Javier Clemente (Barakaldo, 1950), genio y figura, será uno de los cinco protagonistas el domingo en la XXXV edición de la gala cultural organizada por Sabino Arana Fundazioa, la cual se celebrará a partir de las 12.00 horas en el Teatro Arriaga de Bilbao. El equipo femenino de Laboral Kutxa-Fundación Euskadi, el músico Antton Valverde, el investigador y arqueólogo Armando Llanos y la asociación Euskal Artzainak Ameriketan acompañarán como premiados al último entrenador campeón de liga y Copa con el Athletic, quien a sus 73 años mantiene las ganas de entrenar y asegura ser “una persona en activo que no tiene equipo”.

Premio Sabino Arana 2023. ¿Qué significa para usted?

—Para mí es un honor y me ha hecho ilusión. Por un lado, por el premio en sí, porque soy nacionalista, he peleado muchos años por el tema y solo oír hablar de la Fundación Sabino Arana me parece algo importante como euskaldun. Por otro lado, me hace ilusión también que me recuerden y que alguien haya decidido nominarme a este premio al creer que lo que he hecho ha tenido cierto valor. He actuado siempre con un sentimiento de pelea y trabajo intentando que nuestra tierra y nuestra gente quede siempre en buen lugar, aunque muchas veces haya metido la pata. Siempre digo que para acertar hay que equivocarse también y me alegro en ese sentido de los aciertos y siento mucho las veces que me he equivocado, pero siempre he tenido los temas claros: la defensa del Athletic, de nuestra gente y de nuestra tierra.

Hizo campeón al Athletic en la década de los 80, pero ¿qué es por lo que más le gustaría ser reconocido?

—Los resultados están ahí, pero un noventa por ciento es producto del equipo. Yo hice aquel Athletic campeón y tuvo mérito, pero el principal mérito lo tuvo el trabajo que hizo aquel equipo. Me gustaría por tanto que me nombraran por haber dado todo lo que he tenido por nuestra tierra y por nuestra gente. Eso es lo que yo más valoro.

Este año precisamente se cumple el 40 aniversario del último Athletic campeón de liga y Copa. ¿Cuál fue su mérito?

—Acertar con unos jugadores fantásticos. Mi mayor mérito fue conseguir hacer aquel equipo. Luego los títulos los consiguen los jugadores. Lo mío es hablar, mandar y decir, pero lo de ellos es jugar y para conseguir algo lo más importante es jugar.

En aquel equipo también había un gran compromiso social.

—Pasamos situaciones difíciles. A nivel deportivo fue difícil porque los partidos había que ganarlos, pero a nivel de salir fuera los chavales también dieron la cara, lo cual no era tan fácil en aquellos momentos. Primero fue la Real Sociedad con Alberto Ormaetxea la que consiguió los títulos y después nosotros le dimos continuidad. Fueron cuatro años en los que el fútbol vasco fue el más importante de España e intentamos ayudar lo máximo posible a nivel social. El fútbol tenía una connotación muy importante y nosotros nos lo tomamos con esa seriedad y esfuerzo de hacer lo máximo que podíamos.

¿Si mira hacia atrás qué es lo que recuerda con más satisfacción?

—Lo que más me emocionó fue ver a nuestra gente alrededor de las fábricas para recibirnos tras ser campeones, lo que tuvieron que hacer para apoyarnos, lo que se esforzaron para ello y, posteriormente, la gratitud que tuvimos viendo cómo lo celebraban también los propios jugadores. Fueron años muy complicados a nivel social y para la gente fue una gran alegría. Después de algunas tristezas, tanto la Real en Gipuzkoa como nosotros en Bizkaia dimos al menos una ligera alegría a la gente a través del fútbol.

¿Y lo que más le duele?

—El olvido a gente que ha habido muy entregada.

Hizo historia con el Athletic, pero estuvo en muchos otros equipos y selecciones. ¿En qué lugares ha sido más feliz?

—En el Athletic y en el Espanyol. Y a nivel profesional siento una admiración muy grande por el enorme esfuerzo que hizo una selección muy modesta como Libia, con la que logramos ganar el Campeonato de África de Naciones en 2014.

Otro de los combinados a los que dirigió fue la Euskal Selekzioa, a la que dirigió en dos partidos entre 2019 y 2021. La primera vez en Panamá (0-0) y la segunda en Ipurua contra Costa Rica (2-1) en fecha FIFA. ¿Qué supuso para usted dirigir a la tricolor?

—Fue un honor el título de seleccionador de Euskadi, pero al ser una Euskadi no oficial pierde mucho valor. A mí me hubiera encantado estar al frente de una Euskadi oficial, fue imposible al no dejarnos y, por tanto, mejor dejarlo como está. Podríamos tener una gran selección y la tendremos cuando nos dejen.

“El premio para mí es un honor y me ha hecho ilusión; soy nacionalista y he peleado muchos años por el tema

Abogó públicamente por la oficialidad, pero como dice no hubo manera mientras estuvo en el cargo, ni por ahora.

—La Federación Española dijo que no, el presidente de la Vizcaina no nos apoyó nada y el único que dio la cara fue el presidente de la Federación Vasca, a quien callaron sin que el de la Vizcaina le apoyara siquiera. No pudimos tirar hacia adelante para nada.

¿Le apena que no haya vuelto a haber partidos de Euskal Selekzioa desde el que dirigió usted mismo ante Costa Rica en noviembre de 2020?

—No, porque los partidos amistosos no sirven para nada y es un inconveniente para los jugadores, para los clubes y para todo el mundo. Hay que esperar a conseguir la oficialidad y que tanto la Federación Española como la FIFA nos reconozcan como posibles, lo que pasa es que es muy difícil y creo que son temas más políticos que deportivos.

“El fútbol vasco para mí es el más brillante y el que más me gusta”, remarcó en una entrevista concedida a este periódico antes del mencionado duelo ante Costa Rica. Siempre ha sido un defensor del fútbol de la tierra.

—Sí, es un estilo que a mí me gusta, pero hay que esperar. El futuro de la selección de Euskadi volverá, pero lo hará participando en campeonatos y compitiendo de verdad. Jugar simplemente por hacer un festejo es complicado y no sirve para mucho.

“He intentado que nuestra tierra quede siempre en buen lugar, aunque muchas veces haya metido la pata”

¿Confía en que la oficialidad sea una realidad algún día?

—Sí. Pueden pasar muchos años que yo nunca perderé la confianza y la esperanza en nada, porque siempre confío en todo lo bueno.

Lo cierto es que ha ejercido como embajador de Euskal Herria por muchos rincones del mundo. ¿Qué ha percibido a nivel internacional?

—Siempre han tenido curiosidad. En todos los países en los que he estado, en Camerún, Serbia y Libia, han oído hablar de cómo es Euskadi y tienen unas ideas muy relativas. Lo que más les ha llamado la atención siempre es que el Athletic esté formado solo por jugadores vascos. Los que somos de Euskadi y caminamos por ahí intentamos dejar constancia de que, por lo menos, somos gente seria.

Su último trabajo fue en Libia entre mayo de 2021 y marzo de 2022. ¿A día de hoy sigue en activo a la espera de una oferta para volver a entrenar?

—Sí, soy una persona en activo que no tiene equipo. Me gustaría trabajar y ya llegará si me contratan. Soy como la gente que está en el paro, que está esperando que le den trabajo y a muchos les llega y a otros no. Espero que a mí me llegue.

¿Le ha sondeado algún equipo o selección últimamente?

—El año pasado tuve una oferta, pero no llegamos a un acuerdo y no pude hacer nada.

¿Puede desvelar el origen de la oferta?

—No, fue una selección muy lejana, pero uno nunca pierde la esperanza de que llegue lo que le gusta y a mí lo que me gusta es entrenar. Si al final no entreno, será porque hay gente más importante a la que eligen.

¿Se acordará especialmente de alguien al recoger el domingo el premio Sabino Arana en el Teatro Arriaga de Bilbao?

—Me tendría que acordar de muchísima gente, pero sería un gran recuerdo y estaría muy emocionado mi padre.

¿Cómo va a vivir el día y la gala en el aspecto emocional?

—No son temas que me gusten mucho, pero estaré relativamente emocionado. Partidos de nervios he vivido muchos y el domingo será otro día de nervios, porque estaré nervioso seguro. Estaré esperando disfrutarlo y que termine. Las dos cosas.