El cómic es también un arma para la memoria en manos de quienes se niegan a olvidar. Una demostración de ello es el interesante proyecto Memoria de las Mujeres 1937, de Intxorta a Artxanda, que ya es una realidad. Al mismo tiempo, herramienta de divulgación y pedagógica de futuro del elorriarra Aiert Zubigarai, miembro del grupo memorialista Laumunarrieta 1937. El autor firma su obra gráfica como 3izkai.
Según detalla a DEIA, hasta la fecha el dibujante ha conseguido publicar en formato de cómic el primer capítulo titulado Elgeta, que lleva a tus ojos resistencia, justicia y homenaje. Es una forma de decir que ellas también estuvieron allí. “Este –precisa– es un proyecto personal que quiero llevar pueblo a pueblo, desde Intxorta a Artxanda. Mi idea es ir sacando cómics, uno de cada pueblo en los que, basándome en los testimonios de las mujeres protagonistas, se creará un relato. El foco puesto únicamente en ellas. Para ello he tenido que ir quitándome de encima ese machismo aprendido que todos tenemos pegado. Tomando el criterio de Alison Bechdel – su método para evaluar la brecha de género en el cine–, yo le he dado la vuelta; y ahora en mis guiones no habrá conversaciones entre dos hombres si no es para que hablen sobre una mujer”.
Publicará versión en euskara batua, otra versión en el euskara de la modalidad lingüística del municipio en cuestión y finalmente otra en castellano. Incluso, está pensando en imprimir algunos en catalán para el próximo cómic Elorrio.
En esta nueva entrega, en la que ya está trabajando, plasmará una historia secreta de amor entre dos mujeres. Para ello, Zubigarai se ha basado principalmente en las entrevistas realizada por sus compañeros y compañeras del grupo memorialista de Elorrio, Laumunarrieta, así como para Elgeta utilizó el trabajo de investigación de Intxorta 1937. El autor resalta la importancia de los trabajos de investigación y difusión de Durango 1936, Gerediaga Elkartea o las webs Ahotsak y Egoibarra, indispensables para los siguientes capítulos. “A veces, una perlita que me cuentan la incluyo en un libro. Por ejemplo, una hermana de mi abuelo, Soledad, me contó que cuando oyó a los aviones estando en el baserri de Martzaa, salió corriendo de miedo y se escondió pegada a un árbol con una chaqueta verde con el fin de camuflarse. Y yo la he incluido en una viñeta del libro de Elgeta”, bosqueja 3izkai, quien durante la entrevista destaca su compromiso con la divulgación cultural y la preservación de la memoria histórica, utilizando el cómic como herramienta educativa y reflexiva.
Nacido en Elorrio en 1978, Zubigarai está descubriendo estos días capítulos de su familia que no conocía; lo que le ha llevado, por ejemplo, a dibujar a su aitite Valentín Capelastegui Arana, quien junto a dos hermanos más fueron gudaris. Desde Euskal Prospekzio Taldea, Kepa Ganuza precisa que era del batallón Kirikiño y que en su caso fue el soldado con chapa número 67.789 del Ejército vasco y que era cabo en la compañía de ametralladoras. Aquel combatiente abertzale solía narrar a su hija anécdotas como la siguiente: “Uno de los hermanos, cuando las cosas se pusieron feas para los republicanos, dijo que estaba pensando en pasarse al bando autodenominado como nacionales. Fue entonces cuando mi abuelo le dijo: ‘Como te pases al otro bando, yo mismo te pego un tiro’”.
Los hermanos Capelastegui formaron parte del frente de resistencia de los montes Intxorta. “Contaba que allí se tiroteaban entre ellos, sin saber lo que hacían, porque la organización, al parecer, era un desastre”. Otro detalle curioso fue que tras el bombardeo fascista contra Elorrio y Durango, el Gobierno vasco envió a Valentín a custodiar la joyería Mancisidor de la segunda villa citada con el objeto de que no fuera saqueada. “Contaba que se habían roto todos los cristales. Luego, mi abuela le decía que por qué no cogió algún collar o algo”, sonríe el nieto.
El matrimonio se conoció tras haber sido hechos prisioneros los tres hermanos que fueron internados en el campo de concentración de Miranda de Ebro, Burgos. “Cuando llegaron a allí, les decían que para ser rojos no tenían ni cuernos ni rabo”, creencias de la moral católica que caló en la ciudadanía. Cargado de piojos, fue dispersado en un batallón de trabajadores –es decir, de esclavos de Franco– a Jaca, Huesca. “Lo pasaba tan mal que mi abuelo se apuntaba a todo. Decía que peor no iba a poder ser. Entonces, se apuntó de cocinero y estando en Calzada de Bureba, Burgos, conoció a la que sería mi abuela: Victoria Alonso".
En aquellos días, según legado oral familiar, en aquel pueblo “estalló un polvorín y murió mucha gente”. La entonces pareja se salvó. Aquel municipio fue uno de los destacamentos militares establecidos por la Maestranza de Artillería de Burgos para almacenar y gestionar municiones. En noviembre de 1937, se instalaron allí depósitos de bombas de aviación, algunas de las cuales provenían de la Legión Cóndor nazi. “En casa nos preguntamos cómo se entenderían entre aitite y Vitori, porque él no sabía ni pizca de castellano y ella, claro, nada de euskara”. Sin embargo, la relación salió adelante y fue la castellana quien acabaría viajando a Durango junto a su madre a esperar a Valentín a su salida de trabajo de la empresa Hijos de Mendizabal S.A. Poco después contraerían matrimonio, no sin antes tener él que cumplir el servicio militar ya que “no le convalidaban su paso por los llamados batallones de trabajadores”. Sus dos hermanos también regresaron con vida, la misma que tiene hoy el proyecto de Zubigarai. La iniciativa tuvo un libro primigenio titulado Emakumeon memoria 1937, editado por Intxorta 1937 Kultur Elkartea. “Esto lleva más tiempo del pensado y me gustaría tras el de Elgeta y el próximo de Elorrio, hacer de Eibar, Zaldibar, Ermua, Abadiño, Durango…”, apostilla quien en los últimos tiempos se ha reunido con referentes del cómic y tiene ya nombres con los que le gustaría trabajar en equipo. “Mi objetivo es de Intxorta a Artxanda, porque todo el frente fue una envolvente y quiero seguir esa envolvente, presentando el proyecto a cada ayuntamiento desde la perspectiva de género y sin personalizar. Son vivencias reales, pero sin individualizar, a pesar de que se haga referencia a algunos nombres propios que conocemos”. Continuará.