"La gente del PNV no viviremos ni en el cielo ni en el infierno, nos pasaremos toda la eternidad cantando el himno Agur Jaunak en el limbo”. La broma es de un diputado vasco de la Segunda República que ni se apellidaba Irujo, ni Leizaola, ni Aguirre. Él era Careaga, Juan Antonio de Careaga y Andueza, bilbaino cosecha de 1904 y fallecido en Miarritze en 1964.

Fue este jeltzale vizcaino quien sustituyó a Telesforo Monzón en la dirección de la Comisaría de Orden Público de la Junta de Defensa de Gipuzkoa en 1936 después de la dimisión de este tras el asalto el 30 de julio a la cárcel de Ondarreta. Ahí arrancaba la guerra militar surgida del golpe de Estado dado aquel sanguinario año por algunos militares españoles. Ocurría tres años después de que Careaga fuera elegido diputado por Bizkaia en Cortes el 19 de noviembre de 1933.

Para entonces, el vizcaino ya era licenciado en Derecho y había obtenido formación de economía. Había ejercido docencia en la Universidad Comercial de Deusto. “No ocupó mucho tiempo la dirección de la Comisaría de Orden Público de la Junta de Defensa de Gipuzkoa desbordado por la violencia incontrolada de milicianos de izquierdas”, según valoración del investigador Fernando Martínez Rueda.

Como resumen de su vida y obra, constituido el Gobierno vasco ocupó el cargo director general de Justicia, y tras la entrega de Bilbao el 19 de junio de 1937 a los franquistas, y ya en el exilio, fue nombrado cónsul de la Republica en Liverpool. A continuación, trabajó en el Ministerio de Estado hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando se estableció en la localidad labortana de Miarritze, donde regentó la histórica Librería Europa. “Aunque siguió participando en EAJ-PNV, la actividad política pasó a un segundo plano”, según estimación de Martínez Rueda.

Retrato de Careaga.

Pero los 60 años de vida de este hombre que siempre vivió por las siglas EAJ-PNV fueron mucho más prolíficos. De hecho, también fue miembro del sindicato ELA-STV. Así, por ejemplo, José Antonio Aguirre siempre recordaba que el día que se proclamó la Segunda República, el futuro lehendakari estaba reunido con Careaga, Leizaola y Ramón Azkue. Era conocido entre sus amistades como Juanón. Le llamaban así personalidades nacionalistas vascos como Horn, Robles Arangiz, Bikuña, Aguirre o Eliodoro de la Torre. Careaga fue uno de los tribunos de los mítines de EAJ-PNV, por ejemplo, de uno histórico porque fue el primero radiado al mismo tiempo por Radio Bilbao y Radio Donostia. En aquel encuentro del 17 de noviembre de 1933 también estuvieron presentes Manu Egileor, Esteban Urkiaga Lauaxeta, Aguirre y Careaga. El discurso de este último al respecto de las líneas generales de aquel EAJ-PNV pasó previamente por manos de Garate e Izaurieta, del BBB de estas siglas de la época. “Queremos levantarnos ante el mundo entero y decir en nombre de Euzkadi, nuestra patria: Fuimos un pueblo libre ante tu faz y queremos volver a serlo”, amplificó Careaga en plenas elecciones a la Cámara madrileña.

Discurso histórico

El recordado discurso incluyó las siguientes palabras: “No vamos a las elecciones por dar puestos a nadie; vamos pura y exclusivamente por Dios, por Euzkadi y por la justicia social. En estos principios, declaramos la guerra a quien con ellos se enfrente y en cambio ofrecemos la paz y todos los que quieran comulgar mostrando su buena voluntad. Gora Euzkadi azkatuta”, así escrito. Días después, plantó cara a Calvo Sotelo, quien se enorgullecía de “no haber dado la mano a ningún nacionalista vasco”. Le espetó: “¿Cree alguien que ningún diputado vasco ha alargado alguna vez la mano a Calvo Sotelo?”.

Meses antes de la guerra de 1936, Careaga formó parte de la comisión de autoridades de EAJ-PNV que estrenado calendario viajó a Vaticano y se entrevistó con Monseñor Pizzardo. A su regreso, trabaja como asesor jurídico de ELA-STV. Poco después, organizó las milicias nacionalistas del Euzko Gudarostea junto al malogrado comandante de gudaris Cándido Saseta. “En numerosas ocasiones, trató de humanizar la guerra tratando de salvar las vidas de Pello Mari Irujo, preso en Iruñea o pasó las líneas al obispo Remigio Gandasegui”.

Con todo, el entonces consejero Leizaola nombró a Careaga director general del Justicia. Tramitó canjes. No todos los soñados, porque los requetés y falangistas no lo permitieron. Su humanismo también llegó a París, al Congreso Mundial de las Juventudes Democráticas al que acudió junto al sacerdote Aberto de Onaindia. Sin embargo, se vio en la tesitura de renunciar al cargo al ser llamada su quinta a filas.

Juanón viviría sus últimos años retirado en Miarritze, Lapurdi, en su “exilio de retirado”. Sus restos descansan en el cementerio de Hazparne. Falleció con 60 años y su entierro fue “una manifestación de duelo por un patriota vasco”.