Ion Vélez vuelve a sonreír con el fútbol
El delantero del Girona regresa a los terrenos de juego tras una lesión que le ha apartado 10 meses
bilbao. Corría el 3 de octubre de 2011. El Municipal de Chapín daba rienda suelta al Xerez-Girona de la Liga Adelante. El visitante Coro perforaba las mallas para recortar diferencias. Instalaba el 2-1 y la esperanza para el cuadro gerundense. El ex delantero del Athletic Ion Vélez echaba mano de su cartuchera y, abierta su veda, trataba de hacer valer su papel de cazador del gol. Buscaba infligir la igualada y estampar su nombre en el de los referentes. Su tesón, su predisposición, plena, le colocó ante un balón dividido próximo a la meta rival. Era el minuto 85. La tensión, chispeante. La ocasión, puede que única, la última a esas alturas. Vélez no vaciló. Menos siendo futbolista con conceptos: si se mete la pierna, se mete con ganas. Así lo hizo, bravo el de Tafalla. Con todo. Pero el guardameta Toni Doblas tenía más. El arquero aderezó a su propia fuerza el imprudente y poco caballeroso gesto del plantillazo. Una plancha. Con su suela de tacos se llevó puesta la rodilla derecha del valiente Vélez. Además, cercenó cualquier ilusión de carácter anual, incluso, estampó el riesgo en la ficha de futuro del goleador. El colegiado López Acera no asomó ninguna de sus cartulinas. La rodilla de Vélez, sin embargo, fue la jueza que dictó el calado de la salvaje entrada de Doblas: "rotura del ligamento lateral externo, rotura del bíceps femoral y rotura de los ligamentos cruzados anterior y posterior". Un parte de bata blanca desolador. Una de esas lesiones que, dicen los más adultos rememorando otros tiempos, te mandaban automáticamente a la cola del paro, dejando el fútbol para las horas de televisión. "En un primer momento... Las imágenes están ahí. Fue impactante y tuvo mucha repercusión. Al principio, por cómo fue la lesión y el revuelo que se formó, todo se pintaba bastante negativo", rememora el jugador. Pero la medicina ha avanzado. Y "yo me sentía optimista, igual por mi desconocimiento del alcance, pero ha ido todo muy bien. Ha sido una recuperación larga pero buena". Tan relevante esto último como los propios doctores.
El sábado Ion Vélez, diez meses más tarde -se le diagnosticaron tras la intervención quirúrgica unos 8 o 9 meses de baja-, después de que se especulase sobre si podría volver a desempeñar sus funciones al servicio del fútbol, volvió a vestirse la camiseta del Girona, en donde aterrizó después de salir del Athletic. Dejó atrás el calvario y su encomiable espíritu de superación desde las galeras de la moral. Volvió a ser futbolista. Se vistió de corto para disputar el Girona-Sabadell (0-0) de la primera jornada de Segunda División. Compareció en los 20 minutos finales por querencia del técnico Francesc Ferrer Rubi, fe del deseo y la confianza del entrenador, que no ha prolongado más su espera. La primera prueba de fuego. El tafallés lo hizo ceñido al dorsal 10 que numéricamente distingue a las figuras. Y aunque no pudo alterar el marcador, se reencontró consigo mismo. "El sábado me noté bien, con ritmo y sin sentir ninguna diferencia entre ambas rodillas". Era su liberación, anunciada a los cuatro vientos después de la represión. Porque se había probado en entrenamientos y en amistosos de pretemporada, pero con el carácter de la oficialidad la mejoría adquiere otra trascendencia. "Deseaba regresar a la normalidad y dejar atrás estos últimos meses e incluso años en los que he venido teniendo muchos problemas físicos", comentaba, renovado al franquear la barrera física.
el balón y la luz No obstante, reconoce que ha sido una etapa desértica, "muy dura y que se hace larga". Es el paso a paso el que motiva a sostener la voluntad y la intensidad durante el proceso de recuperación. "Como te vas viendo mejor... Lo peor fue al principio, en camillas, en el gimnasio, con muletas, porque cuando aparece el aire libre y el balón te empuja más a seguir el proceso". Invita a poner buena cara. La esperanza es fundamental.
Hasta el fatídico instante del minuto 85 del encuentro del 3 de octubre de 2011, Vélez había disputado seis encuentros con la elástica del Girona, en cinco ocasiones en Liga y una en Copa, sin conseguir empujar el balón a las redes. Es precisamente esta su inquietud ahora. "Estoy supercontento por cómo van las cosas. Vuelvo a sentirme futbolista. Ahora mi deseo es seguir, jugar, ser titular y marcar. Quiero olvidar los años previos, que han sido negativos". Vélez versa sobre el presente como instalando un punto y aparte en su vida profesional.
Por citar algo positivo de este aciago proceso, si es que lo tiene, es que Vélez, que vivió cuatro temporadas en el Athletic (54 partidos y 5 goles), ha podido percibir su vínculo con su pasado. No ha remado en solitario. "Casi todos los jugadores con los que he compartido vestuario me han mandado mensajes de ánimo". Ahora encontrará competencia en la zona de ataque del Girona, especialmente con las llegadas de Sanchón y Acuña, aunque su sonrisa será perenne una vez que vuelve a ocupar un rol en su profesión.