El 20 de noviembre de 1975 moría Francisco Franco, cerrando una dictadura que había marcado a España durante cuarenta años. Medio siglo después, el Estado que emergió de aquella larga noche autoritaria es una democracia consolidada, aunque no haya resuelto la cuestión territorial sin que vascos ni catalanes estén totalmente cómodos en el nuevo encaje de un Estado que es miembro de la Unión Europea y de la OTAN.
El 20 de noviembre de 1975, a las 4.20 de la madrugada, moría en una cama del Hospital de la Paz en Madrid Francisco Franco Bahamonde. Con él se extinguía un régimen que había nacido de una guerra civil devastadora y que durante cuatro décadas había marcado con su impronta autoritaria la vida política, social y moral. Como no podía ser de otra manera, cincuenta años después, el país que surgió de aquel largo y oscuro periodo ha experimentado una transformación tan profunda como el mundo que le rodea aunque todavía resuenen en pleno 2025 los ecos de aquella dictadura que se presentaba a sí misma como eterna.
Cuando Franco murió, España seguía siendo un Estado autoritario, regido por leyes promulgadas en los años treinta y cuarenta, sin partidos políticos, sin sindicatos libres, sin libertad de prensa y con una censura férrea que condicionaba la vida cultural.
El país, sin embargo, había cambiado profundamente en sus bases sociales: el desarrollo económico de los años sesenta, el turismo y la emigración habían modernizado parte de la sociedad, aunque el régimen seguía anclado en el inmovilismo.
El dictador había preparado su sucesión nombrando como heredero al Príncipe Juan Carlos de Borbón, con la esperanza de perpetuar el sistema bajo una monarquía autoritaria, aunque finalmente el contexto político y social hiciera que la historia tomara otro rumbo.
La proclamación de Juan Carlos I como rey el 22 de noviembre de 1975 fue sin querer el primer paso hacia una nueva era. El nombramiento de Adolfo Suárez, proveniente del franquismo, como presidente del Gobierno español en 1976 marcó el inicio de un proceso que pasaría a la historia como la denominada Transición democrática.
La Ley para la Reforma Política, aprobada en referéndum ese mismo año abrió el camino a elecciones libres. En junio de 1977, España votaba por primera vez en más de cuatro décadas. La victoria centrista de la UCD y la legalización de todas las fuerzas políticas –incluido el Partido Comunista y los nacionalistas vascos y catalanes– simbolizaron la ruptura con el pasado.
Un año después, el consenso entre las formaciones estatales, aunque sin el aval del Partido Nacionalista Vasco (PNV), permitió alumbrar la Constitución de 1978, ratificada por los ciudadanos españoles aunque en Euskadi se decantara por la abstención ya que esa Carta Magna no recogía las aspiraciones de los vascos. No obstante, esa Constitución estableció un Estado social y democrático de derecho, consagró la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político como valores supremos, mientras que la diversidad territorial con el sistema autonómico se quedó a medias.
FECHAS CLAVE
1975
- 20 de noviembre. Muere a las 4.20 horas de la madrugada el dictador Francisco Franco después de un infarto previo sufrido el 14 de octubre.
- 22 de noviembre. Juan Carlos I es proclamado rey. Jura las leyes fundamentales del reino y los principios del Movimiento Nacional.
1976
- 15 de diciembre. Se aprueba en referéndum la Reforma Política. Incorpora medidas como la separación de poderes, el reconocimiento de la soberanía popular y el sufragio universal, pero se mantenían otras del franquismo.
1977
- 15 de Junio. Se celebran las primeras elecciones democráticas con victoria de Unión del Centro Democrático (UCD). En la CAV la victoria fue para el PNV y en Nafarroa ganó UCD.
1978
- 6 de diciembre. Aprobación de la Constitución. Euskadi se abstiene
1981
- 23 de Febrero. Intento de golpe de Estado.
1981
- 30 de mayo. Ingreso en la OTAN.
1986
- 1 de enero. Entrada en la CEE.
Del 23-F a Europa
Que esa transición democrática estaba todavía muy verde lo demuestra que el camino no estuvo exento de sobresaltos. Tras años de rumores o intentos más o menos extemporáneos de un golpe de Estado, finalmente, el 23 de febrero de 1981 el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpió armado en el Congreso durante la votación de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo. El intento de golpe puso en jaque el joven sistema democrático.
La intentona fracasó y, paradójicamente, fortaleció el régimen democrático y la democracia española echaba así raíces firmes.
Con la llegada de Felipe González al poder en 1982, España consolidó su modernización política y social. El gran objetivo era la integración europea: la adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), que se hizo efectiva el 1 de enero de 1986, marcó un punto de inflexión histórico. La entrada en la CEE supuso la apertura definitiva de España al mundo. Los fondos europeos modernizaron infraestructuras, transformaron la agricultura, impulsaron la industria y ayudaron a reducir la brecha social. Pero, sobre todo, significó el reconocimiento internacional de que la democracia española era ya estable y madura.
Entrada en la OTAN
España se incorporó a la OTAN en 1982, aunque la decisión generó una fuerte controversia social. El referéndum de 1986 ratificó la permanencia en la Alianza Atlántica, bajo condiciones como la no entrada en la estructura militar que se revocaría años después.
Desde entonces, España ha participado activamente en misiones internacionales e incluso en la guerra de Irak bajo la presidencia de José María Aznar. El ingreso en la OTAN, junto con la pertenencia a la UE, selló la plena integración de España en el sistema político, económico y militar del mundo democrático.