Unai Pérez (Ondarroa, 22-XI-2001) se ha reivindicado esta campaña en la portería del Barakaldo, con actuaciones meritorias que explican en parte el buen papel de su equipo en su estreno en Primera RFEF. Este chaval de Ondarroa, cercano en la distancia corta y que se suelta durante la conversación, se reencuentra mañana en Lasesarre con el Bilbao Athletic, en el que durante su última campaña en Lezama (2021-22) entrenaba con asiduidad, pero en el que no llegó a debutar. Unai, que militó después en el Logroñés B y donde sufrió una lesión de importancia en una rodilla, rememora su pasado en la factoría rojiblanca, donde recaló en cadetes procedente del Aurrera y cuando solo llevaba dos años como portero tras empezar a jugar hasta infantiles como central; analiza su progresión personal y pone el foco en el importantísimo derbi en el que está en juego regresar a los puestos de play-off de ascenso.
Para abrir boca, cuente un poco la infrahistoria del vídeo que ha editado el rapero Ibai Rosón sobre su persona.
—Ibai al final nos conoce desde que estamos en Lezama, porque le hace canciones al Athletic y él es de Barakaldo. El año pasado hizo una canción en la remontada del ascenso, y este le ha hecho, creo, otra a Maroan (Sannadi). Me escribió a ver si me hacía ilusión y le dije que adelante. Lo grabó en mi pueblo y la verdad es que la canción es bonita.
¿Y a uno de Ondarroa le gusta el rap? Porque le veo más de Gatibu, ETS o El Drogas.
—(Risas). No crea, a mí me gusta de todo, menos canciones inglesas, que de inglés no manejo mucho, pero todo lo demás, para adelante. El rap no me disgusta.
Un portero cuando ‘canta’ en un partido no es agradable para los oídos, ¿no? ¿Cómo se gestiona esos momentos?
—Los porteros sabemos que si hacemos un error, pues es gol, y por eso es importante estar al 200% concentrado. Aunque no te llegue un balón, el que te llegue lo tienes que parar. Y el tema del error es parte del juego. Hace unos años lo llevaba peor, porque cuando hacía el error lo estaba dando vueltas, pero ahora si haces un error y estás dándole vueltas a ese error, igual te llegan otros dos balones y también los fallas. Además, el entrenador de porteros también me dijo: ‘Cuando haces un error, tu objetivo tiene que ser salvar al equipo para que gane después del error.’ Entonces, limpiarlo lo más rápido posible y seguir igual jugando.
Aunque este año apenas ‘canta’.
—También la defensa ayuda y es verdad que en algunos partidos no he tenido la mejor sensación, sobre todo el encuentro ante el Andorra, que en el primer gol, el que entra por el palo, el gol fantasma famoso ese, puedo hacer más, pero sí estoy dando un buen nivel.
El sábado llega unos de esos partidos que tendrá marcado en el calendario, porque se ha formado en las categorías inferiores del Athletic. ¿Se puede hablar de un portero ‘made in’ Lezama?
—Todo lo que tengo yo, el tema de la salida a balón... lo he aprendido en Lezama, en seis años se aprende mucho. Además, viniendo del Aurrera, que calentaba yo solo... te encuentras que en Lezama te exigen mucho. Es evidente que te gustan estos partidos y, además, con el pique que hay entre los dos equipos, pues hay muchas ganas.
¿Cómo se pule un guardameta en Lezama? ¿En qué matices se les incide más?
—Con Armando (Ribeiro) estuve cuatro años, luego con Dani (Aranzubia, también. Es la exigencia, porque yo me acuerdo que el primer día que llegué, no voy a decir que casi me fui a casa llorando, le dije a mi madre que esto es muy duro. Pasé de calentar yo solo en los entrenamientos o con mi compañero a no poder fallar ni un balón entrenando. La exigencia es la diferencia de por qué salen tantos porteros buenos de Lezama.
O sea, ¿que tras el primer día que entrenó en Lezama llegó a llorar?
—Le dije a mi madre: ¿Esto qué es? Una exigencia terrible y el primer año no lo pasé del todo bien, porque iba a los entrenamientos muy nervioso, a no fallar, a querer demostrar... pero esa exigencia realmente te mejora y aprendes de eso.
¿Se le quedó ese gusto amargo de no haber debutado en el Bilbao Athletic?
—Iba a entrenar con el Bilbao Athletic y luego en el Basconia tampoco jugaba. Entonces ese último año en Lezama fue un poco agridulce porque decía que si estoy entrenando con el Bilbao Athletic, es porque en el Basconia estoy antes que el otro portero. Estaba todo el año en dinámica del Bilbao Athletic, luego bajaba y no jugaba.
Han pasado tres campañas desde que saliera de Lezama. ¿En qué ha progresado?
—Marché al Logroñés B, en Segunda RFEF, y pasé momentos duros porque no jugaba y tuve una lesión larga, una ruptura parcial del ligamento en la rodilla, que me obligó a estar parado cuatro meses o así. Sobre todo aprendí a gestionar las situaciones solo, ya que la familia también estaba lejos, no es como estar en Lezama, a una hora de tu casa. El año pasado en mi primera campaña en el Barakaldo gestioné también ser un jugador que ayudaba desde el banquillo, no tenía minuto, entrenaba al máximo y el míster me lo agradecía, al final me decía que la competencia esa que tenemos es por gente como yo. Y luego tocaba esperar mi momento.
Este curso, en cambio, se ha consolidado como titular. ¿Nota que ha dado un salto cualitativo?
—Sí, al final, el año pasado, jugué 13 partidos más el de play-off de ascenso. 14 no son muchos en una temporada y este año llevo 27, en toda mi carrera futbolística no había jugado tanto en una temporada. Además lo hago en Primera RFEF, que es una categoría muy alta y noto que sí he dado un salto muy grande, que tengo el nivel que requiere la categoría, incluso superior.
Entonces, ¿se ve en el fútbol profesional el año que viene?
—El año que viene no sé, pero creo que sí puedo llegar a vivir de esto, y es la ilusión que tengo.
¿Cómo se define, con sus virtudes y sus defectos?
—Creo que la salida de balón es una de las virtudes que tengo, porque al final veo bien el juego, además soy valiente, me gusta tener protagonismo en la salida. En el juego aéreo también me gusta ayudar a los compañeros. ¿Los defectos? Pues el uno contra uno igual, que algunas veces quito la cara, o igual me giro antes de tiempo, puede ser que lo esté mejorando este año también.
¿Qué le preocupa del derbi?
—Preocupar, nada; porque la ilusión es terrible y la gente también tiene muchas ganas. El partido anterior en Zubieta nos ha dado un punto de energía, se vio que no nos rendimos, íbamos en el minuto 80 perdiendo 2-0 y sacamos un empate.
Llevan dos semanas fuera de ‘play-off’ de ascenso cuando han estado tantas jornadas consecutivas en la zona alta. ¿Les ha hecho daño salir de esos puestos?
—No, somos unos privilegiados por estar ahí arriba, porque hay recién ascendidos que están en descenso y luchando por no bajar, y nosotros estamos luchando por una cosa que al principio del año ni se esperaba. Quedan ocho jornadas y…
Pero cuando han saboreado el dulce durante tanto tiempo.
—Sí, pero seguimos ahí. El quinto, sexto y séptimo tenemos 44 puntos, o sea, que el quinto que está en play-off tiene los mismos puntos que nosotros, que estamos séptimos. Es decir, seguimos ahí en la pelea y además, pues eso, ganando al Bilbao Athletic nos metemos otra vez en ese bonito sitio.
¿Este partido puede marcar mucho? Si gana el Bilbao Athletic les iguala a puntos.
—Puede ser, pero la categoría está muy igualada, el descenso se marca en 37, nosotros tenemos 44 y... En la pasada jornada, a la Ponferradina, que va segunda, le mete 5 el Nàstic, el Sestao gana 1-5 en Tajonar... Entonces, ganas dos partidos y te metes a luchar por el play-off, pierdes dos y ya miras al descenso. Es verdad que si ganamos al Bilbao Athletic, damos un paso grande.
Es de Ondarroa, como Kepa Arrizabalaga (ex del Athletic y actual meta del Bournemouth de Andoni Iraola). ¿Se conocen?
—Tengo uno de la cuadrilla que es primo de Kepa. A ver, conocer, conocer, no, pero en verano y así, cuando suele estar en Ondarroa, sí me reconoce también y me suele preguntar. El año pasado, me acuerdo que me felicitó por el ascenso.
¿Cuál es su portero de referencia?
—Yo te diría que mi primo Igor (García). Supuestamente no lo conocerá, pero yo no me he fijado nunca en un portero de Primera o de Segunda División. Empecé de jugador, y mi primo estaba de portero en el Aurrera de Ondarroa, y me dijo: ‘Tú vas a ser portero, no sé por qué, pero...’ Y yo flipé. Era el año que el Aurrera, que pertenecía a la Federación Guipuzcoana, subió a Tercera y yo iba a los campos de Bergara, de Tolosa... y siempre le veía a él. Mi primo es el que me empujó a ser portero.
¿De qué jugaba antes de convertirse en portero?
—De central hasta infantiles. En el Aurrera jugaba media parte de central, la otra media de portero.
¿Y estando solo un año de portero le fichó el Athletic en cadetes?
—También estuve en el Elgoibar y jugaba de portero. Y luego cuando vine al Aurrera, jugaba, como he dicho, media parte portero, luego otra central; vino un ojeador y preguntó cómo que yo jugaba de central cuando creía que era un buen portero. Y después fui a Lezama. l