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El pasado 23 de octubre, horas antes del histórico Manchester United-Manchester City (histórico por el resultado: 1-6), las aficiones de ambos equipos se pusieron de acuerdo en llevar a cabo una iniciativa: tirar a la calle, como si fuera un trapo inservible, las camisetas con el nombre de Carlos Tévez, apodado el Apache y declarado persona non grata en esta ciudad del norte de Inglaterra, donde el fútbol fluye con poderío y pasión.
El pasado viernes la directiva del City hacía pública su enérgica protesta contra la decisión de rebajar a la mitad, a instancias de la Asociación de Futbolistas Profesionales inglesa (PFA), la sanción de 1,4 millones de euros que le fue impuesta por negarse a saltar al campo desde el banquillo cuando su equipo perdía 2-0 ante el Bayern de Múnich, en un partido de Liga de campeones disputado el 27 de septiembre, desobedeciendo las órdenes del entrenador, Roberto Mancini, y desairando así a sus compañeros y a la hinchada, además de perjudicar los intereses del club, que le paga religiosamente 285.000 euros semanales.
Sin embargo, el City le ha buscado las vueltas y además ha decidido retenerle siete millones de euros en concepto de bonus haciendo uso de la cláusula de lealtad recogida en su contrato, argumentando ahora que el jugador había solicitado oficialmente su traspaso a otro equipo en dos ocasiones.
Desde entonces, Tévez no ha vuelto a ser ni convocado, aunque su ausencia tampoco incide demasiado en un equipo que actualmente lidera el campeonato inglés. De hecho, en lo que va de temporada el Apache solo ha jugado cinco encuentros, dos de ellos como titular, y no ha marcado ningún gol.
El delantero argentino alegó en su defensa que nunca a se había negado a incumplir las órdenes del técnico italiano; que unicamente fue un malentendido.
Pero todos sus pretextos han sido en vano. Carlos Tévez ha entrado ineludiblemente en la categoría de proscrito para una ciudad que aglutina en la actualidad a los dos clubes más potentes de la Premier League. Tampoco el futbolista ha hecho muchos esfuerzos por concitar el cariño o simplemente la indiferencia entre los aficionados del City, echando pestes contra el clima, comida y costumbres de Manchester sombre todo cuando viaja a la Argentina, donde ha dejado a su familia por un problema de inadaptación. Un problema que también es el suyo.
la marca del barrio Son licencias que ahora se puede permitir Carlos Tévez, de 27 años, rico y famoso, aunque de escasas luces, criado en el barrio Ejército de Los Andes, popularmente conocido como Fort Apache, de ahí su sobrenombre, la zona más peligrosa y degradada del gran Buenos Aires de donde pudo salir gracias al buen ojo de un cazatalentos al servicio de Boca Juniors, equipo en el que debutó en 2001 bajo la dirección de Carlos Bianchi, alcanzó la categoría de ídolo y ganó cuatro títulos (el Apertura, La Copa Libertadores y la Intercontinental en 2003, además de la Copa Sudamericana, al año siguiente).
Consciente o no, Tévez sabe que el fútbol le ha dado todo, comenzando con la oportunidad de salir de Fort Apache. Porque, según reconoce, de haber seguido allí probablemente le habría esperado una bala perdida, o un futuro de droga y delincuencia. Como le ha ocurrido a su propio hermano, Juan Alberto Martínez, y a su cuñado, Carlos Ávalos, que ingresaron en prisión en septiembre de 2010 para cumplir 16 años de condena por asaltar con armas de fuego un furgón blindado.
Extraña paradoja, toda vez que Tévez, en cuanto tuvo dinero, intentó sacar, y sacó, a su familia de aquel infierno. Salvo a su hermano, que se mantuvo fiel a los códigos del barrio.
Eso sí. Como recuerdo indeleble persiste la tremenda cicatriz que le recorre desde la oreja derecha hacia el pecho marcando su rostro, consecuencia de un accidente doméstico (agua hirviendo) que sufrió cuando sólo contaba con diez meses de vida. El jugador ha descartado recurrir a la cirugía estética mientras siga activo en e fútbol profesional.
Rumbo al estrellato Tampoco olvida el amargor que le dejó vivir en la pobreza y que combate, ahora que gana un dineral, a través de una fundación, o con gestos altruistas, como una reciente donación de cien mil dólares para que un niño argentino de cinco años pueda ser sometido a una costosa operación en Estados Unidos.
A finales del año 2004, Tévez fue cedido al Corinthians brasileño a cambio de 19,5 millones de dólares, pagados por una multinacional. Triunfó y dos años después llegaba el salto a Europa, al West Ham United, en calidad de préstamo.
A mediados de 2007 fue cedido por dos años al Manchester United, club con el que ganó la Liga de Campeones la temporada siguiente. Después de varios desencuentros con sir Alex Ferguson y justo cuando el plenipotenciario entrenador del United le pidió que se quedara, Tévez forzó su salida y, a modo de venganza, decidió fichar por el City, que pagó 35 millones de euros en 2009.
Acusado de traidor por la hinchada de Old Trafford, llegó con honores de estrella al campo rival. El 14 de mayo del 2011 se proclamó campeón de la Copa de Inglaterra tras vencer en la final 1-0 al Stoke City. Tévez fue el primero en levantar el trofeo en su calidad de capitán.
Pero terminada la temporada se hartó del entorno e intentó forzar su marcha del club y regresar al Corinthians brasileño, que llegó a presentar una oferta de 40 millones. "¿Cómo es Manchester?", le preguntaron. "Pequeña y mojada", contestó de forma despectiva.
La operación no cristalizó, pero ahora el Apache sí que está en venta y probablemente será uno de los jugadores más apetecibles del próximo mercado invernal. Además del Corinthinas, Tottenham, Roma, Inter, el Anzhi ruso y hasta el PSG se han interesado por él, siempre y cuando el City se haga cargo de parte de su enorme sueldo.