EL consejo de administración del Museu Memorial de l’Exili (MUME) de La Jonquera (Girona) ha nombrado a Miquel Aguirre Oliveras como nuevo director del centro, en sustitución de Enric Pujol. Este centro tiene previsto inaugurar una exposición sobre figuras de mujeres de la Guerra Civil. Entre ellas, estará presente Dolores Iturbe Arizcuren Lola, uno de los máximos iconos para el correcto entendimiento del compromiso político y social antifascista durante el siglo XX y activista que cuenta desde 2011 con una calle que lleva su nombre en Barcelona, en las inmediaciones de la antigua fábrica de Cobega.

De ascendentes vascos, esta futura anarquista y maqui en la resistencia francesa contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial nació hace 120 años en Barcelona y falleció en 1990 en Gijón. “Su madre era navarra –de Monreal– y de ella guardó siempre sus creencias en las brujas y lo vasco, las historias ancestrales. De hecho, llamó Fermín al hermano de Lola”, aporta Miquel Aguirre a DEIA y va más allá en su valoración: “Hay que reivindicar sus raíces vascas”, enfatiza este escritor y periodista nacido en Banyoles (Girona) y nieto del galdakoztarra Ignacio Domínguez Lago, combatiente antifascista del batallón Enlaces y Transmisiones número 78 del Ejército de Euzkadi.

El director del Museu Memorial de l’Exili pone en valor la figura de Lola Iturbe y de su madre Micaela. “A su madre la echaron de su pueblo natal, de Monreal, por ser madre soltera. Por ello, Lola también llevaba los dos apellidos maternos”, apostilla Aguirre. De hecho, el propio abuelo renegó de ellas, “un hombre de carácter violento que se decía liberal”, según el libro Vida e ideal de una luchadora anarquista. La exposición dará a conocer entre otras mujeres a esta luchadora anarquista, líder en la defensa de los derechos de la mujer durante la República y la guerra. Iturbe cruzó la frontera por Llívia y consiguió eludir los campos de internamiento. Según datos aportados por este archivo, Iturbe se instaló con la familia en una casa de campo compartida con otros refugiados y sobrevivió como pantalonera para la economía sumergida. Este trabajo le ayudaría a tirar adelante los años siguientes, ya con permiso de trabajo continuó activamente vinculada a los colectivos anarquistas y dio apoyo a la Resistencia.

Iturbe, Goldman, Herrera, Juanel, Jover, de Miguel, Carbó y Gudell.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, participó en la reorganización del movimiento libertario y dedicó grandes esfuerzos a documentar las aportaciones de la mujer al anarquismo, fruto de ello se cuentan diversas conferencias, artículos en periódicos y revistas –como Mujeres Libres o España Libre (donde recupera el seudónimo Kyralina que ya utilizaba en medios como Tierra y Libertad)– y, sobre todo, su libro La mujer en la lucha social y en la Guerra Civil de España, publicado en Edimex (México, 1974) y que “continua siendo una herramienta imprescindible para entender el compromiso político y social de las mujeres durante el siglo XX”, valoran desde el MUME.

Una persona que forjó una gran amistad con Lola Iturbe fue Antonina Rodrigo. “La conocí en París, en el invierno de 1974. Acababa de publicarse su libro La mujer en la lucha social y en la Guerra Civil de España. Era una mujer pequeña de estatura, con un talante humano cálido, atrayente, generoso, que le asomaba por unos ojos enormes, que conservaban toda la belleza de sus años jóvenes”.

A juicio de Rodrigo la libertaria era una persona a la que “no había más remedio que querer de inmediato. Era una mujer que nunca defraudaba, que enriquecía la amistad en su proverbial sencillez. Su memoria forzaba la admiración y su lucidez y exactitud en el dato asombraba. Lucidez que la ha alumbrado hasta los últimos días de su vida”.

Antonina Rodrigo estima que, como tantas mujeres libertarias, ella quitaba importancia a la labor y entrega de toda una vida de militante activa. Asegura que le costó años convencerle de que se debían grabar sus recuerdos de luchadora, sus vivencias de compañera de toda la vida de Juanel –en referencia al dirigente anarcosindicalista Juan Manuel Molina–, con quien compartió exilios; la cárcel desde el locutorio, del otro lado de las rejas, “como inapreciable sostén del compañero preso, trabajando para ayudar la escasa alimentación del compañero preso o escondido. Sin soltar las riendas del hogar, velando por la educación de los hijos, la militancia y la solidaridad en las filas de la CNT”.

Iturbe junto Juanel. Fotos: Libro ‘La mujer en la lucha social y en la Guerra Civil’

Su amiga Rodrigo quiere publicar la correspondencia que la pareja se intercambiaba. “Sería un epistolario precioso. Fue una pareja de enamorados con mucho talento ambos, autodidactas. Eran una muleta el uno para el otro”, aporta esta literata granadina a este diario a sus 88 años. La andaluza continúa con sus recuerdos sobre Lola, aquella Dolores, como se tituló un documental sobre su figura. “Era una mujer valiosa y valiente. No quisiera morirme sin publicar el libro de la correspondencia epistolar de la pareja”, recalca. “Siempre hablaré de su talento de mujer autodidacta, y de cómo recitaba lo que escribía en la plaza de su pueblo. Cantaba muy bien”, apostilla a este diario quien vive dando conferencias.

Dos guerras

Antonina evoca el momento en el que Iturbe regresó al Estado con la ilusión de ayudar a la juventud. “Volvió sin papeles y fue Tarradellas –quien fuera presidente de Catalunya– la persona que le tramitó una documentación gracias a que había informado sobre la guerra en Aragón”. Iturbe sobrevivió a dos guerras y vivió un momento histórico tan extremadamente duro como especial. La de ascendencia navarra conoció a personas históricas de la talla de Emma Goldman, escritora lituana de origen judío calificada como “la mujer más peligrosa de América”. Fue en 1938, cuando acompañó a Goldman en sus desplazamientos al frente y a las colectividades libertarias. También participó como oradora en un mitin organizado por la publicación Tierra y Libertad en la que escribía en nombre de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y junto a Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti, dos de los máximos iconos del anarcorsindicalismo estatal. Lola fue una activa luchadora sin tierra a la que arraigarse.