Asier Córdoba (Bilbao, 31 de marzo de 2000) recalca que ha madurado y subraya que “el Asier que salió de Lezama y el de hoy en día no tienen nada que ver”. El extremo izquierdo, hermano pequeño de Aitor e Iñigo –los dos militan en el Burgos–, se ha reinventado en un Sestao River, donde dice “tener esa continuidad para volver a sentirme futbolista”, que el domingo se enfrenta en Las Llanas al Bilbao Athletic, un derbi que sirve para rememorar su etapa como rojiblanco y que cerró en 2020 para fichar por Osasuna: “Se dio una situación en la que yo venía de dos años en el Bilbao Athletic en los que no tenía minutos, no es una decisión de la que esté arrepentido”.

¿Cómo está el vestuario después de los dos últimos varapalos, especialmente del de la eliminación en la Copa Federación que dejó al Sestao sin Copa?

—La eliminación sí fue un palo duro. Veníamos de un mes con una gran caga de partidos cuando tenemos una plantilla corta. Nos ha lastrado un poco, pero el equipo ya está mentalizado de que hay que sacar resultados lo antes posible, estamos trabajando bien, con mentalidad y ya no tenemos la excusa de jugar partidos entre semana.

¿El haber jugado entre semana es la causa de esta minicrisis?

—Está claro que jugar tan de seguido domingo-miércoles-domingo es más difícil porque entrenas menos, pero es algo que el club lo necesitaba. Nos ha dolido que la eliminación fuera en el último paso para conseguir jugar contra un Primera División, aunque ya lo hemos dejado de lado.

¿Cómo surgió la opción del Sestao River y por qué dio el sí?

—Coincidí con Matías (Lizarazu) –director deportivo del Sestao– en Lezama cuando él era jugador, me contactó, me dijo que iba a ser una pieza importante en el equipo, que el míster me quería. Hablé con el míster y desde el primer momento me transmitió una confianza increíble. Confié en él y de momento me ha hecho ser mejor jugador.

¿Está sacando, entonces, su mejor versión?

—Nunca se sabe cuál es la mejor versión, pero sí que me siento a gusto en el campo. Es algo que necesitaba, tener esa continuidad para volver a sentirme futbolista y seguir creciendo. Estoy dando un nivel interesante, pero no sé si es mi techo.

¿Estamos ante el Asier Córdoba más maduro pese a sus 24 años?

—Sí. He tenido muchas experiencias, desde que salí de Lezama he estado en varios equipos y he vivido situaciones de todo tipo que me han hecho madurar. También tengo a mis hermanos mayores (Aitor e Iñigo, que militan en el Burgos), que me aconsejan y me ayudan en todo lo posible. El Asier Córdoba que salió de Lezama y el Asier Córdoba de hoy en día no tienen nada que ver.

Como dice, salió de Lezama para irse a Osasuna y después al Alcorcón, SD Logroñés, Den Bosch, regresó a la SD Logroñés, Real Unión y ahora en el Sestao River. Muchas vueltas, ¿no? ¿Cuál ha sido su peor momento?

—El peor momento es el que no juegas y no puedo decir un momento concreto. Con la perspectiva del paso del tiempo lo analizas y te das cuenta de que si lo hubiera vivido de otra manera, habría sacado cosas buenas.

¿Qué sucedió en el Den Bosch para jugar solo media temporada?

—Fui con la idea de probar, porque mi hermano estuvo allí, estuvo contento con la experiencia. No salió bien porque no tuve los minutos que esperaba, pero me quedo con los amigos que hice y con los que sigo manteniendo contacto.

Es el menor de una saga de futbolistas y sus hermanos mayores han coincidido este curso en el Burgos. ¿Espera que algún día puedan jugar los tres juntos?

—Ya dos me parece difícil que se dé, tres… Ojalá algún día se dé y siempre les digo en broma a ver si me pueden meter por ahí. Sé que está lejos, pero compartir vestuario con mis hermanos es una ilusión que está ahí.

¿Quién le da más consejos o una colleja en el buen sentido de la palabra?

—Iñigo es el más exigente, porque yo también con él soy muy exigente. Aitor mide más las palabras e Iñigo y yo somos más de darnos caña.

En referencia a Iñigo. ¿Le marcó el hecho de ser ‘el hermano de’ cuando ejercen en la misma posición y por le hecho de las habituales comparaciones?

—No. No lo he tenido nunca en la cabeza. Sé que mi camino era muy diferente al de mi hermano, he aprendido mucho de él.

¿Pero no les ha comparado en ninguna ocasión?

—Sí nos han comparado, pero somos diferente en juego y cada uno tiene su camino. Es algo que no me ha hecho dar vueltas la cabeza, de que si tu hermano ha conseguido esto, tú tienes que conseguirlo...

¿Qué le dice el término presión?

—Me gusta la presión. Si le preguntas al Asier del pasado, seguro que te diría que no sabía manejarla. Ahora me gusta y creo que sé manejar mejor las situaciones.

¿Le iba más rápido el corazón que la cabeza?

—Puede ser. La cabeza, el querer conseguir cosas más rápido de lo que estás preparado para hacer. Si no tienes la cabeza fría, te equivocas y en ocasiones me ha pasado factura.

El domingo vuelve a enfrentarse al Bilbao Athletic, su exequipo, y a la que fue su casa durante diez años. ¿Qué recuerdos tiene de su etapa en Lezama?

—Muy buenos. Conocí a mucha gente, aunque muchos ya no están allí. Algunos han subido al primer equipo con los que compartí vestuario y solo tengo palabras de agradecimiento a lo que viví en Lezama, gente que me ha tratado de manera increíble, que me ha hecho crecer como persona, como jugador.

¿Por qué no aceptó la oferta de renovación y fichó por Osasuna?

—Se dio una situación en la que yo venía de dos años en el Bilbao Athletic en los que no tenía minutos. En ese momento y ahora mismo tampoco cambiaría esa decisión, porque también venía gente por detrás que daba pasos fuertes y la apuesta del club era otra gente. Tienes que mirar por ti y me salió la opción de Osasuna, un proyecto que me daba la oportunidad de dar el salto al fútbol profesional. Es una decisión de la que no estoy arrepentido.

¿Cree que no se le valoraba en Lezama?

—Había otros jugadores en los que confiaban más y es normal. El Athletic lo que tiene que hacer es sacar jugadores para que el primer equipo siga teniendo nivel. Venía gente por detrás que lo estaba haciendo muy bien, que quizá estaban por delante mío.

Solo jugó una temporada en Osasuna. ¿Qué le faltó?

—Me faltó madurez. En eso, por ejemplo, sí me puedo arrepentir por querer dar pasos adelante demasiado rápido. Eres joven y no te das cuenta. No escuchas a veces consejos que te dan.

¿Fue entonces un calentón?

—Un calentón, no. Pero visto desde otra perspectiva sí podía haber tomado otra decisión.

¿Llegó a hablar de ello con Jagoba Arrasate?

—Cuando firmé sí hablé con Jagoba. Tanto él como Bittor (Alkiza) me trataron de forma increíble, era un grupo brutal y el tiempo que estuve allí aprendí un montón.

Después le tocó salir fuera a buscarse las habichuelas. Llegó al Alcorcón, en Segunda División, pero solo jugó diez partidos, no sé si alguno titular.

—Jugué titular uno con la mala suerte de que vi la tarjeta roja directa a los nueve minutos y eso para la cabeza fue un palo muy grande.

Salió del Alcorcón y, salvo su periplo en Países Bajos, únicamente ha militado en equipos de Primera RFEF. ¿Ha dado pasos atrás en su carrera?

—No son pasos hacia atrás, porque cada uno tiene su camino. Hay gente a la que le cuesta menos y a otros, más. Estoy dando los pasos que surgen para seguir hacia adelante.

¿Cuál es su techo?

—No sé qué decir. Ojalá sea llegar a Primera División, pero es muy difícil. Seguir trabajando y si he dado lo máximo, estaré contento porque no tengo nada que achacarme.