El Sestao River ya asume que su periplo de dos campañas en Primera RFEF ha tocado a su fin después de que el sábado se consumara el drama con su derrota en Las Llanas frente a la Ponferradina y al cambio de los resultados a última hora cosechados por el Barça Atlètic, que ganó, y Osasuna Promesas, que empató in extremis, que acabaron por poner la puntilla al desenlace fatal de la entidad verdinegra, a la que le toca resetearse, mirarse al ombligo y confeccionar un proyecto ilusionante en su vuelta a Segunda RFEF, categoría en la que coincidirán la próxima temporada cuatro clubes vizcainos –el de Ezkerraldea, Amorebieta, Gernika y Basconia–, una representación que podría elevarse a cinco si el Portugalete, que se ha metido en la segunda eliminatoria del play-off de ascenso, da el salto desde Tercera RFEF. El Sestao River, lo cierto, ha cavado su propia tumba porque ha jugado con fuego y ha terminado por quemarse, precisamente cuando se cumple un año del agónico gol de Gorka Garai en el Reino de León y que propició la permanencia de los verdinegros, éxito que no se ha repetido en esta ocasión, porque, entre otras razones, ha ocupado posiciones de descenso durante 31 de las 38 jornadas, no ha dado la talla en Las Llanas, donde solo ha sumado cuatro victorias para convertirse en el segundo peor equipo como local de los 40 en total que forman la categoría, y ha fallado en partidos claves. No le ha ayudado, además, sus excelentes números lejos de su guarida, ya que ha cerrado la liga como el tercer mejor visitante del grupo.

El camino de los verdinegros a lo largo de este curso ha estado lleno de socavones, ya desde antes de comenzar la liga, cuando la entidad, por boca de su presidente Ángel Castro, tuvo que pedir un SOS público, en declaraciones a este periódico, para no renunciar a su plaza por motivos económicos, una súplica que fue escuchada al llegar esos ingresos para alcanzar un presupuesto de millón y medio, que asegurara competir con ciertas garantías. Un proyecto que nació de la figura de Matías Lizarazu, nuevo director deportivo, pero al que le lastró entrar en el mercado con tardanza, aunque, así y todo, pudo formar una plantilla con mimbres consagrados. La ventana de invierno se levantó con la implicación de Sidenor, cuyo acuerdo con el club permitió fichar y reforzar la plantilla, pero después de bajar la persiana el mercado llegó la marejada con la destitución de Lizarazu y la salida pactada de Ángel Viadero como técnico. El cántabro, en su segunda etapa en el banquillo verdinegro, se marchó a la conclusión de la vigésima sexta jornada tras vencer al Amorebieta en Las Llanas y empatar en su visita al Arenteiro, para dejar al equipo en la décimo séptima posición con 29 puntos. Igor Oca, con el que ya había negociado días atrás la Junta Directiva, fue su sustituto, pero su recorrido en doce partidos, de los que ha ganado cuatro, no ha sido el necesario para cumplir el objetivo de la permanencia, con el River en la misma posición que ocupaba en la marcha de Viadero.

El descenso ha impactado en el entorno verdinegro, pero el club ya se pone manos a la obra para gestionar un nuevo proyecto, con el foco en recuperar la categoría, por lo que ha colgado un comunicado en el que recuerda el ADN de la entidad. “Nuestro club, al igual que nuestro querido pueblo, Sestao, siempre ha sido un ejemplo de resiliencia y esta vez no va a ser diferente. Hemos recibido un golpe duro, durísimo, pero nos volveremos a levantar, como siempre lo hemos hecho a lo largo de nuestros más de 10 años de historia”, relata el escrito, en el que también alaba a su afición, de la que destaca “sus esfuerzos... para estar a nuestro lado”.