Iker Pedernales (Bermeo, 20 de diciembre de 1998) afronta su segunda campaña en las filas del Barakaldo, segundo clasificado en el grupo IV de Tercera RFEF gracias a su pleno de puntos, los mismos que poseen el Vitoria, líder, y el Leioa, tercero en la tabla; y el hoy en día reconvertido en lateral derecho no duda en que no le asusta la presión, ni a nivel colectivo ni a nivel individual. Graduado en Farmacia por la UPV, Pedernales reconoce que el conjunto fabril cuenta con una plantilla “potente” y recalca la necesidad de compaginar el trabajo con el fútbol pese a que se hable de fichas profesionales en esta categoría.

Es el inicio soñado del Barakaldo, tres de tres.

—Hemos empezado muy bien, aunque ninguno de los tres partidos ha sido fácil. Los hemos ganado, que es lo importante y que es muy ilusionante tanto para el equipo como para la afición.

Un Barakaldo nuevo, ya que solo son siete los jugadores que se mantienen del curso anterior. ¿Tanto se nota le cambio?

—Nos hemos quedado siete jugadores, como dice, y se ha hecho un equipo a priori potente, por nombres es más fuerte, pero nos queda demostrar que como equipo también somos fuertes e intentar mejorar lo que hicimos el año pasado para conseguir el objetivo, que no es otro que el ascenso.

Usted ha empezado de manera brillante, con gol incluido. ¿Se ha reinventado? ¿Cómo se define como jugador?

—Me definiría como un jugador físico, de largo recorrido, que llega muy fuerte a los noventa minutos, que no para de correr todo el partido, estar 90 minutos a fuego.

Son, digamos, futbolistas profesionales en Tercera RFEF. ¿Cómo viven esta situación?

—No nos tildaríamos de profesionales. Yo, por lo menos, tengo trabajo de jornada completa normal, que lo compagino con el fútbol al entrenar por las tardes. Salgo de trabajar y prácticamente tengo el tiempo justo para ir a entrenar. Más que profesional, lo veo como una manera de diversión, de desconectar de la rutina y hacer lo que te gusta.

Porque de esto no se vive, ¿no?

—Desde luego que no. Si no tienes algún trabajo u otra fuente de ingresos, es muy difícil. Aunque es cierto que en Tercera no es imposible, porque hay quien lo puede hacer, pero es complicado.

Está el caso del Portugalete.

—Este año sí lo han profesionalizado al entrenar por las mañanas, aunque espero que no sea una práctica que se normalice entre los equipos considerados fuertes de la categoría, porque quitaría opciones a la gente de poder compaginar el fútbol con el trabajo.

¿Qué les pide el entrenador?

—Imanol (De la Sota) es un entrenador que nos pide mucho ritmo en los partidos, que vayamos, como dice él, a fuego, es un entrenador que nos transmite mucha intensidad, es exigente, y nos recalca que somos capaces de ganar todos los encuentros.

¿Pesa el nombre del Barakaldo?

—Tiene su connotación buena y su connotación mala. Este año no nos está afectando. El año pasado sí nos costó arrancar siendo el Barakaldo un equipo que debe aspirar a ganar todo y sí pesa en los momentos malos. Es un equipo exigente, en lo bueno y en lo malo, y yo me quedo con lo bueno.

¿Le gusta la presión?

—Sí. No siempre estás mentalizado para soportar la presión, pero yo sí me considero un futbolista que bajo la presión soy capaz de rendir bien.

Porque el Barakaldo es uno de los grandes candidatos al ascenso.

—No sé si decir que el gran favorito, pero sí uno de ellos. Solo asciende uno de manera directa y son varios los equipos fuertes de la categoría, y tenemos que demostrar que somos mejores para acabar líderes.

El domingo afrontan un examen muy exigente frente al Basconia en Lasesarre.

—Yo diría que este domingo y el sábado que viene ante el Vitoria (el actual líder). Son dos equipos que también han empezado bien la temporada y estarán en nuestra pelea. Intentaremos jugar los dos partidos al máximo posible y sumar dos victorias más, que sería increíble para nosotros. También es verdad que hasta las ocho o diez últimas jornadas no debemos valorar el objetivo en su justa medida.

El club ha consumado su transformación como sociedad anónima, lo que aporta estabilidad. ¿El vestuario también lo ve así?

—La plantilla se mantiene ajena a ello, no es algo que tenga que afectar al vestuario.

Aunque hace dos años se llegó incluso a temer por la desaparición del club.

—Yo soy prácticamente nuevo en el Barakaldo, donde este es mi segundo año. Sí que hubo algún momento de preocupación a inicios del curso pasado, pero nosotros estamos tranquilos al respecto.