaba situada en Buenos Aires y se creó una comisión para el control de su trabajo formada por Francisco de Arregui, Andoni Astigarraga, Pedro de Amorrortu, Pedro de Basaldua y Jesús de Zabala. Desde Venezuela se proporcionó gran parte de la financiación necesaria y se encargó de su gestión a Pedro de Olariaga.
Surgieron numerosas dificultades que demoraron mucho la publicación. Entre otras, la inexistencia de tipos para imprimir las erres, eles y tés tildadas de la grafía sabiniana. Por ello no sería hasta el centenario del nacimiento de Sabino de Arana, en 1965, cuando se pudieron disponer de los primeros ejemplares de las Obras Completas de Sabino de Arana, con un prólogo de Manu Egileor. Algunos de los promotores de esta iniciativa ya habían fallecido, como Ceferino de Jemein, que murió aquel mismo año.
Cumplido su objetivo principal, Sabindiar Batza continuó su actividad desde el exilio algunos años más. Tras Xabier de Gortazar fue su presidente Joseba Rezola y a este le sucedió el historiador Ildefonso de Gurrutxaga hasta su fallecimiento de 1974. Los miembros de Sabindiar Batza, frente a todas las dificultades y adversidades, en el exilio o en la dictadura, cumplieron con el objetivo de evitar que la memoria de Sabino de Arana y su ideal de una Patria vasca en libertad fueran borrados de la faz de la tierra. Sea para ellos nuestra gratitud y recuerdo.
El autor: Luis de Guezala
Doctor en Historia y Máster en Archivística por la Universidad del País Vasco. Responsable de la Hemeroteca Uzturre y de la Biblioteca del Archivo del Nacionalismo de Sabino Arana Fundazioa.