El nombre Sabino Arana evoca de inmediato al fundador del PNV, al ideólogo profundamente católico y conservador sobre el que se edificó buena parte del nacionalismo vasco tradicional. Sin embargo, junto a ese Sabino histórico existió otro Sabin Arana –con n final y sin o– cuya vida transcurrió por senderos políticos, personales y humanos radicalmente distintos. Nacido en Sestao en 1944 y fallecido en Gasteiz en 2013, dedicó su existencia a la militancia revolucionaria, la defensa del mundo obrero y una concepción laica y social de la lucha política. Tan lejos se situó del fundador del PNV que incluso modificó la identidad que figuraba en sus documentos, marcada por la impronta jeltzale de su madre.

Su compromiso comenzó muy joven: con apenas 16 años entró en contacto con ETA, entonces un movimiento juvenil clandestino que combinaba activismo político, reivindicación cultural vasca y resistencia frente al franquismo. Inició su militancia con tareas básicas –charlas, pintadas, propaganda–, pero en 1962 ya era responsable de la organización en Sestao. Aquella Euskadi industrial y oprimida ofrecía pocos espacios para una izquierda de su gusto y, para numerosos jóvenes como él, ETA era el único cauce de oposición frontal al régimen autócrata.

En sus últimos años fue uno de los impulsores de Goldatu, colectivo dedicado a la memoria de las personas represaliadas por el franquismo

Franquismo y represión

La represión marcó sus primeros pasos. Según recuerdan, “en los años 60 bastaba tocar el txistu o acompañar a músicos en una fiesta para ser detenido, multado o encarcelado”. Arana en 1963 enfermó de tuberculosis y, durante la convalecencia, se sumergió en lecturas clandestinas que ampliaron su horizonte político: “socialismo, marxismo, lucha obrera”. Recuperado, volvió a la militancia con una determinación reforzada hasta que, en 1968, fue detenido por última vez en Gasteiz.

Su paso por las cárceles franquistas –Martutene, El Dueso, Burgos, Carabanchel, Segovia o El Puerto de Santa María– se prolongó durante nueve años y dos meses. Allí participó en intensos debates que marcaron a toda una generación encarcelada y que fueron decisivos para su evolución hacia posiciones cercanas a ETA VI. En prisión también recuperó el euskera que había ido perdiendo desde la infancia. Su resumida biografía recogida en el libro Palabras contra el olvido. Lucha y militancia en las cárceles del franquismo (1968-1977) retrata estos procesos con detalle y sirve de base para reconstruir su trayectoria.

DEIA

DEIA Portada del libro

Las valoraciones de Carmen Ochoa Bravo, coautora del libro junto con el navarro David Beorlegui Zarranz, completan esa imagen íntima: “Era una persona muy reflexiva, delicada en su forma de hablar. No sé si tierna es la palabra. Cautivadora cuando hablaba. Miraba a los ojos. Tanto él como el resto de los cinco del libro eran personas especiales”. Tras casi una década en prisiones de Franco, Sabin fue puesto en libertad con un deseo renovado: “Al salir estaba muy motivado por disfrutar de lo no vivido: las chicas, los espacios, la naturaleza. Su enfermedad le hizo una persona pausada”, apostilla esta almeriense licenciada en Literatura Hispánica, que impartió docencia en el instituto público de Durango y que afincó su residencia en Madrid.

A estas impresiones se suma Marimar Bueno Gamiz, compañera de vida: “Era sensible, tímido. Cuidaba mucho su intimidad. Muy respetuoso. Empático. Sabía escuchar. Fue mi compañero: fue mi vida”. Ese carácter introspectivo lo acompañó siempre, también en su participación en organizaciones como LKI, ZUTIK y en movimientos sociales como EGUZKI o EKI. En sus últimos años fue uno de los impulsores de Goldatu, colectivo dedicado a la memoria de las personas represaliadas por el franquismo, y colaboró estrechamente con La Comuna, decidido a recuperar testimonios silenciados pese al deterioro de su salud. “En su último año de vida –narra Marimar- tenía dos grandes ilusiones: la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo mediante la que quieren conseguir verdad, justicia y reparación, y, por otro lado, ver a su hija acabar la carrera. Asistimos al concierto de graduación en junio. Volvimos a Gasteiz felices. El 11 de julio de 2013 ingresó y el 10 de septiembre del mismo año falleció”.

Fuga de Segovia

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La vida de Sabin Arana permite trazar un contraste entre dos concepciones vascas: la nacionalista tradicional frente a la revolucionaria obrerista; la visión católica frente a la laica; el proyecto institucional frente al militante y clandestino. Dos Sabinos que compartieron un nombre, pero no un destino. Su historia, junto a la de otros cinco militantes antifranquistas —tres de ellos ya fallecidos— se presentará en Durango el jueves 27 de noviembre a las 17:30, en un acto organizado por la asociación Bizidun y con entrada gratuita. Tomarán parte la escritora Carmen Ochoa Bravo y Josu Ibargutxi, uno de los protagonistas de la histórica Fuga de Segovia, en un encuentro que busca precisamente eso: “rescatar las voces que se negaron a desaparecer”. El ensayo contextualiza los años 70 cuando las prisiones franquistas rebosaban de presos políticos que no dejan de militar en ellas, protagonizando a veces fugas tan espectaculares como la de Segovia. En sus 400 páginas, seis expresos políticos se reúnen en 2011 en la prisión castellana, donde todos coincidieron, y donde protagonizaron la famosísima huida. Su objetivo: “poner palabras a un pasado de militancias en las cárceles del franquismo”.

Son el citado Sabin Arana, José María Txato Galante, Miguel Ángel Álvarez Gus, Enrique Gesalaga Kinki, Josu Ibargutxi y Xabier Armendáriz Jula, “seis militantes de actividad política ilegal para la dictadura y revolucionaria para ellos. Una lucha por la que pagarían un alto precio en forma de torturas, represalias y largas condenas. “A través de sus palabras se atisba el relato coral, lleno de humanidad y convicción en sus ideales, de la generación que tuvo que reconstruir, casi desde cero, las estructuras colectivas antifranquistas”. Este libro publicado por Viento Sur les rinde homenaje”. Marimar Bueno concluye con una palabra para la publicación: “Joya. Es una joya”.