bilbao - Una de las conclusiones más claras que se pueden extraer del transcendental derbi que Real Madrid y Atlético disputaron el pasado miércoles en el Santiago Bernabéu es que Asier Illarramendi ha caído definitivamente en desgracia a los ojos de Carlo Ancelotti, que optó por la arriesgada decisión de situar al central sevillano Sergio Ramos como centrocampista defensivo para cubrir la baja del croata Modric en lugar de apostar por una solución más natural, máxime cuando disponía de tres piezas específicas de recambio: Sami Khedira, Lucas Silva y Asier Illarramendi.
El técnico italiano tomó esa decisión el pasado sábado, según confesó. “Minutos después de lesionarse Modric (ante el Málaga) decidí que Sergio Ramos iba a jugar en esa posición, porque me da confianza”, reveló Ancelotti tras el encuentro frente al equipo colchonero. Ambos lo llevaron en secreto. Sin su mariscal de campo y presuponiendo el áspero choque, cargado de trampas, que esperaba de su colega Simeone, decidió tirar por la vía brava: Ramos.
Ancelotti calibró el riesgo de la apuesta, que ya utilizó la pasada temporada en un partido liguero frente al Barça en el Camp Nou con funestas consecuencias: la derrota y un mar de ácidas críticas y acusaciones de cobarde. Pero no es lo mismo enfrentarse al equipo azulgrana que hacerlo ante el Atlético de Madrid, que propone un estilo diferente, y en un partido con tantísimo en juego.
En Barcelona, Carletto corrigió su error en el minuto 56, cambiando a Sergio Ramos por Asier Illarramendi. El pasado miércoles, Illarra también tuvo su oportunidad. Sustituyó a Isco... en el minuto 92.
En aquel partido ante el Barça (26 de octubre de 2013), el centrocampista guipuzcoano aún gozaba de cierta consideración por parte de Ancelotti, pero el 8 de abril del pasado año, en un partido de Champions ante el Borussia Dortmund en el Signal Iduna Park, Illarra la perdió. Un error suyo propició el segundo gol de los alemanes. Su partido fue tan lamentable que el técnico madridista le sustituyó en el descanso. Illarra quedó marcado. Señalado como un futbolista a quien la camiseta blanca se le quedaba grande, y demasiado blando para afrontar un partido duro, de fuste. Capital.
Por eso en los días previos al Real Madrid-Atlético las especulaciones sobre el sustituto de Modric se decantaban por Khedira, que también está fuera de las preferencias de Ancelotti, pero al menos tiene más cuajo, físico y experiencia para dirimir encuentros de alto voltaje.
El pasado 23 de enero el Real Madrid anunciaba la contratación del mediocentro brasileño Lucas Silva, procedente del Cruzeiro. Teniendo en cuenta que el club blanco no acostumbra a fichar en el mercado invernal, la decisión venía a reforzar el escaso crédito de Illarramendi, que por aquel entonces optó por descartar la oferta del Athletic, sobre los 20 millones. Por un lado se resistía a reconocer su fracaso y escasas perspectivas de futuro en el Madrid. Por otro, un futbolista fraguado en la Real Sociedad, y además de élite, se lo piensa dos veces antes de optar por pasarse al bando rojiblanco, por muy buena que fuera la propuesta.
Illarramendi, por quien el Real Madrid pagó 39 millones hace casi dos años, apenas ha jugado durante esta temporada y el próximo mes de junio el club blanco, aunque pierde a Khedira, que no renovará su contrato, recupera a Casemiro, cedido al Oporto, donde está cuajando una excelente campaña.
Mientras Ancelotti siga al mando, a Illarramendi le aguarda un lóbrego futuro en el Real Madrid. Tanto como para disuadirle, probablemente, sobre la necesidad de cambiar de aires si quiere seguir disfrutando con la práctica del fútbol.