Ekaitz Molina (Abadiño, 25 de septiembre de 1990) es una referencia del Barakaldo, tercer clasificado del grupo II de Segunda RFEF y aspirante al ascenso. El veterano centrocampista, un box to box, es un buen conversador pese que sus compañeros dicen que es complicado sacarle una sonrisa, que, sin embargo, resulta sencillo durante el encuentro con DEIA. El exjugador del Berriz, Iurretako, Cultural de Durango, Leioa, Arenas, Gernika y Amorebieta, con el que consiguió el histórico ascenso a Segunda División en 2021, es también licenciado por la UPV en CAFyD y ejerce profesionalmente como coordinador y entrenador personal en la firma FA Trainers, vocación que aplica como futbolista. “El fútbol está evolucionando hacia un futbolista más atleta, entonces todo es entrenamiento invisible, de fuerza, alimentación, descanso”, subraya.
El domingo vencieron a un rival directo (Alavés B) y este sábado reciben a otro (Deportivo Aragón) ¿Son partidos que marcan su futuro?
—Es verdad que contra esos equipos estamos sacando, entre lo que cabe, mejores resultados, pero es pronto para decir si son importantes, aunque sí que marcan un poquito el camino que estamos trabajando.
Son 15 las jornadas recorridas. ¿Le dejan satisfechos los números y las prestaciones de este Barakaldo?
—Siempre se puede mejorar, pero son números buenos. Una derrota, no sé cuántos empates... pero sí que han sido muy buenos, aunque hay partidos en los que se nos han escapado puntos en los últimos minutos.
Habla de una derrota, que fue en Lezama ante el Bilbao Athletic. ¿Les sigue doliendo por la manera en que se produjo?
—En cualquier partido se pueden dar diferentes situaciones. Fue así y ya está olvidado, siempre pensamos en el siguiente. Queda la anécdota de que lleves tantos partidos sin perder (48) y quizá el rival tenía una motivación extra de ver si te ganaba.
¿Cómo define a este Barakaldo?
—Como un equipo que combina juventud y veteranía, con hambre y que tiene bastante sinergia con ese Barakaldo que le gusta a la gente, de pelear los partidos hasta el final, eso es innegociable.
¿Asumen la presión de que el objetivo es el ‘play-off’, incluso el ascenso a Primera RFEF?
—El objetivo está claro que tiene que ser el play-off y de ahí si es el ascenso, mucho mejor. No es una presión que llevemos, ya que vemos que el día a día nos ayuda a competir bien y estamos ahí para ganar los partidos. Esa presión se da en los últimos minutos, en que hay que sacar los tres puntos pero no es esa presión de tener ese objetivo.
Ya conoce la categoría de su etapa en el Gernika. ¿Es este curso más poderosa que hace dos campañas?
—Las categorías se van igualando, ya que en los primeros años al haber tanto desajuste de muchos equipos que se quedaron cortados en Segunda RFEF y en Tercera RFEF, como le pasó al Barakaldo. Es un grupo con nivel y año tras año sí que se va a ir igualando las categorías, como se ve incluso en Primera RFEF, que es una categoría ya bastante difícil y se está asemejando mucho ya a la Segunda División.
Por plantilla, por presupuesto, por historia.... la masa social del Barakaldo es exigente. ¿Se exige también usted?
—Sí, en el día a día estar preparado lo mejor posible, en cuidarme la alimentación, en los entrenamientos...
Lo dice porque es licenciado en CAFyD y entrenador personal en una empresa del gremio. ¿Traslada su profesión y vocación al fútbol?
—El fútbol está evolucionando hacia un futbolista más atleta, entonces todo es entrenamiento invisible, de fuerza, alimentación, descanso. Es lo que está marcando más la diferencia y el que no entra en esa rueda se queda un poco atrás.
¿También en estas categorías al margen del fútbol de élite?
—Desde los clubes ya se viene trabajando cada vez mejor en ese apartado, antes era mucho de correr, ahora se centra mucho en el balón y se está metiendo más el trabajo de fuerza.
¿Se llega a ser un obsesivo del físico, del cuerpo, de no saltarte la dieta ni un milímetro?
—No, para nada. En eso se es flexible, no hay nada cerrado en el cuerpo y es lo que nos hace más sensibles y más atractivos. A mí también me gusta comer y disfrutar.
¿Qué sugiere a sus compañeros?
—En cuanto a alimentación, a entrenamiento, yo les recomiendo una base buena de trabajo y desde la que se construyen las demás capacidades. Sí que animo a todo el mundo que quiera que lo experimente.
O sea, que les marca a cada uno un planning.
—(Risas) No, se aplican bien. Habrá alguno que dirá ya está el pesado este… A ver, hay de todo.
¿Cómo analiza al Ekaitz futbolista?
—Trabajador, creo que con bastante inteligencia táctica, que hace que en esas posiciones en la medular abarque más campo, de pelea, transición. Un poco de todo.
Se considera un currante del fútbol, ¿pero tiene algún talento, alguna cualidad más allá del mero trabajo?
—Me he encontrado durante mi carrera con gente con mucho talento y algunos no presumimos de ello, tenemos que apelar más al trabajo para igualar un poco esa falta de más talento. Sí hemos encontrado compañeros que han sido muy buenos pero que quizás le faltaba más esa parte.
El club ha fichado este curso a Jon Gaztañaga, pero sigue siendo un fijo para el míster. ¿Le ponen estos retos personales?
—Cuanta más competencia tengas en tu puesto es algo que te va a hacer mejorar, que te va a hacer apretar todavía más, de exigirte más.
¿A sus 33 años que le queda por mejorar?
—Siempre hay cosas que mejorar. No he sido un jugador que haya metido pocos goles, pero sí es verdad que igual de unos años hacia aquí me ha costado un poco más.
¿Qué le ha faltado para no haber jugado en una categoría superior?
—El fútbol son momentos y apuestas, que alguien apueste por ti, que estés en el momento y en el sitio adecuados, con alguien que confíe en ti. Quizás haya faltado eso, esa pizca de suerte que se da en esos momentos.
¿Se ha llevado algún chasco especial porque esperaba una confianza de cierta persona que no se la dio?
—Cada entrenador, cada directiva, cada director deportivo hace sus apuestas obviamente. Yo me he quedado a un pasito del fútbol profesional, ascendiendo a Segunda División (con el Amorebieta en 2021), y sí te queda igual de esa espinita de que ha habido compañeros que dieron ese salto y yo no. Si no lo hubiera dado todo, sí que me hubiese frustrado.
¿Se esperaba que el Amorebieta le diera la baja tras la consecución del ascenso a Segunda División?
—Fue difícil el momento, porque el jugar en Segunda era un salto muy grande que cambia bastante la carrera. Son momentos, apuestas, que no dependen de uno.