ESTA es una historia de fracaso. El lado oscuro del fútbol. La cara B, la menos llamativa, la que no luce, la de menor repercusión. Pero es parte de este deporte que tantas vidas deja en la cuneta, que tantas ilusiones lapida.
El prometedor juvenil uruguayo Jorge García no había debutado aún en la Primera División de su país con su equipo, el poderoso Danubio, pero los tentáculos del Chelsea acechaban a las canteras suramericanas en busca de nuevos ídolos. El multimillonario ruso Roman Abramovich ponía entonces el petróleo al servicio de una máquina ganadora. Y el chico, en el marco del Campeonato Suramericano Sub'17 celebrado en Bolivia en 2003, resultó ser objeto de deseo. El club inglés estableció contactos con un agente uruguayo y su llamada fue correspondida. Jorge García se probaría con el Chelsea. Como tantos, pasaría por el escaparate.
Fueron apenas tres semanas en Londres. Al otro lado del Atlántico parecieron una vida. Los medios de comunicación daban rienda suelta a la historia del humilde García, que se perfilaba héroe aún sin capa. Un futbolista todavía con pies de barro. Como las especulaciones son gratuitas, volaron al cielo más alto. Pasaron los meses y aunque las sensaciones fueron positivas, el fichaje, como en la mayoría de los casos, nunca se materializó. Se cuenta, no ocurrió por problemas burocráticos. Papeleos. Así se dio lugar a la carrera como futbolista en Uruguay de Jorge García, un lateral izquierdo refinado, con clase, técnica y habilidoso que llegó a ganar el título liguero con Danubio en el curso 2006-07. Su cúspide.
Pero a remolque de la frustración que viajaba dentro de García también se destapó el desfase. Ese misma exitosa campaña comenzó a ser noticia no por lo acontecido sobre el césped. Borracheras, agresiones a policías, peleas en locales nocturnos, la droga, el exceso... fueron colmando su currículo. Hasta desbordarle. En 2010 Danubio se cansó del díscolo García, que siempre terminaba regresando a su barrio, el Borro, con la excusa de visitar a esos amigos a quienes quería demostrar que no había olvidado tras alcanzar la fama. El futbolista nacido en Montevideo apuró su talento como los tragos en Cerrito, Demócrata, Cerro y allí donde le dieran una oportunidad. Hasta que hace ahora casi un año su madre fue asesinada por un ajuste de cuentas relacionado con algún cártel de la droga. Según la Policía, estaba asociada a narcotraficantes. En su ocaso, el futbolista uruguayo todavía pudo dedicar un gol a los cuatro vientos. Fue la pasada campaña y seguramente en un punto de no retorno.
la última noticia La anteúltima noticia de García se publicó a comienzos de esta temporada, cuando abandonaba el Cerro; la última, este mes, cuando, según las investigaciones policiales, después de una acalorada discusión, terminó matando a su padre a golpes con un cenicero. A los 27 años, Jorge García, la promesa del fútbol uruguayo, después de subirse a la catapulta de las expectativas y ser disparado, descendía para caer a las catacumbas.
Como publica El Observador, el que fuera entonces presidente del Danubio, Arturo del Campo, "el esfuerzo por ayudarlo se hizo, pero es muy difícil". "Hace un tiempo que tiramos la toalla", reconoció. Con el fútbol se fue todo, la libertad y la cabeza de García. De hecho, ha sido procesado por la jueza Graciela Eustachio como autor inimputable de un delito de homicidio. Y es que el peritaje psiquiátrico de los médicos ha concluido que presenta un "delirio agudo", por lo que, en lugar de ser internado en una prisión común, se le ha ingresado en el Hospital psiquiátrico Vilardebó. "Si lo hubiesen internado no hubiese pasado esto", lamenta su esposa, que asegura que el día anterior al homicidio llevó a García al hospital, donde no había médicos de guardia y Jorge, harto de esperar, se fue. Horas más tarde, ya no había vuelta atrás.