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La gestación de Getxo

La convergencia de factores económicos, políticos, sociales y orográficos propició, a finales del siglo XIX, la formación en la Margen Derecha de la ría de una ciudad concebida y urbanizada para la élite vizcaina

LA revolución industrial llegó a Bizkaia condicionada y favorecida por el hecho de que en Inglaterra el hierro de la zona minera vizcaina era especialmente apto para el nuevo horno de reducción bessemer. Ello hizo que, a partir de 1865, la élite comercial del Señorío pudiera hacer negocios muy productivos con los capitalistas británicos. Industrialización quiso decir cambios profundos en la sociedad y no solo económicos, también sociales, culturales y, por supuesto, urbanísticos y arquitectónicos. Las minas y las fábricas que se instalaron en la zona industrial de Bizkaia demandaron mano de obra en abundancia que fue aportada, en gran medida, por la emigración. Estas nuevas poblaciones demandaron, a su vez, viviendas y otros servicios de los que carecían. Pero no fueron las únicas demandas planteadas por la población vizcaína en materia urbanística. Las nuevas élites también exigieron residencias nuevas, adaptadas a los nuevos tiempos y a los nuevos gustos y modas.

Para cubrir estas demandas, en 1876 Pablo Alzola, Ernesto Hoffmeyer y Severino Achúcarro redactaron un nuevo plan de ensanche para Bibao. Este plan abarcó tanto la margen derecha del Ibaizabal como la margen izquierda en la anteiglesia de Abando. En este ensanche, la Gran Vía se convirtió en el eje longitudinal, atravesada por la alameda de Rekalde y cortada en diagonal por las calles Ercilla y Elkano. La burguesía vizcaína se fue asentando principalmente en el Campo Volantín, ensanche de Albia, calle la Estación, plaza Circular, primer tramo de la alameda de Urquijo y alrededores de la Plaza Nueva. Pero no fue un asentamiento uniforme en el tiempo y en el espacio. Si al principio la burguesía prefirió construir en el Campo de Volantín, la proliferación de casas para clases menos favorecidas a sus espaldas, cerca del monte Artxanda, hizo que a finales del siglo XIX la élite social, con la idea de distinguirse del resto, comenzara a trasladarse a la zona de Indautxu y, poco a poco, abandonara la ciudad para situar sus residencias en localidades cercanas como Portugalete o Getxo.

Getxo

Balnearios y desamortización

Dos factores convergieron para favorecer el asentamiento de estas nuevas élites en Getxo: la desamortización de amplios terrenos municipales y el hecho de que Las Arenas y Algorta se hubieran convertido durante el siglo XIX en centros balnearios de postín. Las Arenas, además, contaba con otra ventaja: disponía de un medio de transporte que la ponía en comunicación con Bilbao, el tranvía de caballos. La Paloma, nombre por el que se conocía el tranvía, ya existía en 1864, y en 1881 fue mejorado con otro eléctrico. Esta línea se completó seis años más tarde cuando se prolongó a Plentzia.

Estas óptimas comunicaciones con Bilbao necesitaban su complemento con la mejora de las relaciones con la margen izquierda, con la que se relacionaba Getxo por medio de botes a remo, claramente insuficientes. En este caso, además, el reto se ampliaba al tener que conjugar las necesidades de los viajeros entre los márgenes con la premisa de mantener el Ibaizabal expedito a la navegación.

A este problema se le dio una respuesta a su altura y el primer arquitecto Alberto de Palacio Elissague ideó la erección del primer puente transbordador del mundo. El Puente de Bizkaia se inauguró en 1893. Además de pionero, resultó la solución más económica.

Las Arenas

Segunda vivienda para las élites

Máximo Aguirre, en la subasta desamortizadora de 1859, adquirió un amplio terreno entre los ríos Gobela y Udondo, lo que en la actualidad conforma Las Arenas, Santa Ana y Lamiako. Aguirre, que había sido cónsul en EE.UU., adoptó las costumbres de aquel país y proyectó convertir la nueva Las Arenas en una zona residencial en la que las élites pudieran adquirir su segunda vivienda. Antes hubo que acondicionar el suelo. Una de las primeras obras acometidas fue el encauzamiento del Gobela. Más tarde, hubo que estabilizar los arenales que daban nombre a la zona y se plantaron pinos marítimos, tamarindos y argomales.

Acondicionada el área, Aguirre encargó al arquitecto Amado Lázaro la redacción del proyecto de trazado urbano. Una vez planeado, Lázaro construyó la ermita de Santa Ana, en torno a la cual se dibujaron de forma ortogonal las calles que acogerían las villas ajardinadas proyectadas para la zona. Pero una cosa era planificar y diseñar y otra cosa distinta vender parcelas para construir lo ideado. En este orden, los hermanos Aguirre edificaron el Establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, estación balnearia que catalizó la construcción de las primeras casas de veraneo de la localidad.

El aumento de población hizo que la ermita de Santa Ana quedara pequeña para albergar a todos los feligreses que iban llegando, por lo que se encargó a Severino Achúcarro la construcción de la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, en unos terrenos cedidos por los hermanos Aguirre. Esta iglesia, bendecida en julio de 1887, no ha llegado hasta nosotros pues sufrió un incendio el 21 de octubre de 1936 a raíz de un bombardeo que asoló Las Arenas.

Una de las características más llamativas de la nueva población de Las Arenas fue su vinculación con el Reino Unido, favorecida por los negocios comunes. Ésta no se limitó a lo económico y tuvo interesantes repercusiones en la nueva sociedad al imitar ésta no sólo las costumbres y modo de vida británicas, sino también sus propios modelos arquitectónicos. Así se desarrolló en Euskadi un tipo de residencia no conocido en el país. Las nuevas élites utilizaron la misma distribución interna que las viviendas inglesas, importando incluso elementos novedosos. Las nuevas residencias burguesas empezaron a contar con salones de recreo, vestíbulos, office… Todo aquello que invitara al confort, incluida la jerarquización dentro de las viviendas, haciendo que las áreas reservadas a los señores y las del servicio nunca ocuparan el mismo espacio. Los diseñadores de estas obras fueron los que conformaron la nueva generación de arquitectos que irrumpió en escena a principios del S. XX: Leonardo Rucabado, Manuel Mª Smith, Guimón, Oriol… Estos arquitectos, con unos estilos propios y definidos, conjugaron una síntesis entre el historicismo anglosajón y los estilos basados en la tradición: el neo-montañés, con sus torres adosadas, sus grandes aleros de maderas, escudos; y el neo-vasco, con la influencia de los caseríos y palacios vascos. Ejemplos de estas tendencias son, para el anglosajón, el palacio Bakeder de Luis Elizalde (1901), y para el neo-montañés y neo-vasco, el palacio Eguzki-alde, proyectado por Leonardo Rucabado entre 1918-1922, y la casa de Emilio Ibarra, Aitzgoien, proyectada por Manuel Mª Smith (1909-1911), actualmente conocida como el hotel Embarcadero.

La actividad económica que transcurría por la ría hizo necesaria la acometida de obras de ingeniería que modificaron sustancialmente la localidad de Las Arenas. Con la idea de facilitar la navegación se llevaron a cabo unas obras de gran trascendencia, las mejoras del puerto de Bilbao, proyectadas por Evaristo Churruca. Churruca planteó un proyecto que pudiera satisfacer por mucho tiempo las necesidades portuarias de la ciudad y el resultado constituyó un éxito, aumentando la capacidad del puerto de Bilbao. Churruca, en primer lugar, construyó un rompeolas y un muelle en Santurtzi, y, más tarde, el contramuelle de Punta Begoña. El problema sobrevino cuando las obras dejaron patente que las corrientes marinas resultaban alteradas. Con el fin de evitar los fuertes embates del agua se decidió la construcción de un contramuelle entre las playas de Las Arenas y de Ereaga. Pero el problema no quedó solucionado y, debido a la fuerza de las olas, muchos de los edificios de la zona llegaron a destruirse. Esta fue la razón que llevó al Ayuntamiento a solicitar la construcción de un muro de contención, el muelle de Arriluze con la galería Atxekolandeta. Como efecto de la construcción de estos muelles pudo acometerse la consolidación y urbanización de los terrenos en Zugazarte y Atxekolandeta, solares que se aprovecharon para construir en ellos grandes palacios.

Con todo, el resultado fue que las mareas cambiaron de curso de forma brusca y la playa de Las Arenas fue desapareciendo, y con él el establecimiento de baños, que en 1903 pasó a ser propiedad del Club Marítimo del Abra. También la población pasó de ser temporal o estival a convertirse en estable, lo que llevó a la necesidad de construir servicios públicos como el mercado y las escuelas. Por otra parte, la erección de viviendas siguió su ritmo pero con un cambio significativo en el tipo de edificio. Las casas pasaron de ser grandes villas unifamiliares a edificios de viviendas de varios pisos en los que convivían vecinos de diferentes familias. Este cambio en el tipo de habitación fue lo que fomentó de nuevo el traslado a zonas más exclusivas de la alta burguesía. De esa forma nacieron los palacios en Atxekolandeta o Zugazarte, produciéndose a la vez el nacimiento de Neguri como zona de gran prestigio social.

Algorta

Otro modelo de urbanización

A la vez que surgía Las Arenas, en Algorta, en torno a Alangoeta, se empezó a desarrollar una nueva urbanización. La creación de este núcleo urbano se debió también a la facilidad de obtención de solares en la zona por la desamortización en 1863 de los terrenos de Alangoeta. Pero el caso de Algorta se diferencia del de Las Arenas en dos importantes aspectos. Por una parte, los terrenos se dividieron en lotes más limitados, haciendo que las parcelas quedaran muy fragmentadas; y, por otra, Algorta no contaba con una zona llana y homogénea, por lo que la nueva urbanización debió salvar los desniveles de la zona.

El plano de la nueva Algorta fue dibujado por Laureano G. Santamaría en 1881, y su autor logró aglutinar en el proyecto las nuevas edificaciones (actual avenida de Basagoiti y Alangoeta) con el núcleo urbano ya existente en el Puerto Viejo. El camino Real fue el eje en torno al cual se organizó todo el nuevo espacio, quedando a un lado las escarpadas laderas de la playa de Ereaga y el Puerto Viejo y, al otro, las nuevas villas ajardinadas. Paralelamente al camino Real, surgió la carretera de unión entre Algorta y Las Arenas-Bilbao; y la peatonalización de la actual avenida Basagoiti, zona que albergaría las villas ajardinadas.

Con el aumento de población, la antigua iglesia de San Nicolás quedó pequeña. Así surgió la iglesia de San Ignacio, del arquitecto Narciso de Goiri, inaugurada en 1892. De este momento data también uno de los edificios más emblemáticos del municipio, la casa consistorial, obra comenzada por el arquitecto Fidel Iturria y finalizada por Ignacio Smith.

Neguri

Ciudad de verano... y de invierno

Neguri se planteó como un núcleo de edificaciones que estuvieran habitadas durante todo el año. No iba a ser una residencia estival y de ahí su nombre, Negu-uri o villa de invierno, topónimo acuñado por el presidente de Euskaltzandia, Resurrección María Azkue. Las parcelas que conformaron Neguri salieron a subasta pública en julio de 1894 y fueron adquiridas por Ignacio Ituarte. José Amann, junto con Enrique Aresti y Valentín Gorbeña, se hicieron con los terrenos y los dos últimos elaboraron un proyecto de urbanización, parcelación y trazado de calles para el nuevo barrio. Por su parte, Amann se encargó del diseño urbano y las ordenanzas.

Como norma fundamental se estableció que en la zona no se construirían casas vecinales. Sólo cabía edificar casas unifamiliares que debían cumplir los siguientes requisitos: contar con un jardín nunca menor a 465 metros cuadrados; la distancia mínima que separará los edificios de la calle debía ser equivalente a su altura; todas las parcelas debían acotarse mediante un muro o una verja; y los compradores debían comenzar a construir antes de que trascurrieran dos años desde la fecha de la compra de la parcela. Siguiendo estas normas, se proyectaron edificios tales como el palacio Arriluze, de estilo medievalizante, ideado por el arquitecto Oriol (1909-1913); o el conocido palacio Lezama-Leguizamón, de corte neo-montañés, construido por Basterra (1903) y con posteriores remodelaciones de Smith (1916-1921).

En 1903 ya estaban trazadas las principales calles de Neguri. A partir de 1904 se empezaron a construir las primeras casas y calles. Y para 1913 ya existían más de 40 residencias habitadas. Para dar servicio a esta población, en 1909 Emiliano Amann proyectó y llevó a cabo la obra de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, una iglesia de estilo nórdico.

Una de las características más llamativas de esta nueva urbanización fue la idea de impulsar la práctica deportiva. Con este fin, Amann destinó una serie de terrenos para la erección de instalaciones deportivas como tiro de pichón, hípica, campos de tenis, polo, golf o incluso un campo de fútbol que, en 1908, fue ofrecido al Athletic Club de Bilbao. Estos terrenos están incluidos dentro del complejo deportivo de Jolaseta.

La transformación urbanística experimentada por Getxo entre la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX es unos de los principales exponentes de los intensos cambios sociales, económicos y urbanísticos que vivió Bizkaia en esta época.