EL pasado jueves, Carles Puyol se despidió de la familia culé en un acto cargado de nostalgia. Fue un brindis por los buenos tiempos, por las mejores páginas escritas en el Barça desde su creación, allá por el año 1899. Rodeado de amigos, de entrañables contrincantes. Alguna lagrimilla se escurrió entre las mejillas del rudo melenudo, el gran capitán del Barça, que deja la entidad físicamente quebrantado por la causa.
La víspera, el club hizo pública una carta remitida por Víctor Valdés, sin duda el mejor portero del Barça en toda su historia. Una carta de amor y agradecimiento desde la distancia definitivamente tomada. Ni homenajes, ni gentío agasajándole. Porque su despedida ya la había iniciado hace mucho tiempo, en enero de 2013, cuando el guardameta, nacido en L'Hospitalet hace 32 años, anunció su firme decisión de no renovar, por mucho dinero que le ofrecieran o la tentación de seguir amasando títulos.
Durante un año el Barça intentó persuadirle por activa y pasiva, pero no hubo manera de meterle en su dura mollera la posibilidad de rectificar. Valdés tuvo que soportar la presión del entorno (medios de comunicación, hinchas). Un culé de cuna, criado en la Masía, idolatrado, bien pagado ¿y quiere dejarnos?
Finalmente, el club se dio por vencido. El pasado mes de octubre trascendió que el alemán Marc André Ter Stegen, con 22 años cumplidos en abril, portero del Borussia Monchengladbach, internacional absoluto con la selección germana, tenía un acuerdo verbal con el Barça y que desde hace meses estaba aprendiendo castellano.
Con Iker Casillas rumiando su condición de suplente en el Real Madrid, tomó forma lo que para muchos era evidente. Que Víctor Valdés era el mejor y que, en consecuencia, también debería ser el meta titular de la selección española.
la grave lesión Hasta aquel 26 de marzo de 2014, sobre Valdés se despejaba un panorama espléndido. Con el Barça llevaba camino de terminar a lo grande, con más gloria y títulos. Y al cabo de la temporada, Brasil'2104. La posibilidad, por fin, de asumir el reto más sublime que puede tener un futbolista: la posibilidad de disputar y ganar un Mundial. Y luego, la nueva aventura. ¿En el Mónaco?, ¿tal vez el Manchester City? Pero aquel 26 de marzo su vida dio un vuelco radical.
Durante un encuentro de Liga frente al Celta, cuando intentaba atrapar el balón lanzado por Orellana, la pelota se le escurrió de entre las manos, dio un salto y al tomar tierra apoyó en mala postura la pierna derecha. Un gesto de dolor cruzó su rostro y el escalofrío recorrió el Camp Nou. El meta azulgrana se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Se le diagnosticó un proceso de recuperación superior a los seis meses. Adiós al Barça, adiós al Mundial ¿y el futuro...?
Ahora, Víctor Valdés se encuentra en Alemania, iniciando la segunda fase de recuperación de su grave lesión de rodilla, lejos del frenético y agitado fin de temporada que está teniendo el Barça, con los sobresaltos que provoca el inseguro Pinto, su alternativa en la portería azulgrana, y la posibilidad de volver a ganar la Liga cuando hace un par de semanas se había dado por perdida.
la epístola "Llega el momento de decir adiós, de despedirme de todos vosotros. Por desgracia, no he podido despedirme jugando al fútbol como me hubiese gustado, pero así es la vida a veces y este año ha sido cruel conmigo en ese sentido. He tenido tiempo para repasar de dónde vengo y en qué me he convertido. Solo aparece en mis pensamientos nostalgia hacia las personas que me han ayudado a llegar hasta aquí. A ellos quiero dedicarles esta carta..."
Valdés repasa los nombres de todos los auxiliares que tuvo en La Masía desde que ingresó con 10 años. Luego da las gracias, efusivamente, a los técnicos Van Gaal, Frank Rijkaard, Guardiola, Tito Vilanova; a sus compañeros y "a mis fieles seguidores".
La misiva concluye así: "Gracias, gracias y mil veces gracias. Y os pido por favor que no dejéis de apoyarme. Per sempre, FORÇA BARÇA!".
Ni un reproche. Ni un resquemor.
Y eso que motivos tampoco le faltaron desde la temporada 2002-03, la de su debut en el primer equipo, cuando estuvo tres días desaparecido después de que Van Gaal no solo no le relegara de nuevo a la suplencia en favor del argentino Roberto Bonano, sino que decidiera bajarlo de nuevo al Barça B.
No en vano la presión que se ejerce sobre la portería del Barça es tan descomunal que probablemente ahí se encuentre la razón primera y última en su decisión de no renovar.
Se va, sin embargo, convertido en leyenda, cuya forja comenzó en 2006, en la final de Champions contra el Arsenal. Porque Valdés es, junto a Antoni Ramallets, el único meta en ganar cinco Trofeos Zamora. También es el hombre que superó a Miguel Reina como el portero de la historia del Barcelona que ha estado más minutos sin encajar un gol (895). Y el que ha ganado tres Ligas de Campeones, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, seis Ligas, dos Copas y seis Supercopas de España.