Sabino Arana falleció el 25 de noviembre de 1903 a la edad de 38 años en Sukarrieta, Bizkaia. Este mes, por lo tanto, se cumplirán 119 años de aquel calendario en el que, por ejemplo, se publicó el primer número del periódico ABC, se fundó la empresa Ford de automóviles, murió el papa León XIII a los 93 años, en Rusia se produjo la primera escisión entre mencheviques y bolcheviques, o el vasco Tomás Meabe fundó las Juventudes Socialistas de España.

El futuro fundador de Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista vasco (EAJ-PNV) nació el 26 de enero de 1865 en la república de Abando que se anexionó a Bilbao en 1890. El 2 de febrero de 1900, Arana contrajo matrimonio con una mujer de Sukarrieta que el archivo del Obispado de Bilbao contempla como Nicolasa de Achicallende Yturri, nacida el 19 de abril de 1873 en el caserío Abiña, barrio que, como la playa de San Antonio, pertenece de forma reciente al Ayuntamiento de Busturia. Vivieron juntos tres años.

A día de hoy, tras la muerte del histórico jeltzale en 1903 y de quien él llamaba Nikole en 1951 –a los 77 años de edad–, los restos de cada uno descansan a diez metros de distancia en el cementerio de Sukarrieta. Sabino Arana está enterrado en una tumba a ras de suelo en el centro del camposanto, lugar que décadas atrás ha sido ampliado. La leyenda informa: Arana eta Goiritar, Sabin.

Imagen del matrimonio Nicolasa de Achicallende y Sabino Arana.

El nombre de Nicolasa de Achicallende no está presente a la vista en el cementerio. Sus restos descansan en un panteón con una estela esférica en la que se lee Telleria eta Aizpuru, del que eran propietarios los sobrinos de la finada, a quienes dejó su herencia.

La mujer tenía 30 años cuando Sabino Arana murió con 38. Años más tarde, Nicolasa volvió a casarse. Lo hizo con Eugenio Alegría Bilbao, capitán de la marina mercante, natural como ella de Sukarrieta, que fallecería de gripe en 1918.

Los restos de Arana, quien junto a su hermano Luis crearon la ikurriña, no han estado siempre en el cementerio de Sukarrieta. Tras el bombardeo nazi, italiano y con beneplácito de los generales españoles golpistas contra Gernika-Lumo y municipios anexos del 26 de abril de 1937, se trasladaron sus huesos a un panteón del camposanto de La Herrera de Zalla con el fin de que la tumba no fuera profanada por quienes desde el 1 de octubre de 1936 ya se autocalificaban franquistas. En enero de 1989 volvieron a ser inhumados en el cementerio del pueblo en el que residió.

Sabino Arana padecía cuando murió Addison, una enfermedad autoinmunitaria que ataca a las propias células y órganos de la persona que lo padece. También es conocida como insuficiencia suprarrenal y es un trastorno que la comunidad científica valora como “poco común” y que se produce cuando el cuerpo no produce suficiente cantidad de determinadas hormonas. En la enfermedad de Addison, las glándulas suprarrenales, ubicadas justo por encima de los riñones, producen muy poco cortisol y, a menudo, muy poca aldosterona.

Si Arana nació en 1865, nueve años antes, un doctor apellidado Trousseau utilizó el término “enfermedad bronce de Addison” para denominar a esta dolencia. Como el de Abando, otro político, el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) también padeció esta misma enfermedad. El equipo de médicos de JFK –del Partido Demócrata– se la diagnosticó en 1947. Según información de la Casa Blanca de la época, el presidente recibía hasta ocho inyecciones con sedantes antes de asistir a un acto público. Cuando se hizo público que sufría la enfermedad de Addison, Kennedy lo desmintió.

Este mes se cumplen dos efemérides relativas a la muerte de estos dos políticos. Sabino Arana murió el 25 de noviembre de 1903 a la edad de 38 años aquejado de Addison. JFK, por su parte, aunque con la misma dolencia falleció asesinado el 22 de noviembre de 1963. Las balas, disparadas precisamente por Lee Harvey Oswald, alcanzaron el cuello y la cabeza del presidente estadounidense.