bilbao - A Manuel Pellegrini (Santiago de Chile, 1953) siempre le ha salido cara su honradez. Como jugador del Universidad de Chile siempre estuvo convencido de que su pie derecho tenía una forma extraña con la cual era imposible que le golpease bien al balón. Después de cada entrenamiento se quedaba a practicar disparos con la pierna zurda. Tal fue su tesón que consiguió convertirse en un jugador zurdo. Tras trece campañas en el primer equipo, decidió retirarse en pleno partido de Copa cuando un niño de 17 años se le adelantó con un salto para rematar de cabeza un balón para el que él tenía clara ventaja. Años después se arrepentiría de esta decisión, ya que aquel imberbe muchachito era nada más y nada menos que Iván Zamorano: "Si hubiera sabido hasta dónde iba a llegar, no me hubiera retirado. Hubiera seguido dos años más".
Fue entonces cuando se dedicó a aplicar sus conocimientos como ingeniero civil y pudo colaborar en la reconstrucción del centro de Chile, que había sido arrasado por un terremoto en 1985. Pero el fútbol lo llamó y comenzó una peregrinación que le llevó a triunfar en diferentes clubes y ligas. Sus éxitos en San Lorenzo de Almagro y River Plate fueron la catapulta que le llevó a Europa, a un pequeño club que vestía de amarillo. En 2004 arrancaba así la época dorada del Villarreal.
Sin dejar de lado jamás su humildad, consiguió ser subcampeón de Liga y alcanzó las semifinales de la Liga de Campeones. Solo un penalti errado por Román Riquelme ante el Arsenal le dejó fuera de la final. Cinco años de buen fútbol hicieron que Florentino Pérez le reclutase para el Real Madrid. El récord de porcentaje de victorias y 96 puntos en la Liga no sirvieron para tapar las vergüenzas de un proyecto millonario que se topó con el Barcelona de Guardiola. Pellegrini se fue por la puerta de atrás para dejar sitio a José Mourinho. El chileno dio con sus huesos en el banquillo del Málaga y, tal como sucediera con el Villarreal, escribió las páginas más brillantes del club. Pero el paraíso malagueño comenzó a derrumbarse y Pellegrini aprovechó la ocasión que le brindó el Manchester City para saltar a la Liga inglesa.
116 millones en fichajes El club cimentó su proyecto con el fichaje de Navas, Fernandinho, Negredo, Jovetic y Demichelis por un montante de 116 millones de euros. Al proyecto le costó echar a andar, pero la apuesta por el juego de toque que tan buen éxito dio en Villarreal, Málaga y Real Madrid, pese a quien le pese, también cuajó en el Etihad Stadium. Los citizens empezaron dubitativos lejos de casa ante equipos de menor potencial, pero como locales no solo eran intratables, sino que despachaban los partidos con abultadas goleadas. El Tottenham encajó seis goles, United se llevó cuatro golpes y el Arsenal de Wenger otros seis. En el ecuador de la Liga ya quedó claro que el equipo del ingeniero era candidato al título. Por el camino llegaría su triunfo en la final de la Capital One Cup y la eliminación de la Liga de Campeones a manos del Barcelona.
El Arsenal fue el equipo a batir en la primera vuelta, pero su potencial se fue diluyendo y el City tuvo que jugársela con Chelsea y Liverpool. Las eliminatorias de la Liga de Campeones le pasaron factura al equipo de José Mourinho y al tramo final solo llegaban con opciones de ganar la Liga el Manchester City y el equipo de Anfield. Los reds, que no ganan una Liga desde 1990, dependían de sí mismos, pero un resbalón de Steven Gerrard precisamente en el partido contra el Chelsea, ponía en bandeja el título al Manchester City.
Los hombres de Pellegrini no fallaron ayer ante el West Ham y vencieron por 2-0, por lo que el resultado entre Liverpool y Newcastle dejaba de ser relevante pese a que los locales ganaron por 2-1. Con esta victoria Manuel Pellegrini ponía punto final a su peregrinación. Diez años después de ganar la Intertoto con el Villarreal ganaba un título de relevancia en Europa. Su jubileo particular llegaba a los 60 años. Su triunfo, que da la cuarta Liga consecutiva a la ciudad de Manchester, supone un hito, ya que en los 126 años de historia de la competición, nunca había sido ganada por un entrenador de fuera de Europa. "Cuando consigues el título, todo el año pasa ante tus ojos y aprecias todo el trabajo que hemos hecho en momentos difíciles", explicaba ayer tras recibir el trofeo de campeón. Como si el título no fuese suficiente, su humildad le empujó a apuntar lo que ya todos sabían: "Creo que somos el mejor equipo de la Premier".