No es la primera vez que la figura de Bonifacio Echegaray (Zumaia, 1878 - Durango, 1956) ocupa las páginas de la sección Historias vascas. Fue en noviembre de 2021, con motivo de la publicación de varios trabajos relativos al personaje. Se publicaron entonces, a modo de homenaje sentido, las antologías de poemas escritos cuando Echegaray era un niño, junto con los cuentos que ya en su juventud el autor escribió durante su estancia en el Colegio María Cristina de El Escorial, allá por el año 1900. Pese a su origen guipuzcoano, la Diputación de Bizkaia no tuvo inconveniente en incluir estos escritos en su colección de autores vizcainos, dirigida por Seve Calleja. Fue todo un gesto y un detalle de la institución foral, que no dejó pasar la oportunidad de recuperar la poesía y la literatura de quien fue, sin duda, uno de los mayores exponentes intelectuales del vasquismo, tanto en Euskadi como en Madrid, donde residía cuando no se encontraba en su tierra natal, lo que sucedía con increíble frecuencia.

También la Academia Vasca de Derecho quiso recordar la labor de Echegaray. Lo hizo reeditando todos los libros que sobre Derecho Civil Vasco había escrito. La mayoría de ellos fueron publicados entre los años veinte y cincuenta del siglo pasado, tratando temas como las instituciones vascas, los ritos funerarios, la denominada Zamakolada o las relaciones de vecindad en el País Vasco. El mérito de Echegaray al redactar estos trabajos no se centró únicamente en la recuperación de la historia para comprender la costumbre, el derecho consuetudinario y el fuero vasco, sino en su capacidad para hacer la historiografía del pueblo vasco. Todas esas obras se encuentran ahora disponibles en un volumen titulado Estudios de derecho privado vasco. 1919-1951.

Junto a estas dos publicaciones, y motor de ambas, se publicó la biografía del personaje, también bajo la supervisión de la Academia Vasca de Derecho, escrita por su biznieto. Los tres proyectos intentaban ofrecer una visión completa del intelectual, abordando la literatura, el estudio científico y las vicisitudes a las que tuvo que hacer frente en su vida. Una de las más difíciles, sin duda, fue su exilio en Saint Jean de Pie de Port, a donde marchó, acompañado por su mujer y sus hijas, cuando las tropas de Franco entraron en Bilbao, siendo él presidente de la Comisión Jurídica Asesora del gobierno de Aguirre, institución ésta que aun hoy perdura. La vuelta a Madrid, en 1943, fue especialmente dura: enfermo, juzgado, cuestionado, depurado y finalmente devuelto a su puesto como secretario de sala del Tribunal Supremo.

Conferencia en euskera organizada por ‘Euskal esnalea’ en el año 1919. Kutxateka

A raíz, precisamente, del trabajo de revisión de archivos realizado para la redacción de su biografía, salieron a la luz la gran cantidad de artículos periodísticos que Echegaray había publicado en la prensa vasca entre 1927 y 1933. La mayor parte de ellos aparecieron en el diario bilbaino La Gaceta del Norte y la mayoría trataban sobre la defensa y recuperación del euskera, tanto en la calle, como las instituciones y, sobre todo, en los colegios. Tal y como decía el historiador Gregorio Arrien, Echegaray fue “un gran defensor del bilingüismo escolar”. Estos artículos, que, salvo excepciones, aparecían con periodicidad semanal, encontraron cobijo también en otras cabeceras vascas.

Casi todos estos escritos nacieron como parte de su labor como presidente de la Federación de Acción Popular Euskerista (FAPE), entidad surgida en los Cursos de Verano de Eusko Ikaskuntza de 1928. La gran mayoría se centraban en la defensa del euskera, otros muchos trataban temáticas vascas: templos, santuarios y religión, rutas, anécdotas, literatura y poesía, historia… El vasto conocimiento del que hizo gala Echegaray en sus artículos periodísticos era fruto de su inmersión, desde pequeño, en el mundo cultural vasco de la mano de su hermano y mentor, Carmelo Echegaray, que se hizo cargo de él tras la muerte del padre. A su vera se educó Bonifacio; nada de lo que estudió su ilustrísimo hermano le quedaba lejos y todas éstas fueron materias que mamó desde niño.

El euskera entre dos tiempos

La labor como articulista que desempeñó Bonifacio Echegaray entre 1927 y 1933 se inició en el ecuador de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y finalizó en febrero de 1933, en plena Segunda República. No parece casual que la defensa pública del euskera desplegada por Echegaray en la prensa arrancara en julio de 1927, ya que meses antes, en octubre de 1926, entró a formar parte de Euskaltzaindia.

La instauración del régimen primorriverista en septiembre de 1923 trajo consigo la imposición del castellano como lengua obligatoria en la enseñanza en el conjunto del Estado mediante la Real Orden del 20 de Octubre de 1923, que fue completada posteriormente con distintas disposiciones, como la imposición de sanciones a aquellos maestros que emplearan cualquier otro idioma que no fuera el castellano. Esta animadversión a las denominadas “lenguas periféricas” se encuadraba en la persecución de los nacionalismos vasco o catalán, que eran considerados por Primo de Rivera como uno de los grandes males que asolaban el Estado, por lo que habían de ser combatidos.

Centrando nuestra mirada en Euskadi, el nacionalismo vasco, ante la imposibilidad de desarrollar actividad política alguna, se refugió en el mundo de la cultura, dedicando especialmente sus esfuerzos al fomento del euskera. Estas circunstancias dieron lugar a un potente movimiento renacentista cultural vasco que, cabe señalar, no fue exclusivamente nacionalista, ya que en él se involucraron también vasquistas, como el propio Bonifacio Echegaray. Desde su tribuna en La Gaceta del Norte, el zumaiarra abogó por la unión de los euskalzales por encima de las distintas ideologías políticas.

Su propuesta pronto recibió contestación desde las páginas del periódico Euzkadi, el medio de comunicación principal de los nacionalistas vascos. Además de eso, el diario jeltzale reprodujo varios de los artículos que Echegaray publicó en La Gaceta del Norte relativos a “la inteligencia de los euskeristas”, facilitando de esta manera a sus lectores un conocimiento más amplio sobre el debate periodístico que se estaba produciendo.

La caída de Primo de Rivera en enero de 1930 y su sustitución por el general Berenguer dieron inicio a una nueva etapa que se conoció como la Dictablanda, en la que se relajó la censura impuesta durante el régimen primorriverista, así como la represión contra el euskera. Aprovechando aquel viento a favor, los euskalzales pusieron en marcha una campaña a favor del bilingüismo en las escuelas. En ese contexto, Bonifacio Echegaray redobló sus esfuerzos publicando numerosos escritos, no solo en La Gaceta del Norte, sino también en el diario donostiarra El Día, en los que abordó en profundidad la cuestión del euskera en la enseñanza. Esta intensa labor vino precedida de la visita que cursó junto a Resurrección María de Azkue al entonces ministro de Instrucción Pública, Elías Tormo, para solicitar que la lengua vasca pudiera ser empleada oficialmente en los centros docentes del País Vasco. Pese a las buenas intenciones mostradas por Tormo, no hubo ningún avance al respecto.

La Dictablanda constituyó un intento infructuoso por volver a la normalidad constitucional anterior al golpe de Estado de 1923, pero la figura del rey Alfonso XIII había quedado seriamente dañada por el apoyo nítido que el monarca había prestado a Primo de Rivera. Tras la dimisión de Berenguer en enero de 1931 al fracasar en su propósito de celebrar elecciones generales, su sucesor el almirante Aznar convocó comicios municipales para el 12 de abril, si bien aquella cita electoral pronto se convirtió en un plebiscito entre monarquía y república. Aunque los monárquicos obtuvieron mayor número de votos, los republicanos lograron la victoria en las principales ciudades del Estado. A la vista de aquel resultado, Alfonso XIII partió al exilio y el 14 de abril se proclamó la Segunda República.

Poco después, y en virtud del Pacto de San Sebastián, firmado por republicanos y catalanistas en agosto de 1930, se instituyó la Generalitat de Catalunya. En ese contexto, el 29 de abril se autorizó la enseñanza bilingüe en las escuelas catalanas. La FAPE, enterada de esta noticia, organizó una embajada de representantes de todas las entidades euskeristas, entre los que se hallaba Echegaray para entrevistarse con Marcelino Domingo, ministro de Instrucción Pública, con la finalidad de lograr la implantación del bilingüismo en los colegios del País Vasco. La comitiva recibió una sincera acogida por parte de Domingo, pero el objetivo de los euskalzales no llegó a buen puerto. El asunto pronto quedó unido a la consecución de un Estatuto de Autonomía para Euskadi, que como es sabido, se logró en plena Guerra Civil.

Defensor y promotor del euskera

Recientemente ha visto la luz el libro Bonifacio Echegaray, defensor y promotor del euskera, editado por Euskaltzaindia, en el que se han reunido todos aquellos artículos escritos por el euskalzale zumaiarra. El compromiso del escritor con el renacimiento de la lengua vasca fue completo. Su labor en pos de la unión de los euskeristas como núcleo de la defensa de la cultura supuso trabajo e insistencia, y capacidad de defensa de las ideas propias, lo que llevaba emparejado cierto choque con los grupos políticos que buscaban réditos electorales en la defensa del euskera. En ese sentido, la idea de Bonifacio Echegaray al respecto era clara y puede definirse con el título de uno de sus artículosLa cultura no puede ser partidista– en el que consideraba conveniente evitar que las formaciones políticas se apoderen de ella.

Los artículos seleccionados en esta publicación muestran el absoluto dominio que Echegaray tenía sobre la historia y la cultura vasca. El autor se preocupa por el pasado del euskera para perfilar el futuro; ofrece un mapa interesante de las asociaciones en pro del euskera y una amplia lista de autores vascos; no abandona la gramática y la depuración del euskera. Incide, sobre todo, en la importancia de la implantación del euskera en las escuelas de la época como modelo para la salvación de la lengua.