A finales del siglo XV el solar ocupado en la actualidad por la Casa del Cordón de la calle Cuchillería se quedaría pequeño para acoger dos casas adosadas con una bodega, planta baja y superior, un torreón con su foso, un parral y una huerta cerrada, tres pozos y otras casas pertenecientes a los Sánchez de Bilbao. El médico Pedro Sánchez de Bilbao, su segunda mujer María Ruiz de Gauna y sus hijos Juan y Pedro residieron en los inmuebles citados.

La ornamentación heráldica y religiosa de la fachada de las casas que dan a la Cuchillería fue sufragada por Juan Sánchez de Bilbao Ruiz de Gauna, el rico. Este acordó hacer el 19 de mayo de 1491 las tres vidrieras y el conjunto de la bóveda de crucería del torreón en honor de los Reyes Católicos y de su propio linaje. En sus claves aparecen el escudo de los Reyes Católicos, el yugo y las flechas, la marca comercial del mercader, un pañero y cuatro animales fantásticos –un unicornio, un dragón, un grifo y un ave fénix– conectados por nervaduras que se apean en ménsulas situadas en los cuatro ángulos de la cámara, decoradas con leones y con estrellas en sus plementos azules. Por sus características, la cámara que parece una especie de capilla, sin santos, ni altar, ni representaciones religiosas, podría haber sido obra del prestigioso taller de Simón de Colonia.

Se conoce la historia de esta familia gracias a los expedientes de limpieza de sangre de Pedro Sánchez de Bilbao, el relajado, de Ángela de Olave, de Francisco de Vera y Aragón y de los hermanos Pablo y Juan Delgado Agüero. Estos desvelan entresijos genealógicos y montajes encaminados a borrar legalmente su pasado judeoconverso. Los procesos judiciales y las cartas ejecutorias enriquecen el panorama histórico general en que se desenvolvieron los Sánchez de Bilbao. Con todo, es complejo distinguir en los discursos contrapuestos de las fuentes históricas lo verdadero de lo falso o manipulado.

El punto de arranque de esta historia nace con la conversión al cristianismo de un médico judío, probablemente procedente de Lerma (Burgos). Pedro Sánchez de Bilbao fue su nombre cristiano. Ejerció la medicina en Bilbao, localidad que conservó en su apellido, y en Vitoria. Pedro casó en primeras nupcias con María Sánchez de Oquérruri y en segundas con María Ruiz de Gauna, ambas hidalgas. Desde 1451 a 1472 fue médico del hospital de la Virgen del Cabello de Vitoria. Los Sánchez de Bilbao, ya conversos, mantuvieron relaciones personales y económicas con sus parientes judíos de Viana (Navarra), Miranda de Ebro y Pancorbo, y con los judíos vitorianos. Sus enlaces familiares les conectaban con gentes con presencia en las instituciones locales (Maturana, Doipa, Mendieta, Álava, Lubiano, Isunza, Haro, Lasarte y Olave).

Los hilos conductores del relato histórico son las pesquisas inquisitoriales sobre miembros de la familia y su dedicación al préstamo y al comercio internacional. Dos fueron las consecuencias.

La primera acabó con la quema de los huesos del médico Pedro Sánchez de Bilbao en la plaza mayor, en frente de la alhóndiga, donde hubo una picota. Para que no olvidaran su herejía “se puso un sambenito de quemado y en él un letrero que dice…que fue quemado en estatua Pedro Sánchez de Bilbao, físico, cristiano nuevo y judío judaizante” en el segundo pilar a la izquierda, al atravesar la puerta de entrada a la iglesia de Santa María. Francisco de la Espada, secretario del Santo Oficio de la Inquisición de Valladolid, certificó en 1613: “sólo en el libro donde se asientan los relajados por el santo oficio en estatua o en persona hallé un asiento del tenor siguiente: Pedro Sánchez de Bilbao, vecino de la ciudad de Vitoria, médico difunto, cristiano nuevo, quemada su memoria y fama, por hereje judaizante, año de mil y cuatrocientos noventa y cuatro” –su sambenito podía leerse en dicha iglesia a comienzos del Siglo XVII–. La Inquisición investigaba a sus hijos Juan y Pedro a finales del Siglo XV. Su inocencia costó a los Sánchez de Bilbao altas sumas de dinero, que evitó asimismo la confiscación de sus casas de la Cuchillería.

La segunda, los Sánchez de Bilbao, más en concreto Juan, el rico, amasó una fortuna con el comercio de exportación de lanas navarras y castellanas, de importación de paños de Londres, Bristol y Brujas, y de pastel de Toulouse, con los negocios pañeros, con las rentas agropecuarias y con el mercado del crédito. Esta realidad se vio favorecida por hallarse insertado en redes económicas dominadas en el Cantábrico por las naciones mercantiles castellana y vizcaína y por los Consulados de Burgos y Bilbao. Un punto de referencia central de sus negocios fue la tienda de paños que poseía en su domicilio. Uno de sus clientes la calificó de “tienda y banco abierto y público para dar a logro”. Su hijo, Juan Sánchez de Bilbao Sáez de la Puebla, diversificó la hacienda. Su padre, antes de fallecer, le consintió tener en una cámara de la casa próxima a la chimenea una tienda de fustanes, lienzos y bonetería. Y a su muerte también se involucró en el negocio de la pañería.

Los conventos e iglesias de Vitoria agradecieron con sus rezos los donativos y mandas pías donados en los testamentos de los Sánchez de Bilbao por la salvación de sus almas. Juan Sánchez de Bilbao Ruiz de Gauna financió las reformas del púlpito, del dormitorio y de la hospedería del monasterio de San Francisco –ahí estuvieron sus armas–, se enterró con el hábito franciscano en una tumba al lado del púlpito e hizo donaciones a las iglesias de Vitoria y sus aldeas. Esta magnanimidad, sin embargo, no logró eliminar la mancha que supuso para la familia que Pedro Sánchez de Bilbao fuera condenado por la Inquisición en 1494.

El malestar existente entre la población de Vitoria con los Sánchez de Bilbao a causa de los préstamos usurarios a los que se habían acogido, de las envidias y del desencuentro con muchos vecinos explica el asesinato de Juan Sánchez de Bilbao Ruiz de Gauna por una estocada de Martín López de Escoriaza en la plaza mayor en 1493. La crispación se acentuó en los años siguientes. Nuevas denuncias, burlas, insultos y reyertas dificultaron la convivencia. Juan Sánchez de Bilbao Sáez de La Puebla fue acusado en los tribunales de renegar de Dios y de calumniar a Fernando el Católico, y estuvo en la cárcel a causa del litigio que mantuvo con sus hermanos por la herencia. Por otra parte, su hijo, se vio envuelto en disputas con Vicente de Salvatierra. Éste insultó a su padre. Ambos sacaron los cuchillos. Vicente recibió una cuchillada que le provocó la muerte. Juan Sánchez de Bilbao Haro prefirió huir al Reino de Navarra, donde se enroló en los ejércitos de Castilla allí estacionados.

Desde que Juan Sánchez de Bilbao Sáez de la Puebla (ca. 1470-1537), casado con Beatriz de Haro, administró la tienda y las rentas, se agravaron los conflictos. A muchos clientes los llevó ante los tribunales porque no pagaban sus deudas. A partir de 1502 las elites dominantes en Vitoria reaccionaron impidiendo a Juan Sánchez de Bilbao Sáez de La Puebla el acceso al regimiento, y 1537 fue el último año en que los Sánchez de Bilbao fueron miembros de la cofradía de San Julián y Santa Basilisa. Además, niños y niñas de la ciudad les ridiculizaban con canciones irónicas y burlescas. Catalina de Aguirre recordaba en 1613 un cantar burlesco de los niños de Vitoria que no tiene desperdicio: “Juan de Bilbao ya sabe el Credo y aunque diga la Salve Regina no se le excusa la chamusquina”. Aseguraba que era descendiente de judíos, afirmación dicha con la intención de rebajar la calidad social de los cristianos nuevos respecto de los cristianos viejos.

La familia mantenía contactos en la Corte, pero después del asesinato de Juan Sánchez de Bilbao, el rico, su poderío económico había venido a menos. Ahora bien, hacia el exterior despuntaba la Casa del Cordón, una de las mejores casas palaciegas de la ciudad de Vitoria. La fachada de sus casas se decoró con elementos simbólicos y en su interior se reformó una cámara, la Emparanza, situada en la planta superior del torreón, que contuvo el escritorio, el contador, los libros de cuentas, los contratos económicos y la tienda del mercader Juan Sánchez de Bilbao, el rico, y en la que sobresalía una bóveda estrellada espectacular. La heráldica de la fachada rememoraba la estancia en las casas principales de los reyes Isabel y Fernando de Castilla en 1483. Más tarde se concibió el maravilloso diseño de la bóveda estrellada. Estas circunstancias favorecieron que la Casa del Cordón fuera residencia de Felipe I de Castilla, de Margarita de Saluces, esposa del Conde de Salvatierra, y del cardenal Adriano de Utrech, el futuro Papa Adriano VI.

Indudablemente, el artífice de la Casa del Cordón medieval fue Juan Sánchez de Bilbao Ruiz de Gauna. Casó con Inés Sáez de La Puebla en La Puebla de Arganzón, desde donde se trasladaron a Vitoria. Tuvo siete hijos legítimos, dos hijas bastardas y se encargó de dos niños de su hijo Alonso de Bilbao –los tuvo con criadas–. Se decía que era el más rico de Vitoria y con seguridad era la persona que más impuestos pagaba en la ciudad. Existen otros detalles curiosos de su opulencia. Juan Sánchez de Bilbao, el rico, solía cubrir su cabeza con una toca de lienzo de Vizcaya con unos cabos de seda negra entre hilos de oro.

En la segunda mitad del XVI la heredera de la Casa del Cordón, Mariana de Bilbao Valderrama, se casó con el licenciado Juan Sarmiento (†1605). Ello supuso la desaparición del apellido Sánchez de Bilbao. Sus hijos Pedro y Juan prefirieron ser militares en América a dedicarse al comercio y al préstamo. Allí fallecieron; Pedro hacia 1621 y Juan en 1665. Este fue nombrado en 1635 alcalde mayor de San Salvador. Su hermana Cecilia Sarmiento Valderrama (†1677) acabó heredando la Casa del Cordón, que mantiene en la simbología de la fachada y de la bóveda estrellada historias de los Sánchez de Bilbao.

El autor

Ernesto García Fernández, (Elvillar), historiador vinculado a Vitoria-Gasteiz, ciudad donde ha desarrollado labores docentes e investigadores en la Facultad de Letras (EHU).