El día y la noche. La alegría y la tristeza. El Amorebieta vivió las dos caras del fútbol en el Stage Front Stadium ante uno de los gallitos de la categoría. Tuvo la victoria en su mano con el 0-2 a favor con el que llegó al descanso, pero a vuelta de vestuarios sufrió la dureza de la Segunda División al ver cómo el Espanyol, con futbolistas que saben de qué va esto y con recorrido en Primera, le remontaba a base de empuje y de acierto en la estrategia para dejar al conjunto azul con cara super pálida, desconcertado por cómo lo que parecía acabar en un cuento de hadas se convirtió en un relato de terror. Los goles de Eraso y Álvaro Núñez en el epílogo del primer acto se quedaron en nada con el doblete de Calero, un central, y el tanto de Salvi, que dieron la vuelta al marcador para infligir la primera derrota del curso al Amorebieta, resignado a su suerte y conocedor de que debe hacer autocrítica para que que no vuelva a ocurrir lo de anoche y lo de quince días atrás en Albacete, ya que ambos casos dilapidó sus rentas, aunque en el Carlos Belmonte llegara a sumar un punto. Se mire como se mire, el revés en Cornellà es de los que hacen daño, y mucho.

Haritz Mujika había avisado en su comparecencia pre partido que su equipo debía mostrar ambición si quería tener opciones de asaltar el rebautizado Stage Front Stadium. Y así fue durante 45 minutos, escasos a posteriori. El de Pasaia fue fiel a su idea y repitió el plan que puso en liza siete días atrás y que le sirvió para pasar por encima del Andorra de Eder Sarabia, una apuesta que se entiende como valiente por aquello de jugar fuera como si lo hiciera en casa. Solo retocó dos nombres, que no afectaban al matiz táctico, porque cambió a los laterales, con Álvaro Núñez, otrora uno de los valores pujantes de Lezama, por Jorge Mier en el costado derecho y Félix Garreta, en el lugar del capitán Iker Seguín, en el izquierdo. No movió el resto, con el mismo centro del campo y el mismo ataque, y que tan bien le había funcionado en las tres jornadas anteriores. Luis García, técnico periquito, se sumó a la misma continuidad y solo introdujo un cambio respeto al equipo que ganara en Anduva, con la presencia de Javi Puado, un futbolista con marcado sello ofensivo, en detrimento de Lazo, un pelín más defensivo que su compañero.

El Amorebieta se parece como un huevo a una castaña al que pagó la novatada en su primera experiencia en Segunda División, pero 15 meses después de consumar el descenso asoma un equipo sólido, equilibrado y que, como causa mayor, sabe a lo que juega. Y lo hace bien, aunque le falte rematar la faena en ocasiones como la de este domingo. Es su debe. En un gran primer tiempo, se subió a las barbas de un Espanyol del que se dice es un Primera en excedencia, incluso su propuesta tiene detalles de la máxima categoría. Pero en el fútbol manda el todo sobre las partes. El conjunto azul, fuerte en todas las líneas, compite de memoria en varios matices que le hace manejar los partidos según sus intereses. Lejos de encerrarse en su parcela, ofreció descaro desde el minuto cero, cogió el dominio territorial y buscó las cosquillas a los periquitos desde las bandas. Así las cosas, el duelo ganó en intensidad, con dos equipos decididos a generar cosas. El Espanyol tuvo sus llegadas, con las que ya contaba el Amorebieta, pero no acertó en los remates de Oliván y Melamed, con un Campos certero bajo palos. El conjunto de Mujika siguió a la suyo. Bien atrás, listo en el doble pivote con el gran trabajo de Sibo y Carbonell, esperó su momento tras avisar por medio de Eraso, cuyo cabezazo se fue por milímetros. El navarro, ex del Athletic, ya no perdonó a la siguiente. Tiene gol. Se estrenó ante el Andorra y repitió en Cornellà tras robar un balón en la presión, conectar con Rayco y el canario se la devolvió para que batiera a Pacheco con un toque sutil. Ver para creer. Y por si fuera poco, en el alargue Álvaro Núñez hizo bueno los piropos que recibe y se sacó una acción genuina para hacer el segundo. Un gol brillante en su cocción y en su ejecución.

Se conoce, sin embargo, la exigencia que genera LaLiga Hypermotion, que se acentúa cuando enfrente está un equipo del poderío del Espanyol. Por ello, el 0-2 no asegura tranquilidad, sobre todo cuando el Amorebieta tenía fresco el antecedente de Albacete, donde se dejó dos puntos tras dominar por esta misma doble renta. Pues, erre que erre. El cuadro catalán apretó de lo lindo en el segundo acto y desmoronó a los azules, que deben aprender de estas situaciones y ganar en mala leche con el marcador a favor. Calero metió el miedo en el cuerpo del colectivo zornotzarra, que cedió terreno y perdió masa física, clave en su juego. El 1-2 no era buena noticia, pese a que el Amorebieta se rehizo durante minutos. Mujika solo movió el banquillo con la entrada de Morcillo, pero quizá debió hacer algún cambio más antes del 2-2, fruto de un error compartido entre Garreta y Campos, que aprovechó Salvi para empatar. Más sal sobre la herida, que se abrió del todo cuando Calero volvió a marcar de cabeza al ganar su duelo a Sibo. Un bofetón en toda regla, que ya no tuvo cura en el tramo final.