CORRÍA el año 1977. Mejor dicho, para esta ocasión, desfilaba el noveno mes de 1977 del siglo pasado. Se celebraba el primer día del partido, del PNV, es decir, el Alderdi eguna. El calendario de las cocinas de la época anunciaba que era 25 de septiembre y muchas familias jeltzales tenían escrito a boli en sus almanaques que la cita histórica era en el santuario de San Miguel de Aralar. La fiesta había sido impulsada por el político Iñaki Anasagasti, que tenía experiencia de otras reuniones del estilo que había vivido en la Venezuela del exilio que le vio nacer.

Durante la jornada hubo un momento, un hecho, que quedó para la historia. Los gudaris de los batallones del Euzko Gudarostea del lehendakari Aguirre, fallecido 17 años antes, se reunieron allá y desfilaron como lo hicieran en Bilbao en 1937. Habían transcurrido 40 años de aquella hazaña que enfrentó a hombres de todas las profesiones, es decir, a soldados espontáneos sin vocación, a plantarse ante un Goliat militar de rancia ideología que había dado un golpe de Estado en julio de 1936.

Hoy, 86 años después, Foronda acoge de nuevo el Alderdi Eguna y la hemeroteca conserva un emotivo texto escrito por el gudari Ramón de Galarza sobre aquel desfile de los supervivientes de batallones como Arana Goiri, Amayur, Malato, Kirikiño, Ibaizabal, Gordexola, Muñatones, Rebelión de la Sal, Simon Bolibar, Araba… un total de 25 siendo las siglas políticas que más unidades crearon en el Ejército de Euzkadi, el único que ha existido hasta la fecha.

Los gudaris de los batallones del Euzko Gudarostea se reunieron en el Alderdi y desfilaron como lo hicieran en Bilbao en 1937

La investigadora Ainhoa Arozena abrevia la vida de Galarza en Auñamendi con las siguientes palabras: Capitán del Ejército de Euzkadi durante la guerra de 1936-1939. Autor de Diario de un condenado a muerte en el que relata “las vivencias terribles de más de cinco años y medio de cautiverio en El Dueso, Larrinaga y Burgos”. Tras salir de la cárcel militó en la clandestinidad con varios nombres, en especial Rafael de Garate.

Con ese seudónimo firmó aquella publicación que vio la luz –según un ejemplar que conservamos del gudari José Moreno, del batallón de STV San Andrés– en la editorial Axular de Baiona en 1974. Estaba dedicado “a la memoria de una generación excepcional de jóvenes que dieron su vida por Euzkadi y a cuantos, en nuestra generación, comparten el mismo ideal”.

El mismo gudari tras el primer Alderdi Eguna y tras desfilar ante los presentes detalló “¡la emoción!” vivida por el “gran triunfo” de aquel día del partido jeltzale. “No creo que nunca en ningún lugar de Euzkadi se haya dado un día con tanto amor a la Patria como este”. “Reconozco y en esto sin duda nos parecemos sin duda todos los vascos que soy un llorón. También lo somos ante un hijo recién nacido o contemplando a un nieto txikitin que con su catarrito llora porque no puede dormir”, valoraba.

Veteranos combatientes se reunieron con jóvenes en dicha cita.

Y a ese nivel ponía el amor de los gudaris por Euzkadi. “Eso es amor, sacrificio, vida, hermosa vida dando cariño, aliento, sin pedir nada a cambio, dando todo lo que de amor a nuestra patria llevamos dentro”.

Galarza o Garate –la misma persona– evocaba el paso de sus compatriotas por los Intxorta, Otxandio o Gorbeia. Asimismo, las penurias en los presidios de Burgos, El Puerto de Santa María o en las penalidades de los mal llamados batallones de trabajadores, que en realidad eran, batallones de esclavos del sanguinario Franco. “Lo revivimos en Aralar viendo aquellas caras curtidas, pero maravillosamente radiantes de alegría”, redactaba e iba más allá en su ilusión: “Cuando salíamos en desfile con nuestros estandartes con el nombre de cada batallón a aquella explanada, yo no veía. ¿Aquellos aplausos? ¿Aquellos gritos eran para mí? ¿Eran para nosotros?”.

“No creo que nunca en ningún lugar de Euzkadi se haya dado un día con tanto amor a la Patria”, relataba el gudari Ramón de Galarza

En ese momento, lanzó dos besos “a Guada, la ejemplar emakume de Matiko, qué símbolo, me tapé la cara con las dos manos y lloré de emoción”, con las ganas de demostrar que, si algún día lo dieron todo por Euzkadi, volverían “a hacerlo y creo que mejor que antes”. A continuación, tuvo recuerdo para las “miles de amatxus” de quienes murieron en el frente, de mutilados o fusilados… “Agradecían el riego de sangre vasca que hicieron los suyos por nuestra causa”.

Galarza daba a conocer que aquel día la emoción comenzó en Lekunberri, Baraibar… porque “aquellos eran nosotros, como decía Lartaun. Aquellos eran yo, nosotros en Akondia, Bernagoitia, Malmasin… ¡Qué juventud tenemos!”. Todo ello en un día con sabor a tortilla de patatas y pimientos en el que “no hablamos más que de Euzkadi, Euzkadi y EUZKADI”, y citaba a Manuel de Irujo con sus brazos hacia el cielo pidiendo “batasuna, unidad, y rogaba por la integración de Nabarra a la concordia de las regiones baskas”.

División abertzale

Galarza lamentaba que los abertzales estuvieran divididos. “No dudo de que varios de ellos comulgan con nosotros en nuestro lema Euzkadi azkatatuta, pero, verdad que da pena pensar en que, tratándose de abertzales, de habla de socialista o comunista o gorria, como podrían decir el kominter, la Internacional o Mao Tse Tung”.

Dispuesto a hacer desfilar su último párrafo, Ramón concluyó su artículo de opinión en la revista Euzkadi con el siguiente sentimiento. “Nosotros en este maravilloso día de Alderdi Eguna en Aralar, llegamos a una conclusión que como siempre es sencillamente que ¡Euzkadi es la patria de los baskos! Lo demás… ikusiko dugu”.