Atlético de Madrid 2

Almería 1

ATLÉTICO DE MADRID: Oblak; Llorente, Savic, Witsel, Azpilicueta (Min. 74, Giménez), Lino (Min. 74, Riquelme); De Paul (Min. 60, Saúl), Koke, Griezmann; Correa (Min. 74, Molina), Morata (Min. 60, Memphis).

ALMERÍA: Maximiano; Pozo (Min. 85, Puigmal), Chumi, Edgar, Montes, Akieme; Lopy, Robertone (Min. 85, Babá); Embarba (Min. 85, Ramazzani); Arribas, Baptistao.

Goles: 1-0: Min. 17; Morata. 2-0: Min. 21; Correa. 2-1: Min. 61; Baptistao.

Árbitro: De Burgos Bengoetxea (C. Vasco). Amonestó con tarjeta amarilla a Koke.

Incidencias: partido correspondiente a la decimosexta jornada de LaLiga EA Sports disputado en el estadio Cívitas Metropolitano ante 55.473 espectadores.

Desganado desde el 2-0, tan fácil a los 21 minutos del partido con los goles de Morata y Correa, el Atlético de Madrid se encomendó a Jan Oblak en el segundo tiempo para doblegar definitivamente al Almería, capaz de poner más que en duda la victoria del equipo de Diego Simeone, que jugó con fuego hasta el final y rozó el desastre.

Sin ninguna excusa ni coartada, el conjunto madrileño firmó un segundo tiempo alarmante, inducido quizá por la ventaja tan veloz, que tampoco rebaja el expresivo despropósito que protagonizó después, cuando le dio vida al Almería. Incluso creyó hasta en el empate. De hecho, tuvo oportunidades suficientes para lograrlo. Lo negó Oblak, el único a la altura.

Nadie preveía un desenlace tan apurado, tan estresante, tan desconcertante, una hora antes. El Almería, el colista, el único equipo de las cinco grandes ligas europeas que aún no ha ganado en este curso, con nada más 4 de los 48 puntos disputados, aguantó el 0-0 un cuarto de hora. Recibió el 1-0, después el 2-0. Ahí acabó el Atlético. Ahí comenzó el equipo andaluz. Otro duelo, con la tremenda indolencia local como marca imborrable.

El 2-0 fue un bálsamo para el Atlético. Pero también un tranquilizante. Dolido por su derrota en Barcelona, visibles sus consecuencias en parte del once titular de este domingo (no jugaron ni Giménez ni Molina ni Riquelme, cambiados al descanso en la visita anterior al estadio Olímpico Lluis Companys), su reacción fue tan rápida como plácida. En 21 minutos. La resolución del encuentro, en cualquier caso, no fue tal, como se creó el Atlético.

Ni aunque enfrente esté el último, capaz de decirle al equipo madrileño, de tú a tú entonces, que aún no había vencido nada ni a nadie. Oblak salvó al Atlético. No había excusa para el conjunto madrileño. Su desastre del segundo tiempo, su falta de actitud, puso en duda hasta el marcador, encerrado y agobiado los instantes finales en su campo para retener un triunfo indispensable.