BILBAO. La Liga de Campeones se cuela a modo de laboratorio antes del clásico que Barcelona y Real Madrid dirimirán el próximo domingo con la ventaja azulgrana de ocho puntos al frente de la clasificación. El equipo de Tito Vilanova juega esta noche en Lisboa ante un Benfica que tratará de ponerle el listón tan alto como lo hizo el Spartak de Moscú, pero el encuentro servirá sobre todo para comprobar el verdadero estado físico de tres futbolistas fundamentales para el entrenador: Iniesta, Puyol y Adriano. Por su parte, el conjunto de Mourinho saltará mañana al Amsterdam Arena, donde le aguarda el Ajax, con la incógnita de si Khedira será una de las sorpresas en el once del portugués ante los culés, dado que el alemán, elogiado por Karanka, fue quien sostuvo el centro del campo de los blancos en la goleada liguera contra el Deportivo.
Aunque muchas de las victorias barcelonistas han llegado a remolque y sobre la bocina, Andoni Zubizarreta se pronunció tajantemente al respecto: "Si estamos mal ahora, el día que estemos bien iremos como un tiro. Los resultados son espectaculares". Curado en salud, aparcó el ansiado duelo del cada año y advirtió de que "aún estamos en octubre. Las semanas grandes son en mayo y nosotros queremos estar ahí". La polémica arbitral suscitada con el arbitraje de Mateu Lahoz en el Sánchez Pizjuán le condujo a tirar balones fuera. "No voy a entrar a valorar errores o favores arbitrales porque es un labor muy complicada. Vivimos en un momento en el que se sacan conclusiones absolutas de cosas que pasan en un segundo". Lo afirmó justo cuando se supo que el Comité de Competición revisará mañana a través de televisión las jugadas del Sevilla-Barcelona, por lo que podría variar la decisión del colegiado sobre la roja que enseñó a Medel, de igual manera que en su día se la perdonó a Eliseu.
Las lagunas defensivas que vienen mostrando los azulgranas obligan a forzar la reaparición de un futbolista con el peso de Puyol, aún más cuando Piqué tampoco tiene fecha para el regreso aunque por dentro arda en deseos de enfrentarse a la tropa madridista. El capitán sufrió un percance en Getafe, un estiramiento del ligamento cruzado posterior de la rodilla izquierda, y se le diagnosticó un periodo de baja entre cuatro y seis semanas. Pero Puyol ha vuelto dos semanas antes, rompiendo todos los plazos -se lesionó el 16 de septiembre y recibió el alta el 30-. O sea, 14 días de esfuerzo para que Vilanova disponga de, al menos, un central puro en los dos próximos partidos. Lo decía ayer el técnico: "Puyol ha recortado plazos por su mentalidad. Lo hace varias veces y es porque sus ganas de recuperarse y de trabajar durante muchas horas al día... las cosas cuando pasan más de una vez no son casualidad". A su vez, Iniesta ha superado los problemas musculares que le han tenido lejos de los terrenos, baja que el Barça ha notado en demasía a la hora de la elaboración, el trato con el balón y la búsqueda de profundidad.
Mientras tanto, Mourinho, según una entrevista concedida a la CNN, anda más preocupado con su rutina familiar: "Odio mi vida social. Odio no ser un padre normal que va con su hijo al partido de su equipo y estar allí con los otros 20 padres allí. Me encanta estar con mi familia en la calle como una persona normal y no puedo, así que soy una persona completamente diferente en mi vida privada". Nada que ver, seguro, que con esa imagen que proyectará nuevamente en el clásico, que desde hoy tiene sus prólogo en Europa.